'La calle de Valverde', de Max Aub
EL PA?S rescata una gran novela que reconstruye la vida de Madrid en tiempos de Primo de Rivera
Fue una ¨¦poca de cambios la de la dictadura de Primo: la vieja ciudad provinciana se va transformando, y los signos de una incipiente modernidad -los coches veloces, los bailes con m¨²sica americana, la presencia de escritores e intelectuales, como Valle, Negr¨ªn o Aza?a- invaden sus calles, en las que se construyen nuevos edificios y espacios p¨²blicos. Ninguno de los personajes, reales e imaginarios, que recorren La calle de Valverde imagina lo que va a ocurrir en los pr¨®ximos a?os: la llegada de la Rep¨²blica, con todas las esperanzas que despierta, y luego la Guerra Civil, que las va a destruir de manera implacable. Max Aub, que ha sido uno de los grandes narradores del terrible conflicto, escribi¨® esta novela (que ma?ana podr¨¢n comprar los lectores por 2,95 euros al adquirir EL PA?S) mucho despu¨¦s de la dram¨¢tica experiencia, y tuvo la maestr¨ªa de recuperar el clima de una ciudad distendida cuando sab¨ªa ya de la negrura que la invadi¨® despu¨¦s. Nacido en Par¨ªs en 1903, Max Aub tard¨® en dominar la lengua espa?ola, en la que escribi¨® su impresionante obra, que ha quedado un tanto olvidada por el drama hist¨®rico que le toc¨® vivir: la guerra y el exilio. Regres¨® antes de morir Franco y le deprimi¨® la Espa?a que encontr¨®. Muri¨® en M¨¦xico en 1972.
Caf¨¦s y tertulias
La literatura espa?ola del siglo XX no habr¨ªa sido lo que fue sin los caf¨¦s y sus tertulias. Famosas son las que tuvieron a Ram¨®n G¨®mez de la Serna como eje en el caf¨¦ Pombo o la que se reun¨ªa en el Gij¨®n.
Max Aub frecuent¨® muchas de estas tertulias y en La calle de Valverde da testimonio del papel central que jugaron en la vida intelectual de Madrid durante la dictadura de Primo de Rivera. Se menciona, por ejemplo, la que frecuentaba Enrique D¨ªez-Canedo en el Regina y otras como la de El Alfar.
El escritor valenciano, como tantos otros espa?oles, no abandon¨® esta costumbre en el exilio y su presencia se hizo habitual en el caf¨¦ Sorrento de la capital mexicana. Aub llegar¨ªa a utilizar este ambiente de expatriados como inspiraci¨®n de uno de sus mejores relatos, La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. En el cuento, un "mesero" harto de los gritos de los espa?oles, de su acento seco y su falta de educaci¨®n, quiere saber qu¨¦ hay que hacer para que su caf¨¦ vuelva ser el sitio tranquilo de antes. "Tendr¨ªa que morir Franco", le dicen. As¨ª que pone rumbo a Espa?a. Para matar al dictador.
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