Don Jaime
Es de un escepticismo de acero. Su historia es la de un espa?ol que pierde su tierra y la alcanza luego, cuando ¨¦sta est¨¢ ennegrecida a¨²n por el fervor fascista. Cre¨®, en Seix, en Alianza, en Aguilar, en Alfaguara, una nueva manera de enfrentarse al mundo, editando y leyendo. Aquel viaje que hizo al exilio fue ya para ¨¦l un viaje definitivo; aun as¨ª, cuando en Espa?a volvi¨® a hablarse otro lenguaje, el de la ilusi¨®n de la libertad, particip¨® en la vida nacional, se empe?¨® en edificar bibliotecas, para diseminar el esp¨ªritu cosmopolita que hab¨ªa aprendido en su largo trayecto, y contribuy¨® a hacer que este pa¨ªs se pareciera a aquel que anim¨® la vida de los que luego vieron sepultadas sus esperanzas por la guerra civil. De una discreci¨®n que no se rompe nunca, ha andado por la vida fij¨¢ndose: ah¨ª se le ve, en las fotograf¨ªas, en la trastienda de los asuntos, viendo c¨®mo triunfan los otros, siendo al tiempo el que alienta y tambi¨¦n el que espera, el que no desespera. Conoci¨®, como el personaje de Hemingway que tanto cita Bryce Echenique, la angustia y el dolor, pero no dej¨® que nadie le viera triste una ma?ana. Algunos, en los tiempos en que ¨¦l era el poderoso editor, le llamaban Tito Jaime, porque se comportaba siempre con la generosidad piadosa que los t¨ªos desgranan con los sobrinos que prometen; desde hace a?os trabajaba en las memorias propias, que parec¨ªan ser eternas, pues las ha corregido como quien quiere hacer imposible que aparezcan. Pero al final ha podido sobre su propia pereza para editarlas la raz¨®n que todo editor tiene en el alma para dar a la estampa lo que est¨¢ sobre su mesa: son memorias necesarias, para entender por qu¨¦ este caballero de la cultura se merece, como nadie, el don del nombre. Grandes temporadas don Jaime vive lejos de la calle Don Pedro donde habita; vive en el extranjero, pero es que en esa calle Salinas sigue viviendo fuera. Este es un pa¨ªs que expulsa siempre, de alg¨²n modo, y esta inteligencia delicada se ha sentido expulsada tantas veces... Ahora don Jaime se va a encontrar con sus lectores, aquellos que ¨¦l procur¨® para tantos otros. Tendr¨¢ que ponerse en primer plano. Lo estar¨¢, como un caballero.
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