Confesionalidad

Ahora que nuestros vecinos franceses han puesto en tela de juicio los s¨ªmbolos religiosos que portan los estudiantes al ir a la escuela y que, por cierto, nunca fue tal asunto motivo de reflexi¨®n hasta que no comenzaron a verse los velos, me parece que deber¨ªamos plantearnos no qu¨¦ clase de s¨ªmbolos distinguen a una persona, sino que los Estados y las instituciones p¨²blicas que se declaran aconfesionales deben desproveerse de todo s¨ªmbolo que indique cualquier situaci¨®n que tienda a privilegiar a cualquier grupo religioso.

As¨ª, en el caso de Francia se debe evitar no que los lleven los estudiantes, sino la instituci¨®n que los alberga. Lo que s¨ª resulta tremendamente ¨²til es el debate sobre este tema, y as¨ª se deber¨ªa hacer aqu¨ª en nuestro pa¨ªs.

En efecto, estoy cansado de ver la misma foto del sal¨®n de plenos del Ayuntamiento de Madrid con su omnipresente crucifijo (suplemento EL PA?S-Madrid de 24 de diciembre de 2003)-; ya estaba con el anterior alcalde y sigue con el alcalde Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Estoy cansado tambi¨¦n de verlos en los autobuses p¨²blicos de la Empresa Municipal de Transportes, como los panfletos de las peregrinaciones a Lourdes o las vigilias de la Inmaculada.

?Deber¨ªamos prohibir nosotros tambi¨¦n estas manifestaciones? Estoy cansado, en fin, de que se quiera seguir imponiendo el credo de unos a todos los dem¨¢s como si ello fuera lo natural y estuvi¨¦ramos todav¨ªa viviendo en una ¨¦poca que, por fortuna, empezamos a superar hace unos a?os y que ahora algunos parecen a?orar con fruici¨®n.