Espa?a como es, plural
Un fantasma recorre Espa?a, desasosiega la placidez del gobierno, sacude la conciencia imperial del caudillo ag¨®nico, estremece las ¨¦ticas medi¨¢ticas de cl¨¦rigos y servilones. El fantasma es la democracia, tan ajena a los caudillos como a sus ac¨®litos.
La voluntad soberana del pueblo en Catalu?a ha decidido elevar al gobierno catal¨¢n lo que es real, una mayor¨ªa de progreso, catalanista, de izquierdas, y plural. Como la vida misma. A la luz, con transparencia, con objetivos claros, conocidos de antemano, y expl¨ªcitos ante la concurrencia. Lo nunca visto, al parecer.
Un ejercicio democr¨¢tico, por supuesto constitucional y estatutario.
Los mastines de los pactos del pollo, los saqueadores del poder, los partidarios del poder a cualquier precio, los confesos de acudir al ejercicio de la pol¨ªtica para enriquecerse, no lo pueden entender. O acaso lo entienden demasiado bien. Una Catalu?a enfermiza, encerrada sobre s¨ª misma, interpretada por un demiurgo, al cabo les iba mejor. "Ud., honorable, en su casa, y el PP en la de todos. Aunque de vez en cuando le insultemos, que los j¨®venes no siempre se pueden embridar".
Se acab¨®. El atado y bien atado, sucursal y subordinado, mera franquicia de la Administraci¨®n de Bush, se declara en quiebra ayer en Bruselas, anteayer en Barcelona. La Espa?a condenada a los bastonazos de Goya, es ahora la Espa?a plural que comienza con Maragall y avanza la de Zapatero. La derecha obediente se apresta a las armas, por suerte sin sables, aunque con alguna sotana. Su tiempo no es de este mundo, ni de la Espa?a real, solidaria, y com¨²n.
Ayunos de razones, agresiones. No es menester acudir a historias lejanas. En la biograf¨ªa de los ciudadanos de hoy persiste la memoria de hechos, de la vieja y entra?able demagogia de los hechos. La transici¨®n, a medio camino de una Carta otorgada, y no de una Constituci¨®n que sus adalides actuales rechazaron. La kale borroka de Valencia, con sus espantajos subvencionados por la derecha sucursal, subalterna. La lengua convertida en estropajo en manos de quienes adem¨¢s de despreciarla no la usaron jam¨¢s. Hasta hoy mismo, en que una ministra desfallecida y exang¨¹e, pretende convertirnos a los valencianos en pol¨ªglotas involuntarios, geniales descendientes del ap¨®stol escatol¨®gico e incendiario compatriota nuestro. Y no hay cr¨¦dito para los honorables de hoy ni academia que lo remedie.
Claro que en marzo -?o ser¨¢ en febrero?- hay elecciones espa?olas. Una pensi¨®n por aqu¨ª, un retoque por all¨¢, dos televisiones por medio, un poco de lengua y algo de identidad, con agua o sin ella, con Ave o con pollo, y ya tenemos el caldo hirviente de la caldera para lanzar al adversario, tildado de "desafecto", "enemigo", o "indiferente": los tiempos no son tan lejanos, y las costumbres cuestan de arrancar, en 1939 o en 1979.
La agenda pol¨ªtica de este pa¨ªs ha cambiado. En contra de los designios de la ignorancia imperial. Por voluntad de cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas, que empezaron a expresarse en las elecciones del 25 de mayo en todo el pa¨ªs, y el 16 de noviembre en Catalu?a. Y esto es democracia, m¨¢s democracia. Y no gusta lo m¨¢s m¨ªnimo a quienes entienden la democracia como un mal a soportar, porque en alg¨²n momento del siglo pasado a los gestores imperiales y sus asesores se les ocurri¨® que era mercanc¨ªa, la democracia, m¨¢s conveniente para sus eternos intereses, de Irak a Guant¨¢namo o Buenos Aires.
Y el tema Catalu?a-Comunidad Valenciana. En ocasiones he dicho que la competencia puede ser cooperativa. De no ser as¨ª puede ser suicida. Y a ninguna sociedad sana, madura, y plural, le conviene el suicidio. El agua, las comunicaciones e infraestructuras, el asentamiento de la pluralidad cultural desde la perspectiva de la comunidad de intereses, son otros tantos elementos que aconsejan el entendimiento. Por otra parte hist¨®rico, secular.
Solo la estulticia consciente por parte de los manipuladores puede negar evidencias como una ahora llamada eurorregi¨®n que al menos existe desde el rey fundador, Jaume I como se empe?a en llamarle J.L. Villaca?as en un texto castellano, o incluso desde la tarraconense. El desdichado empe?o neocentralista del PP nos aleja de los ejes decisivos de Europa, que siempre fueron para los habitantes de estas tierras, los caminos del Mediterr¨¢neo y de Europa. Solo la obcecada vocaci¨®n sucursalista negar¨¢ la evidencia de la l¨®gica de nuestros intereses: el crecimiento, la oportunidad de generar rentas adicionales, y de distribuirlas en forma de bienestar, nos vinculan a un espacio que siempre fue el nuestro propio. Lo dem¨¢s son juegos florales, embustes, y p¨¦rdida de tiempo.
Como el fracaso del compromiso de CiU con el PP a prop¨®sito de la financiaci¨®n auton¨®mica. ?Hasta la Comunidad de Madrid sale perjudicada! Revisarlo a la luz de la Espa?a real, plural, constitucional, estatutaria, constituye un ejercicio de higiene democr¨¢tica. Sin que se acuda al grito de la patria en peligro. Que ello no guste a los manipuladores de la transici¨®n, a quienes solo pensaron en un pase por el tinte para cambiar el color de las camisas est¨¢ dentro de lo "aceptable" desde la tolerancia democr¨¢tica. Convertir la inmovilidad en dogma ya fue intento vano del anterior atador, ahora es esperpento tr¨¢gico en la medida que resucita los espantajos del enfrentamiento y la discordia.
M¨¢s que restablecer, establecer la normalidad institucional y pol¨ªtica parece tarea inmediata para el nuevo ejecutivo catal¨¢n. Me refiero, claro est¨¢, a las relaciones entre la Comunidad Valenciana y Catalu?a. Se impone la l¨®gica de los intereses, y la comprensi¨®n del peso de los sentimientos. Desde la competencia cooperativa, y desde las explicaciones vecinales que nos debemos los unos y los otros. A veces, con cierta proximidad, resulta esperp¨¦ntico el temor ind¨ªgena ante las injerencias de los vecinos del norte, as¨ª en lengua como en intereses: lo m¨¢s frecuente y real es la ignorancia. Como ocurre, en casa, con Alicante y Valencia. O Castell¨®n. Conocernos mejor puede resultar b¨¢lsamo adecuado para agresiones innecesarias, del PHN a los puertos, ferias, comercio o jolgorios beneficiosos para todos, de los Juegos Ol¨ªmpicos a la Copa Am¨¦rica de vela.
El Gobierno Maragall es el primer gobierno laico y progresista de la Renaixen?a para ac¨¢, con el par¨¦ntesis republicano. Quienes de buena fe se reclaman herederos de don Teodor Llorente har¨ªan bien en recordar la fraternidad que a todos conven¨ªa. Y quienes de Madariaga, Aza?a, o, por qu¨¦ no decirlo, de Pablo Iglesias, tambi¨¦n.
Reacomodar las estrategias, comprender el cambio en la misma ciudadan¨ªa exigir¨¢ dosis elevadas de pedagog¨ªa democr¨¢tica. El gobierno ag¨®nico de Aznar, seg¨²n ¨¦l mismo y sus voceros, no est¨¢ dispuesto. El relevo es ya una exigencia para la solidaridad, la cohesi¨®n, y la transparencia. En febrero o en marzo, con la oportunidad de desalojar a quienes no cumplen ni hacen cumplir la Constituci¨®n, a quienes resucitan las momias de rebentaplenaris y se obstinan en negar la evidencia de una Espa?a como es, plural.
Ricard P¨¦rez Casado es Diputado socialista por Valencia.
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