Lo que va del dicho al hecho
Han pasado 25 a?os desde que se escribieron esas voluntariosas palabras que ocupan el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n y que hablan del derecho a tener casa. Pero, sin menoscabar el esp¨ªritu de la ley y dados los avatares que ha sufrido la vivienda en esta etapa, el cumplimiento de la letra queda lejos de ser satisfactorio. No todos los espa?oles pueden asegurar hoy que disfrutan "de una vivienda digna y adecuada". Tampoco se puede afirmar que "los poderes p¨²blicos" han promovido certeramente "las condiciones necesarias y establecido las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho", ni que, much¨ªsimo menos, han regulado "la utilizaci¨®n del suelo de acuerdo al inter¨¦s general para impedir la especulaci¨®n". Es duro decirlo, pero es as¨ª. Porque ocurre que el coste de adquisici¨®n y el alquiler se han puesto por las nubes.
"ART?CULO 47. Todos los espa?oles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes p¨²blicos promover¨¢n las condiciones necesarias y establecer¨¢n las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilizaci¨®n del suelo de acuerdo con el inter¨¦s general para impedir la especulaci¨®n"
La compra de la vivienda se ha convertido casi en una obsesi¨®n para los espa?oles, que por alguna raz¨®n ancestral son m¨¢s partidarios de tener su hogar en propiedad que en alquiler. Suele ser, por tanto, la principal inversi¨®n de su vida, que pr¨¢cticamente queda hipotecada por el pago de los imprescindibles cr¨¦ditos recibidos para la adquisici¨®n. Esta circunstancia ha originado una espiral de endeudamiento enorme. Seg¨²n datos del Banco de Espa?a, m¨¢s del 87% de la renta disponible de las familias espa?olas a septiembre de 2003 corresponde a endeudamiento, y, en su mayor parte, es por los pagos de hipotecas. ?sa es, asimismo, la causa que explica en gran parte que m¨¢s del 55% de los hogares tengan dificultad para llegar a fin de mes.
El panorama ha cambiado dr¨¢sticamente desde 1978. Seguramente, a ello ha contribuido la mejora de la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs; pero, de manera rotunda, tambi¨¦n los bajos tipos de inter¨¦s de los que goza el conjunto de la Uni¨®n Europea, a la que Espa?a se incorpor¨® en 1986. Tambi¨¦n influye la llegada masiva de emigrantes y la instalaci¨®n de extranjeros en las costas mediterr¨¢nea y canaria. Pero esa din¨¢mica afluencia al cr¨¦dito ha encendido la alarma del Banco de Espa?a, que ha pedido prudencia a las entidades financieras a la hora de conceder pr¨¦stamos, e incluso al Fondo Monetario Internacional, que ha advertido del peligro que supone la excesiva deuda de las familias.
Ante ello, ni el Gobierno ni los partidos de la oposici¨®n, que gobiernan en muchos ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas, han aportado una soluci¨®n satisfactoria a pesar de sus esfuerzos verbales. Probablemente, el arreglo estar¨ªa en la liberalizaci¨®n de suelo y su adjudicaci¨®n m¨¢s barata, en m¨¢s viviendas de protecci¨®n oficial y en el incremento del parque de alquiler, tan escaso que explica que ante la gran demanda existente los precios sean tan caros. Los pol¨ªticos no han podido frenar los intereses especulativos, mientras las constructoras y las inmobiliarias han engrosado su cuenta de beneficios. Es verdad que el tir¨®n de la construcci¨®n de viviendas en estos a?os ha servido como motor de la econom¨ªa del pa¨ªs, pero al mismo tiempo ha originado una burbuja inmobiliaria de la que nadie quiere hablar y todos tienen miedo que explote.
Quiz¨¢ todo lo aclaren las cifras. Seg¨²n el ¨²ltimo censo de viviendas (de 2001), el parque era de 20,8 millones, lo que supone triplicar (211,4%) las que hab¨ªa en 1950 y casi duplicar las de 1970 (95,4%). Pero ha sido, sin duda, durante la parte final del siglo pasado y principios de ¨¦ste cuando se ha disparado. Entre 1991 y 2001 el parque creci¨® en m¨¢s de 3,6 millones, lo que representa un aumento del 21%, un porcentaje que cuadruplica el que ha tenido la poblaci¨®n espa?ola (5%). Sin embargo, el n¨²mero de hogares ha pasado de 6,8 a 14,2 millones en los ¨²ltimos 50 a?os. El distinto ritmo de crecimiento de viviendas y de hogares (unas se triplican, otros se duplican) pone al descubierto el uso de las viviendas disponibles. Es decir, el surgimiento de la segunda residencia, que llega a ser el 16,3% del total, y, lo que empieza a ser un mal end¨¦mico, de las casas vac¨ªas. Casi tres millones, el 14% del total, estaban en esa situaci¨®n en 2001. Muchas de ellas est¨¢n localizadas en los pueblos que se han ido abandonando al emigrar; pero desvela un problema que, de solucionarse, podr¨ªa resolver la carest¨ªa de los alquileres.
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