"M¨¦xico ha dejado de ser oficialmente homog¨¦neo para ser, desde los a?os noventa, oficialmente diverso"
El an¨¢lisis del panorama literario de M¨¦xico, estableciendo sus or¨ªgenes, inspiraciones y tem¨¢ticas actuales, requiere de la erudici¨®n, observaci¨®n y agudeza del periodista, cronista, ensayista y narrador Carlos Monsiv¨¢is (M¨¦xico DF, 1938), que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 2000 por Aires de familia. Cultura y sociedad en Am¨¦rica Latina y acaba de publicar Las tradiciones de la imagen (Fondo de Cultura Econ¨®mica). "La aparici¨®n del Mercado, con may¨²sculas", subraya, "es uno de los factores que determinan los cambios en curso. Los autores m¨¢s j¨®venes han le¨ªdo a los pr¨®ceres de la literatura norteamericana y de Am¨¦rica Latina. Pero M¨¦xico adolece de lectores y librer¨ªas y casi toda la oferta cultural se localiza en la capital federal".
"El rock es un sustrato literario vigoros¨ªsimo, y tambi¨¦n lo es la violencia del habla tal y como la recoge el cine"
"La cr¨ªtica pol¨ªtica y social, que ya no declara sus lealtades ideol¨®gicas, es bastante m¨¢s ¨¢cida y dura"
La generaci¨®n del crack -Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro ?ngel Palou y Eloy Arroz-, surgida a finales de los a?os noventa, considera Monsiv¨¢is, "tiene en com¨²n el rechazo y el apego simult¨¢neos a la tradici¨®n, y en lo dem¨¢s difieren bastante". Y los novelistas Juan Villoro, "adem¨¢s, un cronista de primer orden", Daniel Sada, David Toscana, Guillermo Fadanelli, Enrique Serna y Mario Bellat¨ªn, entre otros, "si no forman grupo generacional s¨ª tienen grandes correspondencias internas. Pero nada m¨¢s citar alguna es terrible. El que dice nombres comete injusticias y por omisi¨®n prueba casi nada".
PREGUNTA. ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en M¨¦xico? ?Hacia d¨®nde van los tiros?
RESPUESTA. Lo primero a destacar es la transformaci¨®n que trae consigo el Mercado. S¨²bitamente, los escritores se descubren como productos, y como productos sujetos a una obsolescencia acelerada. Surgen los agentes literarios, en las librer¨ªas el periodo de gracia acordado a una novedad editorial es a lo sumo tres meses (despu¨¦s emprenden el largo camino que desemboca en los saldos y el reciclaje), las presentaciones de las novedades bibliogr¨¢ficas son m¨¢s bien c¨®cteles, bailes de quince a?os o ceremonias de graduaci¨®n, etc¨¦tera. Tambi¨¦n hay un buen n¨²mero de revistas y suplementos, hay p¨¢ginas culturales en la mayor¨ªa de las publicaciones, estaciones de radio y dos canales culturales de buen nivel.
P. M¨¦xico apenas tiene lectores. La lectura de algunos altos funcionarios es de medio libro al a?o.
R. Efectivamente, como contrapunto de lo que le digo, apenas hay lectores y librer¨ªas, y el 90% de los ofrecimientos culturales a¨²n se concentran en Ciudad de M¨¦xico. ?tem m¨¢s: la poes¨ªa no suele venderse, y de los mexicanos nada m¨¢s circulan regularmente las obras de unos cuantos que disponen de un p¨²blico espec¨ªfico: Sabines, Paz, Pacheco, para empezar.
P. ?Qu¨¦ pasa con los autores nuevos? ?De d¨®nde vienen? ?Cu¨¢les son sus or¨ªgenes?
R. En poes¨ªa, la tradici¨®n nacional sigue impresionando por su calidad sostenida. Adem¨¢s, y obviamente, los j¨®venes conocen con amplitud la poes¨ªa internacional, traducen, suelen viajar, sus textos son de buena factura, pero por razones diversas no consiguen el p¨²blico que merecen, y ni siquiera, como en generaciones anteriores, reciben la atenci¨®n de sus compa?eros.
P. ?Y en la narrativa?
R. Sucede algo similar, que tambi¨¦n se observa en otros pa¨ªses. Los cuentistas no consiguen el p¨²blico suficiente, salvo excepciones, y s¨®lo un pu?ado de novelistas se escapa de la mirada r¨¢pida y el olvido instant¨¢neo. Todo se desprende de la inmensidad de las ofertas y, en otro nivel, de la proliferaci¨®n de f¨®rmulas. Por ejemplo, la violencia urbana que se padece nutre a dos g¨¦neros que bien pueden ser uno solo, el thriller y la novela noir.
P. La procedencia de los escritores es variada.
R. Cada vez m¨¢s de la novel¨ªstica norteamericana, en especial de los hard boiled writers de la d¨¦cada de 1930 y 1940: Hammett, Chandler, Goodis, Woolrich, Thompson. Distante y cercano J. D. Salinger; y los reemplazos de Hemingway y Faulkner, entre quienes figuran destacadamente Paul Auster y Philip Roth. Y por el peso de su industria editorial tan ubicua, y de su calidad, se leen con ¨¢nimo de estudio a espa?oles. Pero en rigor los escritores vienen de todas partes, y eso incluye el sue?o del ¨¦xito comercial, antes casi desconocido.
P. Seg¨²n esto, la narrativa norteamericana es la dominante.
R. No creo haber dicho esto. M¨¢s bien es la m¨¢s analizada en sus t¨¦cnicas, del mismo modo en que Tarantino y Scorsese son los m¨¢s revisados por los cineastas. Pero las lecturas son variad¨ªsimas. Adem¨¢s de los mexicanos, se ha le¨ªdo a Garc¨ªa M¨¢rquez, Cort¨¢zar, Vargas Llosa, Onetti, Manuel Puig y Reinaldo Arenas; y se lee tambi¨¦n a Tabucchi, Saramago, John Kennedy O'Toole, Joseph Roth, Coetzee, Bret Easton Ellis, se lee todo lo que se traduce con rapidez. No es colonialismo, sino la urgencia de estar al d¨ªa impuesta por la globalizaci¨®n.
P. ?Ve muchos talentos nuevos?
R. Los inevitables en cada generaci¨®n o promoci¨®n, no m¨¢s de dos o tres. Lo arduo para estos talentos es que a las exigencias anteriores (disciplina, renovaci¨®n formal, etc¨¦tera) les toca a?adir la paciencia ante los olvidos, las injusticias y las posposiciones del Mercado.
P. ?Cu¨¢les son algunos rasgos del nuevo acercamiento al hecho literario?
R. Los enuncio sin intentar siquiera describirlos ni mucho menos jerarquizarlos. Entre ellos: la oscilaci¨®n entre las formas ya probadas del relato y el estilo desenfadado que sugiere la educaci¨®n paralela en la m¨²sica, el cine y el videoclip. El rock es un sustrato literario vigoros¨ªsimo, y tambi¨¦n lo es la violencia del habla tal y como la recoge el cine (Pulp Fiction y Amores perros, dos muestras paradigm¨¢ticas). La abolici¨®n de las reticencias y la saturaci¨®n de la franqueza en materia sexual.
P. Usted tambi¨¦n cita la ca¨ªda de los dramas existenciales de las clases medias y su reemplazo por la irrupci¨®n de la Historia en la vida cotidiana.
R. As¨ª es. No s¨®lo hay un espacio inesperado para la novela hist¨®rica (Noticias del imperio, de Fernando del Paso; Los a?os con Laura D¨ªaz, de Fuentes; Tin¨ªsima, de Poniatowska; Guerra en el para¨ªso, de Carlos Montemayor) y de alg¨²n modo La guerra de Galio, de H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn. Tambi¨¦n, figuras alguna vez realmente existentes cruzan por las novelas con fluidez. ?Para qu¨¦ inventarlas del todo pudiendo recrearlas? Y lo externo que s¨ª ocurri¨® desplaza a lo interno que se inventa para disponer de sentimientos prestigiosos como la angustia. Y aunque el procedimiento nunca es expl¨ªcito, es notoria la abolici¨®n de las distancias entre realidad y ficci¨®n. Adem¨¢s, pierde terreno la prosa de intenciones cl¨¢sicas, y gana lo que antes hubiese sido ruido o cacofon¨ªa.
P. ?Cu¨¢les ser¨ªan algunas convergencias y divergencias entre las generaciones j¨®venes y las generaciones anteriores?
R. Comparativamente, los escritores j¨®venes disponen de mayores ventajas (becas del Estado, viajes, clases, talleres literarios), pero la competencia es m¨¢s dura, y darse a conocer, un rito antes muy delimitado, ahora es una ordal¨ªa. Al ganar el Premio Alfaguara Xavier Velasco o el Premio Seix Barral Jorge Volpi dispusieron de un p¨²blico instant¨¢neo que creci¨® con rapidez, pero los ajenos a estos llamados de atenci¨®n pueden publicar varios libros sin que se sepa de su existencia, algo dif¨ªcil anteriormente. Tambi¨¦n es tan decisivo el marketing que ya la publicidad parece integrarse a la obra. Y otra diferencia significativa es la certidumbre de lo prescindible del medio literario "a la antigua". Internet ha sustituido los caf¨¦s y las reuniones, y la Ciudad Letrada es hoy un proyecto de Ciudad Virtual.
P. ?Y la cr¨ªtica social y la fascinaci¨®n o el desencanto pol¨ªtico? ?Son asuntos presentes en los j¨®venes? ?C¨®mo retratan la sociedad en que viven? ?Les interesa hacerlo o les preocupan otros temas?
R. El desprestigio del realismo social y del realismo socialista, que le exig¨ªan militancia a sus lectores, despobl¨® el panorama de pronunciamientos tajantes. A esto se a?ade el cinismo impuesto por el PRI a lo largo de setenta a?os, el sectarismo de la izquierda convencida de que la Cuba de Castro es el ¨²nico pa¨ªs libre, y el desgaste de todos los movimientos sociales destruidos o asimilados por el PRI. Sin embargo, la cr¨ªtica pol¨ªtica y social de ahora, que ya no declara sus lealtades ideol¨®gicas, es bastante m¨¢s ¨¢cida y dura. La p¨¦rdida de ilusiones y contemplaciones, y esto se vierte en todas las expresiones narrativas. Todos los temas interesan, la guerrilla, la vida gay, la sociedad sin salida, la experiencia de los cat¨®licos, la evocaci¨®n de las ¨¦pocas cerradas, la Europa del nazismo... Ya no hay literatura comprometida, pero lo que el t¨¦rmino signific¨® ahora se prodiga y muy ampliado. No puede ser de otro modo en la Am¨¦rica Latina que sufre las devastaciones del neoliberalismo y las agresiones del imperio a cargo de Bush, el invasor de Irak y el defensor de los ecocidios, entre otras haza?as.
P. Los poetas son m¨¢s libres en sus temas.
R. Lo son al desaparecer tambi¨¦n la idea o la ilusi¨®n del artepurismo, aunque eso no evita, al contrario, la recreaci¨®n de la ciudad y su desesperanza. Lo formal ya no es una categor¨ªa prescindible, y todo se literaturiza.
P. ?En qu¨¦ momento del siglo XX se produce un giro importante?
R. El giro radical se produce en la d¨¦cada de 1950, cuando se establece al instante la condici¨®n de cl¨¢sico de Al filo del agua, la gran novela de Agust¨ªn Y¨¢?ez sobre la sexofobia cat¨®lica, y cuando el Fondo de Cultura Econ¨®mica lanza una colecci¨®n can¨®nica, Letras Mexicanas, donde publican Juan Rulfo (El llano en llamas, Pedro P¨¢ramo), Juan Jos¨¦ Arreola (Confabulario, Varia invenci¨®n), Luis Spota (Casi el para¨ªso) y Carlos Fuentes (La regi¨®n m¨¢s transparente). Al mismo tiempo se afirman los poetas Octavio Paz, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Rub¨¦n Bonifaz Nu?o, Eduardo Lizalde, y un narrador excelente, Jos¨¦ Revueltas, un "marxista ag¨®nico".
P. ?Cambia el criterio?
R. Un criterio hasta entonces exc¨¦ntrico, la internacionalizaci¨®n, se impone gracias a las obras de Paz, Rulfo y Fuentes, calificados un tanto cursimente de Mexicanos Universales. Esa tradici¨®n se quebranta al diversificarse la sensibilidad social, al pon¨¦rsele sitio a la Literatura con may¨²scula, y al imponer el g¨¦nero norteamericano de los best sellers la categor¨ªa de consumo. Sin embargo, nada es tan poderoso como la resonancia de los libros que una colectividad considera indispensables, entre ellos, Los de abajo, Al filo del agua, La sombra del caudillo, de Guzm¨¢n; La estaci¨®n violenta, de Paz; Recuento de poemas, de Sabines; El llano en llamas y Pedro P¨¢ramo, de Rulfo; La regi¨®n m¨¢s transparente y La muerte de Artemio Cruz, de Fuentes. Y en el ensayo El laberinto de la soledad de Paz que inventa y clausura el m¨¦todo de la identidad nacional.
P. ?Hay una generaci¨®n de transici¨®n entre el horizonte can¨®nico de Letras Mexicanas y la apertura del mercado como criterio ¨²ltimo?
R. No propiamente. En la d¨¦cada de 1960, en los espacios de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), y de las otras dos publicaciones espec¨ªficas, aparecen autores ya sin la obligaci¨®n de aprovechar o desaprovechar las atm¨®sferas nacionalistas. Entre ellos, Elena Poniatowska, Jorge Ibarg¨¹engoitia, Juan Garc¨ªa Ponce, Tom¨¢s Segovia, Salvador Elizondo, Sergio Pitol, Jos¨¦ de la Colina, In¨¦s Arredondo, Juan Vicente Melo, Fernando del Paso, Jos¨¦ Emilio Pacheco, Gabriel Zaid y Marco Antonio Montes de Oca. Arraigados en revistas y suplementos culturales, en la radio y las conferencias, ayudan a conformar un p¨²blico por lo dem¨¢s entusiasmado con los autores latinoamericanos: Borges y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, en primer¨ªsimo t¨¦rmino, y tambi¨¦n Jos¨¦ Lezama Lima, Julio Cort¨¢zar, Augusto Monterroso, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, Juan Carlos Onetti, Jos¨¦ Donoso, Adolfo Bioy Casares...
Una vez m¨¢s se prueba: toda literatura nacional incluye siempre en primera y ¨²ltima instancia a los escritores de habla hispana. No se puede concebir por ejemplo la poes¨ªa mexicana moderna sin la lectura de la generaci¨®n del 27, y sin sus grandes iconos: Garc¨ªa Lorca y Neruda, "mexicanizados" a fondo.
P. ?Por qu¨¦ se habla de 1968 como l¨ªnea divisoria en lo cultural?
R. La afirmaci¨®n es un tanto m¨ªtica. Lo ocurrido en 1968 fue un gran movimiento estudiantil en Ciudad de M¨¦xico en defensa de los derechos humanos y civiles, un presidente de la Rep¨²blica enloquecido de autoritarismo, un Poder Legislativo y un Poder Judicial disciplinadamente abyectos. La matanza de una multitud indefensa el 2 de octubre en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco es un fen¨®meno de consecuencias inmensas, pero no exactamente literarias. A esta distancia pareciera que as¨ª fue, y que la literatura, luego de la revoluci¨®n de 1910-1940, hall¨® su nuevo manantial tem¨¢tico y an¨ªmico en 1968. No lo creo, 1968 fue decisivo, pero fue un elemento entre otros.
P. ?C¨®mo define la unanimidad en el siglo XX mexicano?
R. De un pa¨ªs oficialmente homog¨¦neo (un solo partido, un solo idioma, una sola religi¨®n, un solo g¨¦nero dominante, un acatamiento incondicional del patriarcado), M¨¦xico pasa a ser un pa¨ªs plural y, desde la d¨¦cada de 1990, un pa¨ªs oficialmente diverso.
P. ?Y los derechos de las minor¨ªas?
R. Se van configurando los derechos de las minor¨ªas sexuales, y todo esto tiene consecuencias notables en la literatura. Van cayendo los guetos de la conducta y los silencios adyacentes y se quebrantan en definitiva las censuras mentales y much¨ªsimas de las gubernamentales. No apunto a la variedad de formas narrativas, algo inevitable, sino a los cambios dr¨¢sticos en la sociedad y a los nuevos enfoques de lectura que dan como resultado otra literatura. Ejemplifico con la literatura escrita por mujeres. Hay escritoras notables, Nellie Campobello, Rosario Castellanos, Elena Garro (cuentista, novelista y dramaturga de excepci¨®n), Elena Poniatowska (dos libros magn¨ªficos, entre otros, Hasta no verte Jes¨²s m¨ªo y La noche de Tlatelolco), y Margo Glantz (Las genealog¨ªas).
P. A veces, la cr¨ªtica las trata de una manera paternalista.
R. Son autoras absolutamente modernas a las que sin embargo la cr¨ªtica y la recepci¨®n p¨²blica, efectivamente, tratan paternalistamente por su condici¨®n femenina. Se requiere de la emergencia internacional del feminismo para fijar otros criterios, que se potencian con el ¨¦xito de -entre otras- Laura Esquivel (Como agua para chocolate), ?ngeles Mastretta (Arr¨¢ncame la vida), Sara Sefchovich (Demasiado amor) y las cr¨®nicas de Guadalupe Loaeza. Cada autora aporta su p¨²blico y en conjunto pulverizan la exigencia de exhibir una sensibilidad sumisa, etc¨¦tera. Sin estos alcances de creaci¨®n de p¨²blicos, pero de manera sostenida, se instala la narrativa de tem¨¢tica gay, desde El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata. Se rompen los tab¨²es tem¨¢ticos y verbales y se naturaliza a fondo el estilo desempe?ado y "juvenil" expresado por un habla viv¨ªsima, y all¨ª el escritor m¨¢s destacado es Jos¨¦ Agust¨ªn (La tumba y De perfil).
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