Se?ales
Hace unos d¨ªas, con motivo del naufragio de una patera frente a las costas de C¨¢diz en el que murieron por ahogamiento 36 magreb¨ªes, comentaba que se percib¨ªa un mayor grado de sensibilizaci¨®n ante tragedias en las que los protagonistas son inmigrantes de los llamados ilegales. Realizar esta afirmaci¨®n con 36 muertos de fondo puede parecer, incluso ser, no muy acertado. Sin embargo, entiendo que no es as¨ª. La personaci¨®n de la Fiscal¨ªa de C¨¢diz en las diligencias penales abiertas, las declaraciones del capit¨¢n del mercante afirmando que pod¨ªan haberse salvado y la voluntad de algunos abogados de actuar como acusaci¨®n particular, son signos de compromiso de la sociedad con los m¨¢s pobres. Una buena se?al.
Algo, lo sucedido, que no parece sea puntual ni anecd¨®tico. Las detenciones de tres sospechosos de apalear a inmigrantes -tambi¨¦n marroqu¨ªes- en El Ejido y su ingreso en prisi¨®n abundan en este sentido.
Claro que, ante tragedias de esta naturaleza y delitos racistas, no siempre encontramos capitanes de barco que impulsen respuestas que impidan que estos hechos se repitan. La pasividad, el mirar para otro lado, por lo general es m¨¢s frecuente. Otro sentido no tiene que el subdelegado del Gobierno en Almer¨ªa haya intentado expulsar a los inmigrantes apaleados. Un absurdo, tan absurdo que s¨®lo puede favorecer a los agresores. Menos mal que la cordura se ha impuesto por decisi¨®n del delegado del Gobierno, Juan Ignacio Zoido, quien ha impedido las expulsiones. Es normal. Lo contrario dar¨ªa lugar a la impunidad de los agresores. Dif¨ªcilmente podr¨ªan ser identificados si a los apaleados los larga el subdelegado. De ah¨ª que, tal vez, pueda pensarse que el que deb¨ªa no s¨®lo rectificar, sino adem¨¢s irse ser¨ªa el propio subdelegado. Su decisi¨®n favorec¨ªa consciente o inconscientemente -no se sabe qu¨¦ es peor- a los agresores. Claro que tampoco estar¨ªa mal que el SAS investigara si algunos m¨¦dicos de sus hospitales no facilitan partes de lesiones a los juzgados cuando los lesionados son inmigrantes.
Seguramente, si a uno y a otros se les exigiera responsabilidades por faltar a la cordura y a sus obligaciones, aquellas se?ales que empiezan a darse ser¨ªan lo suficientemente intensas como para impedir y frenar la xenofobia en una sociedad que la rechaza.
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