El alegre pesimista
Matem¨¢tico y fil¨®sofo, dandi y hedonista, con buena salud y los apetitos bien saciados, el suizo Henri Roorda anunci¨® en un breve libro su suicidio, que ejecut¨® seg¨²n lo previsto el 7 de noviembre de 1925, a los 55 a?os. "Hasta tal punto estoy vivo que no siento la proximidad de la muerte", escribe en una de las ¨²ltimas p¨¢ginas de un texto sin dramatismos in¨²tiles, en el que mira cara a cara a la muerte hasta hacer de ella una idea cercana y tranquilizadora.
Quer¨ªa justificar su decisi¨®n y, si bien ten¨ªa la carga de algunas deudas -precis¨® en este testamento que las ganancias que se derivaran de la venta del libro fueran para pagar sus viejas cuentas-, los motivos que lo guiaban a planificar su fin ten¨ªan poco que ver con la cobard¨ªa. La idea del suicidio le ven¨ªa rondando desde hac¨ªa a?os y su primera idea fue titular el libro El pesimismo alegre. Pero fue postergando el momento hasta que el escepticismo lo llev¨® a desistir de ese t¨ªtulo, adem¨¢s de que el nuevo le pareci¨® m¨¢s atractivo, seg¨²n explica con m¨¢s humor que sarcasmo.
MI SUICIDIO
Henri Roorda
Traducci¨®n de Miguel Rubio
Trama. Madrid, 2003
58 p¨¢ginas. 7,50 euros
Roorda, autor de varios ensayos pedag¨®gicos y filos¨®ficos como Mon internationalisme sentimental, Le p¨¦dagogue n'aime pas les enfants, muestra en estos cap¨ªtulos sus pensamientos sobre el amor, el sentido del trabajo, la importancia del dinero, la sociedad en la que vive, la estupidez de las instituciones. "Me alojar¨¦ una bala en el coraz¨®n. Seguramente me producir¨¢ menos dolor que en la cabeza. No tengo miedo de lo que suceda despu¨¦s, pues poseo la verdadera fe; s¨¦ que no comparecer¨¦ ante el Juez Supremo. S¨®lo en la tierra existen tribunales c¨®micos", dice casi al concluir.
Un librito que proclama el amor a la vida y el derecho a poner punto final en el momento en que el autor lo desee. F. J.
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