President Maragall
Pasqual Maragall, el socialista que presidi¨® el ¨¦xito ol¨ªmpico de Barcelona en 1992, es desde ayer presidente de la Generalitat de Catalu?a, el tercero desde la restauraci¨®n de la a?eja instituci¨®n del autogobierno catal¨¢n por el rey Juan Carlos en 1977, detr¨¢s de Josep Tarradellas y Jordi Pujol. Tras la larga etapa de gobierno del nacionalismo conservador, la elecci¨®n de Maragall por una mayor¨ªa parlamentaria de 74 votos sobre 135, lleva al Gobierno de la autonom¨ªa catalana a una coalici¨®n de izquierdas por primera vez desde la II Rep¨²blica. Los socialistas catalanes, que gobiernan en los grandes ayuntamientos y han participado ampliamente en el Gobierno de Espa?a, ten¨ªan esta cuenta pendiente desde la fundaci¨®n de su partido.
Llegan ahora al Gobierno de su autonom¨ªa en condiciones muy dif¨ªciles, con una coalici¨®n en la que su socio ERC tiene un peso y un papel sobredimensionados, gracias a la doble llave que le permit¨ªa coaligarse tambi¨¦n con CiU; con un programa de Gobierno trabajosamente pactado y de compleja explicaci¨®n en el resto de Espa?a, y con un calendario de elecciones generales a tres meses vista, que dificultar¨¢ seriamente el discurso de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. De ah¨ª que los primeros cien d¨ªas de este Gobierno, en este caso sin periodo de gracia, sean muy importantes para demostrar en la pr¨¢ctica sus prioridades pol¨ªticas y, especialmente, su car¨¢cter de Ejecutivo de izquierdas en contraste con el Gobierno de derechas que le ha precedido.
Tambi¨¦n deber¨¢ demostrar que no es s¨®lo ret¨®rica su apelaci¨®n al di¨¢logo pol¨ªtico, sobre todo en relaci¨®n al cap¨ªtulo m¨¢s dif¨ªcil de su programa, compuesto por la reforma del Estatuto y de la financiaci¨®n auton¨®mica. La ret¨®rica parlamentaria, que tiene su sentido en el ¨¢mbito donde se produce, debe sustituirse por un discurso menos expresivo y pr¨¢ctico, que no azuce precisamente los reflejos negativos que suscita el debate sobre la cohesi¨®n territorial de Espa?a. Nada es m¨¢s desaconsejable para este nuevo Gobierno que la espiral de declaraciones reactivas en la que le ha metido la bronca recepci¨®n que le ha brindado el Gobierno de Aznar.
El debate de investidura ilustr¨® algunas de estas consideraciones, en positivo y en negativo. Maragall obvi¨® en su discurso inicial -aunque lo corrigiera parcialmente ayer y aunque fuese con la intenci¨®n de repartirse la explicaci¨®n con sus socios- la dimensi¨®n econ¨®mico-social de su programa. Nada menos que 30 folios de su discurso, que reflejaban la vertiente de izquierdas de su catalanismo. Ello desequilibr¨® el ¨¦nfasis de su planteamiento en favor de las cuestiones del autogobierno; dej¨® en ascuas a sus seguidores "de izquierdas", no s¨®lo catalanes, y abri¨® flancos a la oposici¨®n de Artur Mas (CiU) y Josep Piqu¨¦ (PP). El primero s¨®lo pretendi¨® desbordar a Esquerra desde la ¨®ptica soberanista, insistiendo en reivindicar el sistema de concierto y la relaci¨®n "bilateral" Catalu?a-Espa?a, lo que ayud¨® a imaginar los sobresaltos, a¨²n mayores, que habr¨ªa provocado la opci¨®n por un frente nacionalista. Y s¨®lo Piqu¨¦ aprovech¨® los flancos abiertos, porque descendi¨® al terreno de lo concreto y oblig¨® al candidato a comprometerse en la discusi¨®n de cifras y proyectos: aeropuertos, privatizaciones, urbanismo, transportes, eurorregiones u orientaci¨®n del crecimiento econ¨®mico.
Piqu¨¦ demostr¨® que dentro del PP puede existir una v¨ªa, dialogante y cort¨¦s, pero tambi¨¦n exigente y alternativa al centralismo a ultranza y al sectarismo de Aznar frente a quienes exhiban las m¨¢s m¨ªnimas diferencias pol¨ªticas. Tambi¨¦n Carod Rovira esboz¨® un contrapunto a sus reiterados recordatorios independentistas. Reivindic¨® la oportunidad de gobernar desde la izquierda y rechaz¨® que en Catalu?a se instale una situaci¨®n pol¨ªtica de "empate infinito" entre nacionalistas y no nacionalistas. "Catalu?a no es el Pa¨ªs Vasco, ni Quebec, ni Irlanda", afirm¨®.
La singladura que inicia ahora esta alianza ser¨¢ compleja. Su pacto de gobierno plantea una suerte de renovaci¨®n del pacto constitucional y auton¨®mico de 1978, como demostr¨® ayer el presidente de la Junta andaluza, Manuel Chaves, al anunciar el proceso de reforma de su Estatuto y la creaci¨®n de una Agencia Tributaria propia. Esto es algo que debe hacerse desde el di¨¢logo hasta obtener el consenso, tambi¨¦n en las Cortes y no ¨²nicamente en Catalu?a. Para el principal problema de Espa?a, la crisis vasca, la consagraci¨®n de una v¨ªa constitucional hacia un mayor autogobierno, el perfil no nacionalista del nuevo presidente y la transversalidad de la alianza "catalanista de izquierdas" subrayan, como m¨ªnimo, la posibilidad de una v¨ªa no frentista y que no divida a la sociedad ni margine o someta a una parte de sus ciudadanos al chantaje de los violentos.
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