Camino de decadencia
El autor arroja una mirada cr¨ªtica sobre el principal partido de la oposici¨®n y explica su temor de que se est¨¦ alejando de las clases medias, claves para conseguir mayor¨ªas
La clave de la situaci¨®n pol¨ªtica general en Espa?a no est¨¢ en el PP, sino en el PSOE. Las recientes elecciones est¨¢n mostrando la impotencia del PSOE para convertir en votos y poder pol¨ªtico el desgaste que est¨¢ sufriendo el PP durante la legislatura. Si las gallegas y municipales se vieron como oportunidades perdidas, las madrile?as y catalanas se interpretan como algo m¨¢s profundo. Cunde la sensaci¨®n de que el PSOE est¨¢ sumergido en una crisis, en una decadencia. La gravedad del tema obliga a asentar los argumentos sobre datos, evitando que parezcan opiniones. La acumulaci¨®n de datos lleva a pensar que lo que est¨¢ en juego es que el PSOE se convierta -si no se ha convertido ya- en una especie de SFIO francesa de los a?os cincuenta y sesenta, un partido con muy pocos afiliados muy mayores, controlado por dirigentes regionales, acantonado en algunas comunidades y ayuntamientos, con una direcci¨®n central incapaz de imprimir una pol¨ªtica coherente y de ganar unas elecciones generales. (Una excelente descripci¨®n de la SFIO est¨¢ en Angelo Panebiano, Modelos de partido, Alianza, 1990). Primer dato, por si parece exagerada la tesis: el PSOE no ha recuperado en solitario desde 1986 ninguna comunidad o ciudad importante que haya perdido, lo que da la medida de su ineficacia como partido en la oposici¨®n.
Cada elecci¨®n se salda con p¨¦rdidas de apoyos sociales y se?ales de desorientaci¨®n estrat¨¦gica. En las madrile?as de octubre perdi¨® el 12,6% de sus votos de mayo (un 6% m¨¢s que el PP), pero entre los sectores de clases medias las p¨¦rdidas fueron enormes: rozan el 20% en ciudades y distritos de la capital como Las Rozas, Chamart¨ªn, Pozuelo, Chamber¨ª, Majadahonda, Salamanca, Retiro... y el 15% en Ciudad Lineal, Fuencarral..., lo que evidencia el distanciamiento de un sector social clave para obtener mayor¨ªas en Madrid y en Espa?a, cuyo apoyo es vital para la credibilidad de cualquier proyecto progresista con capacidad de gobierno. Sin contar la mermada convicci¨®n con la que gran parte de los votantes apoyaron al PSOE. En Barcelona capital, el PSC pas¨® del 37,7% en 1999 al 30,8% en 2003 en votos v¨¢lidos, y en las ciudades de su ¨¢rea metropolitana ha perdido de media un 12% de sus votos de hace cuatro a?os. Ya en las municipales registr¨® descensos en estas zonas. Esto indica que sectores sociales que le han apoyado hasta ahora se han distanciado. Pero m¨¢s importante que las cifras es c¨®mo se producen estos descensos: hace un a?o la sociedad catalana ten¨ªa la convicci¨®n de que Maragall era el presidente deseable y CiU afrontaba una etapa de incertidumbre sin Pujol. Lo malbarat¨® con propuestas originales y compromisos de reforma del Estatuto (contraproducentes para la posici¨®n del PSC y para la situaci¨®n pol¨ªtica general) que favorecieron la radicalizaci¨®n del nacionalismo. La negativa de los dirigentes socialistas a cualquier reflexi¨®n ante estos datos y errores incrementa el disgusto de sus votantes. Es chocante que el PSOE afrontara todas estas elecciones con la convicci¨®n de que iba a ganarlas.
El PSOE es incapaz de capitalizar el cambio de clima que se detecta en la sociedad. Tras ocho a?os de gobierno del PP, la opini¨®n p¨²blica aprecia un panorama pol¨ªtico conflictivo y una situaci¨®n econ¨®mica deteriorada. Sectores como los directivos de las grandes empresas vacilan en su apoyo a las pol¨ªticas del PP. El intento de reforma del mercado de trabajo, frenado con la huelga general del 20-J, fue un punto de inflexi¨®n. Los apoyos del PP se erosionaron entonces. Despu¨¦s, las reformas de la universidad, la percepci¨®n de deterioro de los servicios p¨²blicos, la gesti¨®n del hundimiento del Prestige y la implicaci¨®n de Espa?a en la guerra de Irak fueron creando un nuevo clima que se fue traduciendo en la movilizaci¨®n paulatina de parte de los m¨¢s de dos millones de votantes progresistas que se abstuvieron en las generales de 2000. A principios de 2003 la intenci¨®n de voto al PSOE creci¨® considerablemente. Pero las municipales revelaron su dificultad para captar este nuevo clima y ofrecer una propuesta cre¨ªble. Su ventaja se volatiz¨® a mediados de 2003. El CIS no ha publicado a¨²n su bar¨®metro de octubre, pero los resultados de las elecciones recientes permiten entrever que el PP ha superado al PSOE.
?Por qu¨¦ est¨¢ pasando esto? Sin exageraci¨®n: amplios sectores sociales ven en el PSOE un factor de incertidumbre. La valoraci¨®n de la opini¨®n p¨²blica de la actividad del PSOE en la oposici¨®n es pobre. La comparaci¨®n de las im¨¢genes de Zapatero y Rajoy muestra que la de Zapatero es muy deficitaria en las cualidades que definen a un dirigente pol¨ªtico (liderazgo, capacidad para crear equipos, preparaci¨®n). Los datos sobre los candidatos a la Comunidad de Madrid ofrec¨ªan perfiles a¨²n m¨¢s negativos para el PSOE. Cabe concluir que la sociedad espa?ola no ve en el PSOE un equipo capaz de dirigir el pa¨ªs. Ofrece una alternativa basada en el desgaste del PP y en pactos con quien quiera desbancar al PP (en este momento, el PSOE tiene pactos municipales con IU, BNG, PRC, PAR; Chunta, LV, ERC, IC y PP en el Pa¨ªs Vasco), lo que da una sensaci¨®n de incoherencia. El PSOE parece haber perdido las ganas de ofrecer a la sociedad un proyecto socialdem¨®crata mayoritario. Es revelador que en Madrid hable de ganar elecciones cuando debe apoyarse en IU. La conclusi¨®n es que la imagen del PSOE est¨¢ restando apoyos a una alternativa progresista. Ya pas¨® en 2000.
En 1996, el PSOE se enga?¨® con la enso?aci¨®n de un r¨¢pido retorno al Gobierno. Confiando en que la incompetencia del PP y el recuerdo de sus pol¨ªticas lo devolver¨ªan al Gobierno autom¨¢ticamente, no afront¨® reforma interna alguna ni actualiz¨® su programa. En 2000, noqueado por la magnitud de la derrota, lo fi¨® todo a un golpe de suerte al elegir un secretario general cuya imagen no se ha consolidado, y bloque¨® su organizaci¨®n eliminando las primarias, fijando congresos cada cuatro a?os y medio, etc¨¦tera. La acumulaci¨®n de procedimientos de estabilizaci¨®n interna lo han hecho tan r¨ªgido que ahora parece incapaz de reaccionar. El gas de esta apuesta parece haberse agotado.
Hay un clima pesimista en los c¨ªrculos cercanos al PSOE. Dominan oscuros presagios sobre las elecciones generales. Pero si siguiera en la oposici¨®n, la tarea que tiene por delante es ingente: reconstruirse, casi reinventarse como partido. Si quiere volver a gobernar deber¨¢ reorganizar, modernizar, democratizar y profesionalizar (en el mejor sentido del t¨¦rmino) su organizaci¨®n. De lo contrario, seguir¨¢ el camino de decadencia que ya ha iniciado, y que lleva a la sociedad espa?ola a no tener alternativa al PP y a los nacionalismos.
Jos¨¦ A. G¨®mez Y¨¢?ez es soci¨®logo
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