En favor del impuesto de sucesiones
La supresi¨®n del impuesto de sucesiones, como ha anunciado el PP, beneficiar¨¢ a los grandes patrimonios y pretende dinamitar el derecho a la igualdad de oportunidades.
Creo, sinceramente, que el PP deber¨ªa reconsiderar su propuesta de eliminar el impuesto de sucesiones y olvidarse de ella. Durante el tiempo que el PP es responsable del Gobierno central ha decidido reducir el impuesto sobre la renta, un impuesto progresivo, y ha decidido equilibrar el presupuesto contra viento y marea. Aunque muchos puedan estar en desacuerdo, hay que reconocer que este tipo de decisiones forman parte de las opciones pol¨ªticas de un Gobierno y son, precisamente, las que nos muestran sus perfiles. En general, los gobiernos conservadores prefieren reducir el tama?o del Estado -que, por cierto, es el ¨²nico espacio de la sociedad donde los recursos se pueden asignar democr¨¢ticamente en funci¨®n de las necesidades de los individuos-, son partidarios de reducir los impuestos y proclaman, al mismo tiempo, el inter¨¦s de equilibrar el presupuesto, con lo que se cierran todas las puertas para que el gasto p¨²blico pueda crecer. Todo esto suele fundamentarse en razones de eficacia y forma parte del juego pol¨ªtico de las sociedades consolidadas y democr¨¢ticas.
No es lo mismo reducir la tarifa del impuesto de sucesiones que derogarlo
Los Gobiernos conservadores son partidarios de reducir los impuestos
Sin embargo, en esta ocasi¨®n, con el tema del impuesto de sucesiones, el PP ha dado un paso m¨¢s all¨¢, ha sacado los pies del tiesto, tras las huellas de los grandes l¨ªderes conservadores. Tras las huellas de Bush y una parte del partido republicano de Estados Unidos, cuyas propuestas para derogar el impuesto de sucesiones se han venido reiterando durante los ¨²ltimos a?os. Y tambi¨¦n tras las huellas de Berlusconi, que se mueve en esa misma direcci¨®n.
Es f¨¢cil entender que no es lo mismo reducir la tarifa del impuesto de sucesiones que derogarlo. En un caso estamos modulando el patr¨®n distributivo de las cargas p¨²blicas, mientras que en el otro estaremos exonerando de impuestos a un determinado colectivo, el de los ciudadanos m¨¢s ricos, y esto es ya harina de otro costal. Cuando se propone suprimir el impuesto de sucesiones no estamos planteando una medida ordinaria de pol¨ªtica tributaria, sino intentando un cambio en las reglas de juego. Estamos intentando cambiar lo que algunos llamar¨ªan la "constituci¨®n fiscal".
Y es que el impuesto de sucesiones no es un impuesto cualquiera. Es un impuesto fundamental que permite, en la l¨®gica de nuestra imposici¨®n directa, garantizar que todos los acrecentamientos patrimoniales ser¨¢n igualmente gravados. La imposici¨®n directa descansa en una idea muy clara: todo lo que afluye a un sujeto, todo lo que recibe y puede destinar al consumo o a aumentar su patrimonio, debe ser gravado por igual, pues es la suma de todo lo que recibe, el mejor indicador de su capacidad de pago. Alrededor de esta sencilla idea se articulan los impuestos directos, el impuesto sobre la renta que somete a gravamen todos los acrecentamientos patrimoniales que obtenga un sujeto en tanto procedan de su trabajo, de su capital, de sus negocios, del azar o de ganancias de capital, y el impuesto de sucesiones, que grava las restantes v¨ªas de acrecentamiento patrimonial, esto es, las donaciones y las herencias. Uno y otro impuestos son, pues, complementarios y entre ambos hacen realidad el principio de la capacidad de pago.
Por eso, la supresi¨®n del impuesto de sucesiones, con pretextos tra¨ªdos por los pelos, vendr¨ªa a exonerar de tributaci¨®n, injustificadamente, a toda una v¨ªa de acrecentamiento patrimonial, una v¨ªa que, adem¨¢s, no afecta a todos por igual, sino que beneficia especialmente a los poseedores de mayores patrimonios.
Junto a esta funci¨®n, el impuesto de sucesiones aparece, desde su origen, vinculado con la instituci¨®n de la herencia que, a fin de cuentas, es un veh¨ªculo de transmisi¨®n de la propiedad que viene a consolidar las desigualdades. Es evidente que los hijos de los m¨¢s ricos, al heredar, disponen de una situaci¨®n de partida bien alejada de aquellos otros que carecen de patrimonio. Por eso no han faltado en la historia propuestas abogando, sencillamente, por eliminar la herencia como mejor f¨®rmula para conseguir una aut¨¦ntica igualdad de oportunidades. Las posiciones m¨¢s moderadas no se plantean, en cambio, la desaparici¨®n de la herencia, pero entienden que un impuesto que grave estas transmisiones de riqueza podr¨ªa contribuir a suavizar las desigualdades. La idea moderada es muy sencilla: mantengamos la herencia pero detraigamos del capital que se transmite, en mayor medida cuando se trate de patrimonios importantes, una porci¨®n que nos permita financiar pol¨ªticas de igualdad de oportunidades, esto es, que nos permita garantizar efectivamente que todos los ciudadanos, con independencia de su origen y recursos, dispondr¨¢n de las mismas oportunidades para estudiar, para formarse y para participar en la sociedad.
As¨ª pues, el impuesto de sucesiones, adem¨¢s de jugar un papel t¨¦cnicamente impecable cerrando la tributaci¨®n de todas las v¨ªas de acrecentamiento patrimonial, constituye, a la vez, una pieza esencial de un compromiso entre el derecho a heredar de unos y el derecho de todos a disponer de las mismas oportunidades, y es ese compromiso, precisamente, lo que la radicalidad de la propuesta del PP pretende dinamitar.
Jos¨¦ V. Sevilla es economista.
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