El 'Loco' Bilardo se encierra
Tras regresar al banquillo de Estudiantes, y caer goleado en el primer partido del Torneo Clausura, el t¨¦cnico argentino ha decidido concentrarse en la residencia del club hasta el mes de junio
Aqu¨ª, en Argentina, se alude a su estado mental con met¨¢foras populares: "Ya no le llega agua al tanque"; "le faltan caramelos en el frasco" y, por momentos, "se le sale la cadena". Con piedad, nadie le dice sinceramente a la cara lo que todos piensan, que est¨¢ definitivamente loco. ?Habr¨¢ sido un pelotazo en la cabeza? ?Alg¨²n golpe serio: patada, codazo, choque contra un poste, algo de su ¨¦poca de jugador que tuvo luego consecuencias retardadas e imprevisibles? Qui¨¦n sabe. Lo cierto es que Carlos Bilardo ha regresado como entrenador al f¨²tbol argentino y los jugadores, los aficionados, sus colegas, cuando paran de re¨ªr, piden socorro a gritos.
Que est¨¢ loco ya lo reconoce ¨¦l mismo, as¨ª que no es nada atrevido llamarle El Loco Bilardo. Pero los controles peri¨®dicos revelan que el desencuentro con la realidad progresa cada d¨ªa. Debe recordarse que el pasado a?o, por estas fechas, se postulaba como candidato a presidente de la naci¨®n por el Partido Uno. Presentaba entonces un programa de televisi¨®n nocturno que alcanz¨® gran audiencia, a pesar de que se retransmit¨ªa por una cadena de pago. Bilardo era capaz de convocar, por ejemplo, a Riquelme, s¨®lo para ense?arle delante de las c¨¢maras con qu¨¦ parte de la bota le hab¨ªa pegado en un remate franco colocado en el ¨¢ngulo de la porter¨ªa rival. Bilardo dibujaba con un rotulador la zona del empeine y ped¨ªa a Riquelme, en el mismo plat¨®, que se colocara en la posici¨®n adecuada. En ocasiones, los jugadores que iban al programa no pod¨ªan contener las carcajadas. Bilardo demostraba "c¨®mo se usan los codos" en el f¨²tbol. Abr¨ªa los brazos y le ped¨ªa a un compa?ero que intentara sobrepasarle. Luego conclu¨ªa satisfecho: "?Ves, ves como no puedes?".
Hace unos d¨ªas ejercit¨® a sus jugadores doce horas seguidas con un fondo de m¨²sica tropical
Cuando se enter¨® por los sondeos de opini¨®n que pocos eran los ciudadanos argentinos que estaban dispuesto a arrojarse al abismo, al menos no de su mano como presidente, retom¨® un programa de radio, La hora de Bilardo, que se retransmite cada noche en la emisora de la empresa Torneos y Competencias, para la que Bilardo trabajaba como asesor.
Todo transcurr¨ªa tranquilamente hasta que los directivos y los ultras del Estudiantes de la Plata, club con el que Bilardo, a finales de los a?os sesenta, conquist¨® todos los t¨ªtulos como jugador -y al que llev¨® tambi¨¦n a ganar la Liga como entrenador en los a?os ochenta- recurrieron nuevamente a ¨¦l ante la evidencia de que el equipo corr¨ªa el riesgo de bajar de categor¨ªa si no reaccionaba con rapidez.
Y Bilardo, que a sus 61 a?os ya no pensaba volver a entrenar, cedi¨® a las demostraciones de cari?o y pasi¨®n de sus fan¨¢ticos. Tom¨® al equipo "para echarle una mano", seg¨²n dec¨ªa, y le mantuvo invicto durante nueve partidos. En uno de los primeros ensayos derram¨® semillas por todo el campo. Al terminar los ejercicios t¨¢cticos, esper¨® a ver d¨®nde bajaban los p¨¢jaros a comer las semillas y les dijo a sus jugadores: "Eso quiere decir que no ocuparon todos los espacios, que no han corrido por all¨ª".
Despu¨¦s de algunas derrotas, Bilardo advirti¨® de que no podr¨ªa seguir mucho tiempo en el cargo "por razones personales". Entonces dej¨® su lugar a su ex compa?ero y centrocampista de los tiempos de gloria, Carlos Pachame, al que supervisaba y controlaba. A comienzos de este a?o, despu¨¦s de algunas dudas, decidi¨® retomar el puesto de entrenador titular.
Un d¨ªa de la pretemporada ejercit¨® a sus jugadores 12 horas seguidas con un fondo de m¨²sica tropical difundida por altavoces. En grupos de seis o siete los hac¨ªa ensayar jugadas preparadas despu¨¦s de algun saque de falta o alg¨²n c¨®rner.
El pasado domingo, en el primer partido del torneo Clausura de la Liga, el Estudiantes recibi¨® en casa al Independiente y perdi¨® 1-4. Dos de los goles los recibi¨® al contraataque despu¨¦s de disponer de saques de esquina a favor. Bilardo estaba desconsolado. "Si yo fuera el presidente del club, me echo", dijo a la prensa. Al d¨ªa siguiente lleg¨® al campo de deportes del club, que tambi¨¦n se utiliza como lugar de residencia para los juveniles y de concentraci¨®n previa a los partidos, y anunci¨® que se quedar¨ªa a "vivir" all¨ª al menos hasta junio para no perder tiempo en traslados.
Y all¨ª est¨¢ internado ahora. Por las noches el lugar le asusta y convence a algunos jugadores y compa?eros del equipo t¨¦cnico para que se queden a hacerle compa?¨ªa. Aunque luego no duerme, permanece en vela y, seg¨²n cuenta, da vueltas, camina "por las paredes", pensando en c¨®mo corregir los errores cometidos. A medianoche presenta por tel¨¦fono su programa de radio. Su voz suena en la distancia como la de alguien que ya no puede abandonar la prisi¨®n en la que se ha convertido su propia mente.
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