El cisma

A pesar de la tregua acordada a mediados de agosto entre Eduardo Zaplana y Francisco Camps para sosegar los ¨¢nimos entre ambos y camuflar el impacto de sus diferencias hasta despu¨¦s de las elecciones generales de marzo, el asedio del ministro de Trabajo al presidente del Consell ha sido ininterrumpido. No s¨®lo no se han producido desde entonces las fotograf¨ªas de abrazos y besos que prometieron sus respectivos entornos, sino que el hostigamiento a Camps por parte de los representantes de Zaplana en la tierra se ha intensificado. Ah¨ª est¨¢ Seraf¨ªn Castellano, su locuaz percher¨®n, anunciando enmiendas para revisar las propias promesas electorales de Camps. O Fernando Giner, con su trote pl¨²mbeo en la Diputaci¨®n de Valencia, ora pas¨¢ndose por debajo de la pr¨®stata la Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua ora votando en contra del dec¨¢logo de promoci¨®n del valenciano en la Administraci¨®n impulsado por el nuevo Consell. Incluso aplicando el rastrillo en ratos muertos por las agrupaciones locales y ayuntamientos populares para amarrarlos al palo del portavoz del Gobierno con la excusa electoral y aprovechar la cohesi¨®n contra Camps. Aunque ¨¦stas son en el fondo maniobras habituales entre pol¨ªticos sagaces (Jes¨²s Civera), pero su fin pervierte el esp¨ªritu del estatuto de autonom¨ªa (que no fue precisamente un regalo de Zaplana) porque persigue supeditar nuestra m¨¢xima instituci¨®n a la estructura org¨¢nica personalista que trata de forjar el ministro en el PP valenciano: una autonom¨ªa dirigida con mando a distancia desde Madrid. Pese a todo, el tiempo corre a favor de Camps, que no solamente es el presidente de la Generalitat sino que el pasado 25 de mayo logr¨® 1.144.110 votos, haciendo del PP el partido m¨¢s votado en unas elecciones auton¨®micas de la Comunidad Valenciana. Y aproxim¨¢ndose al hito que estableci¨® en las generales de 2000 ¨¦l mismo como cabeza de lista cuando obtuvo los m¨¢s altos resultados de la formaci¨®n: 1.267.062 sufragios, el 52,7% del censo. Camps rompi¨® el techo alcanzado por el PP en las auton¨®micas de 1999, fijado por Zaplana en 1.085.011 votos. Habr¨¢ que ver Zaplana qu¨¦ es capaz de romper en las urnas de marzo, que suele ser un mes gafe para el cesarismo.