Tecnologías para el peaje
Desde hace una década, en Europa hay consenso: "Pagar por el uso de la carretera", y sus razones no han hecho sino reforzarse: mantener las infraestructuras actuales es insostenible, los presupuestos para el nuevo ferrocarril no son suficientes, el efecto del trasporte por carretera en la emisión de gases del efecto invernadero es cada vez mas obvia, etcétera. El desafío era una tecnología paneuropea, para el pago por kilómetro en función de la hora y de la zona recorrida, con estos requisitos:
a) Localizar al vehículo manteniendo la confidencialidad del desplazamiento.
b) Efectuar el pago en plena ruta.
c) Dotar al automóvil de una unidad barata y eficiente.
d) Ser paneuropeo, pues conviven sistemas de peaje con otros libres (hasta ahora sólo equilibrado por la eurovi?eta pagada por camiones de más de doce toneladas).
e) Un sistema de control jurídicamente aceptable.
La dificultad del problema no es la misma, en vías claramente delimitadas como las autopistas de peaje del sur de Europa, que en la red del norte no fue dise?ada en términos de lugares concretos para el pago.
Durante a?os se han barajado dos soluciones: a) el uso de comunicaciones de corto alcance (se reservó los 5.8 GHz, en el rango de microondas) entre el coche y balizas en la carretera con transacciones a 120 kilómetros hora, en multicarril. b) La localización del vehículo por satélite (GPS) y el pago mediante telefonía móvil.
La primera solución es óptima para las actuales autopistas de peaje, pues los tramos están predeterminados y no hay que instalar bosques de balizas, pues todos acaban pasando por el mismo punto; además, software y sistema del vehículo son sencillos (en estos momentos funciona ya en Suiza y Austria). El satélite era mas ambicioso: integrar dos sistemas sin grandes obras en la red viaria. Sin embargo, el único sistema de posicionamiento global por satélite que existe es el GPS americano, un desarrollo militar con subproductos civiles.
Hace tres a?os el Gobierno alemán, a pesar de lo poco experimentado que estaba para el telepeaje, se decidió por el GPS para el pago por kilómetro recorrido (12,4 céntimos para camiones de más de doce toneladas) y confió en una solución público-privada con dos de sus mitos industriales: Daimler-Chrysler y Deutsche Telekom.
Fecha prevista de inicio: agosto del 2003. Resultado: el fracaso tecnológico más grande de Europa. Ello con el regocijo de EE UU, que mantiene a buen recaudo las posibilidades de su GPS, a la espera de que la UE cuente con otro sistema de satélites, el Galileo, cuyo inicio, al igual que su Constitución, nunca acaba de llegar.
La tecnología alemana, y de su mano la Comisión Europea, ha prometido lo que no debía. Schr?der va a tener que buscar solución en las microondas no alemanas, exigir que el consorcio pague por sus incumplimientos y asumir un déficit tremendo. Acaba de explotar otra burbuja tecnológica con el medio ambiente como da?o colateral. Este fracaso alemán supone la interrupción de todo el plan de infraestructuras de transporte, que va a afectar incluso al Mundial de 2006.
A pesar de su escasa popularidad, insistir en que para una nueva ecopolítica de la movilidad hay que conseguir un modelo de peaje justo y razonable. La tecnología tiene una deuda pendiente con Europa.
Gregorio Martín es catedrático de Ciencias de la Computación en la Universitat de Valencia.
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