?D¨®nde pago el alquiler?
Vecinos de Ciutat Vella denuncian ser v¨ªctimas de 'mobbing' inmobiliario
![Blanca Cia](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F70edf4ed-89aa-4a75-829e-9b1c086d3f82.png?auth=66d6d7f9098d96aad8d8145ed72bd9e856a8b89cc9b008d13c23f968f5e1fcfd&width=100&height=100&smart=true)
"?D¨®nde hay que pagar? ?Qui¨¦n es el propietario?, ?y el administrador? ?Es que nos quieren echar como a los vecinos de al lado?". Todas esas preguntas se hacen, con una angustia terrible, un grupo de personas de edad avanzada en torno a una mesa camilla del piso de Mar¨ªa de la Luz. Viven en el n¨²mero 33 de la calle de Robadors, en el coraz¨®n de Ciutat Vella, en Barcelona. Es una zona en plena transformaci¨®n urban¨ªstica, al lado de la nueva Rambla del Raval y frente a un inmenso solar en el que dentro de poco se levantar¨¢ un hotel de lujo, oficinas, pisos.
La palabra inglesa mobbing (acoso) hasta ahora no les dec¨ªa nada, pero ahora saben de qu¨¦ se trata: la presi¨®n que se ejerce al inquilino para que se marche. Lo han visto en no pocas fincas del barrio. Para evitar que alguien les eche por no pagar, han depositado dos meses de alquiler en una cuenta del juzgado. Nadie les reclama el alquiler y temen que sea la primera maniobra; es una de las t¨¦cnicas de los promotores que compran fincas con inquilinos y quieren actualizar las rentas, es decir, sustituir a los inquilinos con contratos indefinidos y rentas bajas por otros a los que se les exige la renta actual.
Pilar entr¨® en su piso hace m¨¢s de 20 a?os. "No hab¨ªa luz ni agua, pero me lo alquilaron".
El acoso inmobiliario se est¨¢ agudizando en el centro de Barcelona. El verano pasado se denunciaron otros casos en el Casc Antic, tambi¨¦n en Ciutat Vella. Es el distrito de la ciudad con una mayor concentraci¨®n de inmigrantes (34%), buena parte en situaci¨®n irregular, por lo que la proliferaci¨®n de viviendas en las que se alquilan habitaciones es cada vez mayor. Adem¨¢s, la transformaci¨®n que ha sufrido el coraz¨®n hist¨®rico de la ciudad lo ha convertido en un preciado bocado para el sector inmobiliario.
La voz de alarma la ha dado el p¨¢rroco de la iglesia de Sant Agust¨ª, Antoni Deulofeu, que ha acabado recurriendo a un abogado -cuyos honorarios asume la parroquia- para que se haga cargo del caso. "Cada vez son m¨¢s las personas mayores que viven solas y son presionadas para conseguir que se marchen. Tienen miedo", resume.
El edificio del n¨²mero 33 de la calle de Robadors tiene m¨¢s de un siglo, como la mayor¨ªa de los que lo rodean. La prostituci¨®n ha formado parte del paisaje urbano del barrio durante decenios. Ahora tambi¨¦n, pero es diferente. "Yo a las de antes, a las del barrio, las he visto crecer y hacerse viejas, como yo. Pero si eran casi como de la familia". Es Amapola Sanabre, de 66 a?os, que ha vivido en el primer piso de esa finca desde que naci¨®. Cuenta que la prostituci¨®n que hay ahora es mucho m¨¢s problem¨¢tica: "A un lado de la calle est¨¢n las africanas; al otro, las rumanas, y los chulos, cerca. A veces se pelean y muchas veces entran en la escalera para... ya sabes. Es que cobran poco".
Amapola, como Mar¨ªa de la Luz, Juanita, Lolita, Pilar y Carlos, est¨¢ jubilada. Los ingresos de ellas se limitan a una pensi¨®n de viudedad que apenas les da para comer y costear el alquiler, que no pasa de los 83 euros mensuales, aunque la cifra oscila. Esa cantidad paga, por ejemplo, Mar¨ªa de la Luz, que vive en el tercero. Pero m¨¢s abajo, en el primero y el segundo, tiene vecinos marroqu¨ªes y paquistan¨ªes que pagan unas 100.000 pesetas. Cuentan que del piso de los paquistan¨ªes entra y sale gente de forma muy frecuente: "Aqu¨ª no hay familias. Les alquilan las habitaciones". Lo dicen con la seguridad de haber visto extenderse ese fen¨®meno como una gota de aceite en todo el barrio. Lolita, que tiene contrato de arrendamiento desde 1935, asiente a lo que dice su vecina.
El estado de la propiedad evidencia que cualquier trabajo de conservaci¨®n ha brillado por su ausencia. Estaban acostumbradas a que los propietarios de la finca se desentendieran de las humedades, de los problemas de las canalizaciones e, incluso, de ca¨ªdas de trozos de techos. Pilar, de 76 a?os, recuerda que entr¨® en lo que ahora es su piso hace m¨¢s de 20 a?os: "No hab¨ªa ni luz ni agua, pero me lo alquilaron". Si pierde el piso no tiene ad¨®nde ir. Ha consignado en el juzgado los dos meses que nadie le ha querido cobrar. Todos ense?an los papeles que han recibido. No los acaban de entender y, sobre todo, les angustian.
La finca cambi¨® de manos hace unos cinco a?os. "Nunca tuvimos problemas para pagar el alquiler", explica Carlos, que es el que ejerce de algo parecido a presidente de la escalera y ayuda a sus vecinas. Tiene 71 a?os, vive en el ¨²ltimo piso de la finca y se ha ocupado de pintar y adecentar parte de la escalera. Y se nota.
El edificio cambi¨® de manos y fue adquirido por una sociedad, denominada Ulist, SL, dedicada a la actividad inmobiliaria. Los inquilinos cuentan que detr¨¢s de ella estaban dos hermanos que llevan un tiempo pleiteando, entre otras cosas, a prop¨®sito de la propiedad de esa finca. Lo cierto es que hay una querella criminal por falsedad en tr¨¢mite en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 17 de Barcelona. Durante los ¨²ltimos dos a?os los recibos mensuales del alquiler los giraba por banco la C¨¢mara de la Propiedad. En octubre pasado recibieron una carta de una administraci¨®n de fincas, Agapi, que se les presentaba como la gestor¨ªa que se iba a encargar de todo lo relativo a los alquileres. Pero pr¨¢cticamente 15 d¨ªas despu¨¦s recibieron otra carta, de la misma gestor¨ªa, diciendo que renunciaban "por imposibilidad" de ejercer su trabajo "con la profesionalidad que es debido".
Desde entonces no saben d¨®nde tienen que pagar. Recibieron otra carta de Ulist, SL, sin fecha, en la que se les requiere que abonen los alquileres en una cuenta corriente. Mientras, ha aparecido el nombre de otra firma, Sofic Investment, de la que no saben nada pero que, al parecer, puede ser la ¨²ltima propietaria del edificio, seg¨²n un documento judicial. Nadie les da explicaciones sobre d¨®nde est¨¢n sus contratos originales de arrendamiento y mucho menos sobre de qui¨¦n es la propiedad. As¨ª las cosas, Carlos decidi¨® acudir a los juzgados por su cuenta. "Yo no denuncio nada, lo que pido es que alguien me diga d¨®nde tenemos que pagar para evitar que nos echen". De momento, el juzgado les ha indicado que consignen los alquileres en una cuenta bancaria judicial.
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