Coughlin conoce las l¨¢grimas
La primera mujer en nadar el hect¨®metro de espalda por debajo del minuto no se clasifica siquiera para la final
Con los ojos enrojecidos, al borde de las l¨¢grimas que, sin duda, hab¨ªa derramado momentos antes, Natalie Coughlin afront¨® ayer el papel en el que jam¨¢s se imagin¨®. La excepcional estadounidense, la ni?a prodrigio de la nataci¨®n mundial, fracas¨®. Y lo hizo en su mejor prueba, en su distancia fetiche: los 100 metros espalda. Hace apenas un a?o, la joven Coughlin escribi¨® una p¨¢gina de oro al convertirse en la primera mujer que lograba surcar el hect¨®metro, en piscina de 50 metros, en menos de un minuto. Con tan s¨®lo 19 a?os, 59,58 segundos le bastaron para nadar de espalda los cien metros. Lo nunca visto entre las f¨¦minas.
Ayer, sin embargo, Coughlin emple¨® 1m 3.18s en hacer el mismo recorrido. El registro, a a?os luz de su r¨¦cord, ni siquiera le sirvi¨® para superar las eliminatorias y colarse en la final. 21 mujeres nadaron ayer m¨¢s r¨¢pido que ella. "Estoy muy decepcionada", admiti¨® Coughlin con el gesto quebrado, tras ahogar sus penas en la piscina de relajaci¨®n anexa al Sant Jordi. "Mi objetivo era estar en la final y ganarla".
La decepcionante actuaci¨®n de Coughlin, que ya hab¨ªa dado muestras de debilidad la v¨ªspera, tiene, dice, una explicaci¨®n. A la nadadora, de 20 a?os, la torturan los efectos de una fiebre desde el s¨¢bado. "Pensaba que me recuperar¨ªa y que podr¨ªa nadar en condiciones, pero no ha sido as¨ª", revel¨®. No pod¨ªa ofrecer m¨¢s datos. Ni siquiera especular sobre el motivo de la fiebre. Conteniendo apenas el llanto, desapareci¨® en busca de "tranquilidad y descanso". Estaba decidida a nadar despu¨¦s la final de 100 mariposa, para la que se clasific¨® por los pelos, pero de nada le vali¨®. Visiblemente mermada de facultades acab¨® ¨²ltima. La competici¨®n le ofrece ahora una tregua de dos d¨ªas, los justos para decidir su futuro en los Mundiales.
La delegaci¨®n estadounidense aguarda, ansiosa y atemorizada, su determinaci¨®n. La californiana, la thorpe de la nataci¨®n femenina, llegaba a Barcelona preparada para competir en siete pruebas (cuatro individuales y los tres relevos) y dispuesta a acumular oros y fulminar marcas. "No quiero ser la segunda Caulkins, sino la primera Coughlin", proclam¨® hace unos d¨ªas, cuando se la comparaba con la c¨¦lebre Tracey Caulkins, ganadora de seis medallas, cinco de oro, en los Mundiales de 1978. Lejos de eso, Coughlin parece ahora afectada por el s¨ªndrome Spitz, en los Juegos de M¨¦xico'68. Ya entonces, se esperaba que el excepcional nadador conquistara seis medallas. Se llev¨® s¨®lo dos.
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