Pensar la alteridad
A pesar de la globalizaci¨®n mercantil dominante, que amenaza con uniformizar la diversidad cultural del planeta, resulta dif¨ªcil negar los s¨ªntomas que sugieren un creciente inter¨¦s por otras formas y realidades culturales. Son muchas las tribunas desde las que se exige con creciente intensidad la ruptura de unos l¨ªmites, casi siempre lindantes con el prejuicio, que se perciben ahora da?inos para la evoluci¨®n y el progreso de nuestra civilizaci¨®n. Pero esa fascinaci¨®n por las formas extremas de alteridad cultural se ha traducido a menudo en una est¨¦ril b¨²squeda de lo ex¨®tico que, lejos de producir un verdadero acercamiento, ha procurado m¨¢s bien un mayor desconocimiento rec¨ªproco. Debido en parte a que hist¨®ricamente los v¨ªnculos entre Espa?a y los pa¨ªses de Extremo Oriente no han sido relevantes (sin olvidar los aciagos efectos de un etnocentrismo a¨²n vigente), lo cierto es que las instituciones acad¨¦micas espa?olas han marginado hasta hoy el estudio escrupuloso de las culturas asi¨¢ticas propiciando as¨ª su tratamiento superficial a manos de un "orientalismo" carente de rigor cient¨ªfico y escaso de valor intelectual. La reciente creaci¨®n de los estudios de Asia oriental en varios centros universitarios de Madrid y Barcelona invita a creer que esa situaci¨®n ha comenzado a cambiar.
HISTORIA DEL PENSAMIENTO CHINO
Anne Cheng
Traducci¨®n de Anne-H¨¦l¨¨ne Su¨¢rez
Bellaterra. Barcelona, 2003
632 p¨¢ginas. 33 euros
La publicaci¨®n del ingente proyecto realizado por la sin¨®loga francesa Anne Cheng debe situarse, a mi juicio, en ese proceso de cambio. Este valioso estudio viene a aumentar la oferta de publicaciones disponibles en lengua castellana sobre China en un ¨¢mbito que, curiosamente, ha permanecido especialmente impermeable al di¨¢logo cultural: la filosof¨ªa. Por mucho que en sus Lecciones sobre filosof¨ªa de la historia universal el mism¨ªsimo Hegel considerara que, al carecer de la necesaria ant¨ªtesis entre el ser objetivo y el movimiento subjetivo hacia ese ser, la variabilidad en China era imposible y se empe?ara adem¨¢s en condenarla a una suerte de est¨¢tica reaparici¨®n de lo mismo (llegando incluso a expulsarla de la historia universal), la mirada atenta y sensible de Anne Cheng hacia el despliegue efectivo del pensamiento chino basta para prevenirnos contra ese error tan recurrente.
Su trabajo recorre con minu
ciosa fidelidad la permanente sucesi¨®n de inflexiones, las m¨²ltiples modulaciones que caracterizan el devenir intelectual de China. La arquitectura interna de su propuesta presenta una estructura cronol¨®gica s¨®lida y coherente en la que, como es l¨®gico, el decisivo periodo cl¨¢sico ocupa un lugar prominente. La autora describe con claridad y profusi¨®n el humanismo y la exigencia moral del proyecto confuciano, el impulso libertario y la vocaci¨®n naturalista del tao¨ªsmo, las diatribas sofistas en torno al lenguaje, el realismo descarnado y el autoritarismo de los legistas Han Fei o Shang Yang, hasta alcanzar las teor¨ªas cosmol¨®gicas del Libro de las Mutaciones. Pero, a diferencia de lo que ocurre con otras obras o manuales sobre el pensamiento chino, el trabajo de Anne Cheng no se detiene ah¨ª. Entre otros muchos aspectos, su ambicioso an¨¢lisis comprende tambi¨¦n las aportaciones metaf¨ªsicas de la llamada "escuela del misterio" durante las dinast¨ªas Wei y Jin; la trascendental penetraci¨®n del budismo hind¨² y su posterior reelaboraci¨®n china en la dinast¨ªa Tang; las diferentes propuestas de reforma neoconfuciana a lo largo de las dinast¨ªas Song y Ming, a cargo de pensadores tan relevantes como Zhu Xi o Wang Yangming; as¨ª como los fundamentos del pensamiento moderno, cuyo surgimiento debe situarse en la novedosa relectura de los textos cl¨¢sicos realizados durante la dinast¨ªa Qing por eruditos de la talla de Kang Youwei o Liang Qichao bajo la influencia parcial del pensamiento occidental. La exploraci¨®n de ese colosal legado cultural se hace en este caso cediendo la palabra a las fuentes textuales, siguiendo de cerca la tradici¨®n exeg¨¦tica, acogiendo los eventos pol¨ªtico-sociales m¨¢s notables, y completando esa lectura con una abrumadora bibliograf¨ªa secundaria producida por la sinolog¨ªa occidental y oriental durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. En definitiva, Anne Cheng nos brinda una de las mejores s¨ªntesis de la historia del pensamiento chino, imprescindible a la hora de comprender la vitalidad de una inmensa cultura unitaria. Antes de concluir la valoraci¨®n de este texto, me parece justo mencionar dos virtudes ajenas a las contribuciones de la autora. En primer lugar, cabe destacar la excelente versi¨®n castellana de la traductora y sin¨®loga Anne-H¨¦l¨¨ne Su¨¢rez; la precisi¨®n y la calidad de su tarea han sido reconocidas recientemente con el prestigioso premio de traducci¨®n ?ngel Crespo. Y, en segundo lugar, resulta conveniente se?alar tambi¨¦n el exquisito trabajo realizado por Ediciones Bellaterra al haber a?adido una bibliograf¨ªa suplementaria con un listado completo de los materiales publicados en lengua castellana y catalana.
El estudio del pensamiento chino no s¨®lo procura la satisfacci¨®n de nuestra curiosidad intelectual, deudora todav¨ªa del esp¨ªritu colonial (o tur¨ªstico) de quien se acerca a contemplar extravagancias ind¨ªgenas. Al facilitar la penetraci¨®n en un universo conceptual radicalmente diferente, la integraci¨®n del pensamiento chino podr¨ªa inaugurar una perspectiva in¨¦dita desde la que quiz¨¢ nos fuera posible tomar conciencia con mayor lucidez del andamiaje, de los obst¨¢culos y de las limitaciones que han forjado el sendero filos¨®fico de nuestra propia tradici¨®n y, al mismo tiempo, aproximar el reto de un excitante renacimiento cultural. En palabras del sin¨®logo Simon Leys, China es sencillamente el otro polo de la experiencia humana...
y no conviene ignorarlo por m¨¢s tiempo. Por todo ello, la divulgaci¨®n de este volumen es a todas luces una excelente noticia.
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