Gebre traspasa los poderes
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Cada diez a?os, Etiop¨ªa garantiza un genio que dominar¨¢ las carreras de fondo durante diez a?os. La cadena arranc¨® con Abebe Bikila en los Juegos de Roma y desde entonces no se ha detenido la producci¨®n de fondistas maravillosos. Lo fueron Mamo Wolde y Mirus Yfter. Lo son Haile Gebreselassie y Kenenisa Bekele. Uno comienza a despedirse de su excepcional carrera, no sin antes ceder el testigo al joven Bekele. El traspaso de poderes se realiz¨® ayer en Par¨ªs. Bekele venci¨® en la final de 10.000 metros despu¨¦s de hacer con Gebreselasie lo que el gran campe¨®n et¨ªope hac¨ªa con sus rivales en sus mejores tiempos. Aguant¨® sin pesta?ear el infernal ritmo del viejo campe¨®n, que ofreci¨® un recital en los segundos 5.000 metros. Pasar¨¢ por muchos motivos esta carrera a la historia. Uno de ellos ser¨¢ el parcial de la segunda parte de la prueba: 12,58 minutos, una marca que se escapa a la inmensa mayor¨ªa de los especialistas de 5.000. Pero aqu¨ª hab¨ªa una consideraci¨®n a?adida: hab¨ªan corrido antes otros cinco kil¨®metros.
No hab¨ªa duda del sucesor del gran Gebre. Desde su aparici¨®n el pasado a?o en los Mundiales de cross, donde se impuso descalzo en la prueba corta y en la larga, Bekele estaba destinado a victoria como la de ayer en Par¨ªs. Lo m¨¢s probable es que muy pronto ataque los r¨¦cords de Gebreselasie en 5.000 y 10.000 metros. Tendr¨¢ tiempo para elegir fecha y hora, pues s¨®lo cuenta 21 a?os y no hay nadie que le detenga en estos momentos. S¨®lo Gebreselasie es capaz de acercarse a su joven sucesor, pero ya no tiene la energ¨ªa, ni la velocidad para superarle en los ¨²ltimos 200 metros. Antes era ¨¦l quien dominaba el fondo con pu?o de hierro. Le atacaba el ej¨¦rcito de kenianos y no pod¨ªan con ¨¦l, no le sacaban de la rueda. Y cuando llegaba el momento decisivo, Gebreselasie cubr¨ªa los ¨²ltimos 400 metros en parciales dignos de El Guerruj en el medio fondo. Ahora le toca probar su propia medicina, pero todav¨ªa es el h¨¦roe sentimental. Miles de aficionados corearon su nombre durante la carrera con la esperanza de ver otra de sus grandes victorias. Nadie merece tanto entusiasmo como ¨¦l. A su categor¨ªa como atleta ha a?adido cualidades cada vez menos vistas en el deporte profesional. Gebreselasie es inteligente, accesible, simp¨¢tico y amable. Traslada a los aficionados la sensaci¨®n de felicidad cuando corre. Eso es impagable, m¨¢s todav¨ªa en estos tiempos de crisis en el atletismo.
En otros tiempos, la carrera se hubiera planteado como un combate de las gentes del Rift. Kenianos y et¨ªopes. Ahora, no. Muchos de los mejores kenianos se han trasladado a Qatar para cobrar estupendos petrod¨®lares. Hay una sensaci¨®n de fractura en los fondistas de Kenia que se traduce en actuaciones como las de Par¨ªs. No existieron. Fue un mon¨®logo de los peque?os fondistas et¨ªopes. La primera parte de la carrera no tuvo demasiada historia. Se taparon todos mientras el estadounidense Mezefleghi dirig¨ªa las operaciones sin ninguna convicci¨®n. Por la cabeza pas¨® Dieter Baumann en una ocasi¨®n, y eso s¨®lo era un s¨ªntoma de que la carrera iba lenta. No es nada frecuente ver a un p¨¢lido europeo en las primeras posiciones de una gran carrera de fondo. Baumann fue una an¨¦cdota en la prueba; Mezefleghi, tambi¨¦n. Este americano de nuevo cu?o procede de Etiop¨ªa, donde era un secundario sin m¨¢s aspiraciones. Pens¨® que en Estados Unidos tendr¨ªa las oportunidades de brillar que no consegu¨ªa en su pa¨ªs. Es cierto que brilla y que acude a los Mundiales con las barras y estrellas, pero nada m¨¢s. No est¨¢ para grandes cosas.
La carrera se decidi¨® en dos asaltos. El primero lo protagoniz¨® Gebreselasie cuando lanz¨® un ataque devastador que dej¨® un reguero de cad¨¢veres por el camino. S¨®lo le siguieron Bekele, Sihine y Kamathi. En definitiva, tres et¨ªopes y un keniano, que vivi¨® la carrera en Fort Apache, siempre rodeado de enemigos. A falta de dos kil¨®metros se hundi¨®. No pod¨ªa manejar la marea verde. Un nuevo ataque de Gebreselasie derrumb¨® a Sihine, pero no conmovi¨® al joven Bekele, igual de peque?o que el viejo campe¨®n, igual de perfecto en la eficacia de su zancada, pero con diez a?os menos. A Bekele le sobra energ¨ªa y velocidad. Se agarr¨® sin dificultades a la rueda de su legendario compa?ero y esper¨® su momento. Gebreselasie debi¨® mirarse en el espejo: eso muchacho era ¨¦l diez a?os atr¨¢s, en los Mundiales de Sttutgart. Ahora le faltaba el gas necesario para ganar la carrera. Bekele lo sab¨ªa y solt¨® su latigazo en los ¨²ltimos 200 metros. Se despeg¨® con facilidad ante los ojos de 60.000 aficionados que esperaban la respuesta del gran Gebre. No hubo tal. Era el momento para otra cosa, para ceder el manto de campe¨®n y traspasar los poderes. Es lo que hizo Gebreselasie en Par¨ªs.
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