Una popular casa de comidas se duplica
PAULINO DE QUEVEDO, creativa sucursal del t¨ªpico restaurante madrile?o
A comienzos de este mismo a?o se ha cumplido medio siglo desde que Paulino Ramos y Francisca Rinc¨®n inaugurasen en Madrid el restaurante Paulino (situado en el n¨²mero 34 de la calle de Alonso Cano, en Madrid; tel¨¦fono 914 41 87 37), popular casa de comidas. Lugar de precios moderados, con servicio familiar y ambiente bullicioso, donde encontrar mesa sin reserva constituye la mayor parte de las veces una aventura fallida.
A finales de noviembre pasado, como si el hijo de los fundadores y patr¨®n de la casa, el inefable Paulino, pretendiera conmemorar esta efem¨¦ride, abri¨® sus puertas este otro local en el entorno de la plaza de Quevedo, en el barrio madrile?o de Chamber¨ª. Restaurante de hechuras contempor¨¢neas, asentado en una antigua carpinter¨ªa, dotado de un comedor de altos techos con mesas distanciadas. Un lugar en el que la cocina apenas ha variado, pero en el que el servicio se antoja disciplinado y los platos algo m¨¢s cuidados, como si pretendieran mayor elegancia. No hay que olvidar que muchos de sus parroquianos apodan a la casa madre el Zalaca¨ªn de los pobres.
PAULINO DE QUEVEDO
Jord¨¢n, 7. Madrid. Tel¨¦fono 915 91 39 29. El restaurante permanece cerrado los domingos. Precio aproximado por persona, entre 30 y 35 euros. 'Carpaccio' de at¨²n con compota de tomate, 8,50 euros. Merluza con pur¨¦ de pimientos amarillos, 15,40 euros. Costillar de cordero con setas, 14,75 euros. Pastel de chocolate con confitura, 5,15 euros.
Pan ... 5,5
Bodega ... 4
Caf¨¦ ... 6,5
Ambiente ... 7
Servicio ... 6,5
Aseos ... 7
Mezclas atrevidas
Hace ya a?os que Paulino Ramos decidi¨® incorporar a sus recetas algunos de los signos de la modernidad culinaria. Y nadie puede reprocharle que no controle los puntos de cocci¨®n de carnes, verduras y pescados, y que no despoje de grasas todas sus propuestas. O que no juegue con las texturas de los ingredientes y no se atreva a mezclar frutas ex¨®ticas o de dise?o con pescados y carnes.
Toda la gracia, a la vez que los peque?os desajustes que se observan en su comida, salpicada de sensibilidad y toques na?f divertidos, se acent¨²an con su creatividad, en ocasiones desafortunada.
Platos aparentes
Paulino Ramos, que se rompe la cabeza para conseguir platos aparentes a precios razonables, sale airoso con los cardos con carabineros, con los chipirones rellenos de verduras y la tarrina de foie-gras de pato. En cambio, desilusiona con las manitas rellenas de setas, carentes de chispa.
Los aciertos y las irregularidades se alternan. El costillar de cordero al helado de tomillo ser¨ªa muy sugerente de no ser por el tufillo a lana de la carne. Reproche semejante merece el cochinillo con patatas revolconas, en el que afloran notas brav¨ªas. En mejor situaci¨®n se encuentran los pescados. Lo demuestra la merluza (pescadilla) con changurro y pimientos amarillos, y lo ratifica el rodaballo al aceite verde, correcto salvo la guarnici¨®n de berenjenas con queso de cabra y pimientos del piquillo, un peque?o gran desatino.
POSTRES, TAPAS Y BODEGA
JUSTO A LA ENTRADA del local se encuentra una vistosa barra a la que se han trasladado algunos de los iconos gastron¨®micos de la casa madre. Especialidades que se sirven en peque?as raciones y a las que se suman una serie de pinchos fr¨ªos y calientes, embutidos y quesos, adem¨¢s de un apartado denominado "peque?os platos imaginativos". Tan largo es el listado que las opciones para comer de pie casi duplican a las del restaurante. Entre las especialidades m¨¢s interesantes est¨¢n su famosa lasa?a de morcilla, los callos a la madrile?a, los calamares en su tinta, el pud¨ªn de cabracho y la tortilla de patatas. Adem¨¢s, el foie-gras de pato con compota de tomate y la cucharita de torta del Casar. Y como complemento, una corta pero interesante selecci¨®n de quesos artesanos.
La carta del comedor, que cambia todos los meses y se caracteriza por ofrecer raciones abundantes, incluye postres caseros con ciertas pretensiones. M¨¢s aparentes que otra cosa, pero que tampoco desentonan. Es aceptable la tarta de queso con frutos rojos y result¨®n el pastel de chocolate con confitura de naranja. Nada que ver con la copa de arroz con leche de coco, que alberga unos granos cori¨¢ceos que estropean la gelatina de canela. Lo que no falla es el queso con membrillo y helado de nueces, ni tampoco la tabla de quesos artesanos.
En cap¨ªtulo aparte se encuentra la bodega, escueta y poco llamativa, cuya principal virtud es que acumula vinos de precios razonables, algunos de mucha talla, escogidos entre las principales denominaciones de origen espa?olas.
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