UE: la madre de todas las batallas
Los ¨²ltimos tiempos no han sido buenos para la Uni¨®n Europea (UE). En un ambiente de estancamiento econ¨®mico se han acumulado los fracasos en su avance hacia la unidad pol¨ªtica: divisi¨®n entre la vieja Europa y Reino Unido y Francia sobre la guerra y la ocupaci¨®n de Irak; incapacidad para consensuar una Constituci¨®n que convierta a los ciudadanos nacionales en ciudadanos europeos; voladura del Plan de Estabilidad y Crecimiento (PEC) y, de nuevo, incapacidad para sustituirlo por unas normas presupuestarias estatales m¨¢s flexibles y realistas, y, muy recientemente, un balance bastante negativo sobre las pautas de la cumbre de Lisboa, de marzo del a?o 2000 (empleo, productividad y competitividad), para hacer de Europa "la econom¨ªa basada en la tecnolog¨ªa del conocimiento m¨¢s competitiva antes de 2010".
A pesar de todo, este pesimismo puede ser un estado de ¨¢nimo apetecible en comparaci¨®n con el que posiblemente se genere a partir de ahora, cuando comience la madre de todas las batallas: la discusi¨®n del marco presupuestario para el periodo 2007-2013. Teniendo en cuenta que a las dificultades hist¨®ricas de este tipo de debates se le une el hecho central de que, a partir de mayo, la UE de 15 devendr¨¢ en la UE de 25 miembros y, m¨¢s tarde, de 27.
Antes de llegar a la guerra de movimientos, esta batalla se ha desarrollado, haciendo una analog¨ªa gramsciana, como guerra de posiciones. La primera la tom¨® la Comisi¨®n Europea (CE), cuyo presidente, Romano Prodi, logr¨® que a finales del pasado a?o los Quince aprobasen la Iniciativa de crecimiento estrat¨¦gico, un gran plan de inversiones p¨²blicas con dos grandes objetivos: activar la Europa de los ciudadanos a trav¨¦s de redes de comunicaci¨®n transfronteriza y multiplicar el crecimiento con la palanca de la inversi¨®n p¨²blica. Un programa keynesiano avalado por los ministros de Econom¨ªa, que, una d¨¦cada antes, se cargaron una pol¨ªtica similar, entonces promovida por Jacques Delors.
La reacci¨®n lleg¨® hace escasas semanas de mano de los seis principales pa¨ªses contribuyentes netos (aportan m¨¢s de lo que perciben) de la UE. Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Suecia y Austria escribieron una carta a Prodi en la que le ped¨ªan que, a la hora de elaborar los presupuestos comunitarios de los pr¨®ximos siete a?os, no sobrepasase el 1% del PIB de la zona (el tope legal, al que nunca se ha llegado, es el 1,27%). Entienden estos pa¨ªses que es contradictorio que la CE les pida dolorosos recortes del gasto p¨²blico y al mismo tiempo les demande un incremento de las ayudas que ellos, como donantes netos, transfieren a los dem¨¢s.
La tercera posici¨®n la marcar¨¢ la CE el 10 de febrero, cuando presente su documento de discusi¨®n de esas perspectivas presupuestarias 2007-2013. El borrador conocido hasta ahora es muy reformista: incremento del presupuesto al 1,24% del PIB; redistribuci¨®n de las partidas de ese presupuesto, disminuyendo las ayudas agr¨ªcolas y las regionales (con lo que Espa?a se convertir¨ªa en una de las grandes perjudicadas) y concediendo la prioridad al crecimiento econ¨®mico: I+D, competitividad, inversi¨®n p¨²blica en infraestructuras, mejora de la educaci¨®n y desarrollo de la cohesi¨®n, la protecci¨®n y la agenda social, caracter¨ªsticas del modelo europeo. Todo ello motivado por el hecho de que el potencial de crecimiento de la zona ha bajado de un 3% del PIB a un birrioso 2%. Pero la CE s¨®lo hace el disparo de salida. La discusi¨®n la tendr¨¢n los Gobiernos y el acuerdo ha de adoptarse por unanimidad. No es arriesgado pensar que la contradicci¨®n principal se producir¨¢ entre los nuevos miembros, m¨¢s pobres (que ser¨¢n beneficiarios netos) y la mayor¨ªa de los actuales miembros, los ricos, que deber¨¢n poner m¨¢s dinero y recibir menos. ?Es factible un debate en estos t¨¦rminos en el ambiente de subasta impositiva a la baja que domina en la mayor parte de los pa¨ªses? La posibilidad de crear un impuesto europeo es hasta ahora tan s¨®lo eso: una posibilidad.
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