El editor Mario Muchnik muestra sus fotograf¨ªas de puro artesano
Una exposici¨®n recorre sus cuarenta a?os de afici¨®n a la c¨¢mara
Lleva la c¨¢mara enrollada a la mano por si le ataca "el impulso". Y es que eso, dice Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931), es la fotograf¨ªa: "Un impulso, el que te entra cuando quieres captar un momento especial", afirma el editor y escritor, que muestra ahora sus trabajos como fot¨®grafo en una exposici¨®n en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. Son obras de artesano, porque para ¨¦l son "artesanos y no artistas" los que captan el aire de ese oficio.
Prefiere a Henri Cartier-Bresson que a Sebasti?o Salgado. "Fotografiar la desgracia y el sufrimiento no es de buena ley; por eso, a m¨ª Salgado me repele y admiro mucho a Cartier-Bresson", asegura Muchnik como declaraci¨®n de intenciones. Adem¨¢s, fue el franc¨¦s sutil y profundo con la c¨¢mara quien reivindic¨® su oficio antes que nadie como el de un artesano. "En ninguna foto hay arte, aunque s¨ª mucho trabajo", afirma este bonaerense errante, quien en ese viaje sin parada fija que ha hecho durante 40 a?os junto a su c¨¢mara dice haber cambiado poco. "No he cambiado de mujer, ni de altura, pero s¨ª algo de di¨¢metro", admite.
Y en su manera de mirar, apenas nada tampoco. "De la primera fotograf¨ªa que hay en la exposici¨®n, y que es del a?o 63, a la ¨²ltima, de este mismo a?o, me he dado cuenta de que han cambiado pocas cosas", reflexiona. Todas son en blanco y negro porque, dice, "la fotograf¨ªa es abstracci¨®n y no hay nada m¨¢s pr¨®ximo a la abstracci¨®n que el blanco y negro". El color le molesta: "No es para los fot¨®grafos, es para los pintores, porque lo pueden controlar, mientras que en fotograf¨ªa es muy dif¨ªcil hacerlo".
Adem¨¢s, demuestra un aut¨¦ntico vicio por la sencillez y por las personas normales que pueblan mundos anormales: desde las cabras muertas que parecen bailarinas en plena pirueta a los ni?os indefensos y algo asustados ante las doctrinas de los dioses monote¨ªstas, o las esculturas y mu?ecas de porcelana que se sientan de manera inquietante, o los paisajes que apabullan y ralentizan a¨²n m¨¢s el movimiento de los burros... Todo ordenado de manera aleatoria, casi siempre con el arte muy presente y la fealdad ausente: "Hab¨ªa 61 espacios y hemos puesto 61 fotos", explica, como ¨²nico criterio.
Es su primera exposici¨®n. "Al que m¨¢s ilusi¨®n me hace es a m¨ª, claro", afirma con un entusiasmo contenido, como de principio de curso. Pero no es la primera vez que se ha tomado la fotograf¨ªa como un trabajo serio. "Ya publiqu¨¦ dos libros de fotograf¨ªa, uno sobre Miguel ?ngel, del que hay aqu¨ª una foto, y otro contra Par¨ªs". ?Contra Par¨ªs? ?Hay tantas cosas malas en esa ciudad como para sostener un libro entero? "Claro. Yo fui muy infeliz. Viv¨ª 11 a?os en ella y lo pas¨¦ muy mal. No comprend¨ªa bien qu¨¦ pasaba ni por qu¨¦ y me dije que ten¨ªa que hacer un libro. No sab¨ªa c¨®mo empezar y un d¨ªa, hablando con mi amigo Italo Calvino, me dijo que la belleza all¨ª est¨¢ empaquetada y que yo deb¨ªa captar la fealdad de esa hermosura en los bultos. As¨ª hice Un b¨¢rbaro en Par¨ªs", confiesa con su c¨¢mara atada a la mano como un bast¨®n plegado, dispuesto a servirle de arma para sus impulsos. "La llevo casi siempre por si me entran ganas, como ahora, que quiero hacerle un retrato a C¨¦sar Antonio Molina", dice Mario Muchnik antes de subir a disparar al director del C¨ªrculo. La fotograf¨ªa es algo irrefrenable en ¨¦l, est¨¢ claro.
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