Artillero, d'ese fuego...
Ya est¨¢, esta tarde se producir¨¢ el ca?onazo. En Pamplona usan cohete y en Vitoria habr¨¢n descorchado 40.000 botellas de cava buscando reciclarlas a trav¨¦s del r¨¦cord Guiness, ?pero qu¨¦ es eso frente a nuestro imponente taponazo? Menuda c¨®mo las gasta nuestro ca?oncito. Y m¨¢s despu¨¦s de que lo han renovado. Al parecer le han puesto medidas de seguridad del siglo XXI, ?no est¨¢n impacientes por ver si dispara l¨¢seres sonoros o rayos de plasma? S¨®lo falta que hayan sustituido el castillete de cart¨®n donde lo montan por una c¨²pula del trueno y que el artillero Mocoroa nos venga disfrazado de Flash Gordon. Pero no hay que alarmarse, se han limitado a restaurarlo respetando en un 96% lo que es el ca?¨®n en s¨ª, o sea que seguir¨¢ siendo lo que se dice un ca?¨®n filos¨®fico y m¨¢s pr¨®ximo a las guerras carlistas que a las de las galaxias por lo que tambi¨¦n estar¨¢n garantizadas las patillas de Mocoroa as¨ª como los fantasiosos morriones de sus ayudantes los fusileros de avancarga.
El ca?¨®n del siglo XXI no disparar¨¢ con p¨®lvora negra a fin de no evocar las mareas del mismo color, ya que en la terraza de invitados se hallar¨¢n los voluntarios que recogieron chapapote.
Pero una cosa fundamental habr¨¢ cambiado, el ca?¨®n del siglo XXI no disparar¨¢ con p¨®lvora negra a fin de no evocar las mareas del mismo color, ya que en la terraza de invitados se hallar¨¢n los voluntarios que recogieron chapapote en nuestras playas y en aquellas m¨¢s pr¨®ximas al lugar de un siniestro cuyo nombre se presta a equ¨ªvoco: Prestige.
Bastante amargados estamos ya con todas esas galletas para colacaos mutantes que nos llegan a las playas y que nos est¨¢n poniendo los pies de lunares y haci¨¦ndonos una sombra pegajosa que se empe?a en seguirnos a casa. Lo que no se sabe es si nuestros formidables voluntarios cantar¨¢n con voces blancas como trasunto de aquel uniforme de extraterrestres que luc¨ªan mientras desempe?aban su meritoria misi¨®n, pero una cosa est¨¢ clara, cantar¨¢n el Artillero. S¨ª, dale fuego que se casa el pastelero. Claro que con esos aires que vienen de Galicia, el pastelero, el artillero o Praxku, quien quiera que beba en la canci¨®n, seguro que prefiere cantar d'ese fuego. Vamos, preferir¨¢ el del orujo al de la p¨®lvora. Aunque nadie pueda decir de esa agua nunca beber¨¦ o nunca diga nunca m¨¢is.
Cantar¨¢n, pues, los voluntarios quien con fogosidad, qui¨¦n con morri?a, ninguno con galipot, soltar¨¢ el ca?¨®n su estruendosa raya de humo y mientras la gente empieza a decirse que ya est¨¢ de fiesta aunque siga con la misma cara que antes, si acaso un tanto alterada por el ruido, subir¨¢n al cielo miles, millones, mir¨ªadas de globos blancos y azules. Es lo que Od¨®n entiende por globalizaci¨®n. O antiglobalizaci¨®n, con Od¨®n nunca se sabe. Pero ya est¨¢n los globos llevando su mensaje de gas hueco al mundo, al sistema solar, al universo.
Entre tanto aqu¨ª, en Alderi Eder y bajo la mirada h¨²meda del alcalde secundado por los h¨¦roes del mar negro, la comparsa de gigantes y cabezudos tratar¨¢ de abrirse paso entre una multitud que se queda siempre at¨®nita y se interroga si no valdr¨¢ m¨¢s soltar primero el ca?onazo y ponerse a cantar luego el Artillero, que ser¨ªa la forma de meterse m¨¢s en harina. En harina participativa, claro, pero, ?c¨®mo se va a cantar que le den fuego a algo a lo que ya se lo han dado? ?A ver si cogen unos desalmados y les da por pegarle fuego, d'ese fuego, al propio ca?¨®n! Pues eso, que el personal se queda pensativo, que es la impronta con la que el donostiarra marca sus fiestas. Y todo, el famoso estilo donostiarra.
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