La rev¨¢lida de las encuestas electorales
Para Consuelo Perera, directora de estudios de la empresa Demoscopia, la historia de las pr¨®ximas elecciones generales se resume en un dato: "Mayor¨ªa absoluta del PP, s¨ª o no". Eso es lo ¨²nico que quieren saber los clientes estos d¨ªas. "Esta vez hay que mojarse", a?ade. Su empresa, como todos sus competidores, se moj¨® hasta el cuello en las ¨²ltimas elecciones generales. Ninguna encuesta publicada previ¨® la mayor¨ªa absoluta lograda por el Partido Popular el 12 de marzo de 2000.
Han pasado cuatro a?os, y el pr¨®ximo 14 de marzo los pol¨ªticos se juegan de nuevo su futuro. Las encuestas, adem¨¢s, se juegan su prestigio. Las grandes empresas de estudios sociol¨®gicos y de mercado llaman estos d¨ªas por tel¨¦fono a miles de espa?oles para preguntarles: ?va a votar?, ?a qui¨¦n?, ?qu¨¦ l¨ªder le cae mejor?, ?a qui¨¦n vot¨® hace cuatro a?os? Todo para saber si Mariano Rajoy tendr¨¢ ese diputado de m¨¢s que prolongue su mayor¨ªa absoluta. "Es lo ¨²nico que interesa saber", reconoce Perera. Demoscopia trabajar¨¢ para Tele 5 y el diario Abc esta campa?a.
"Se nos exige m¨¢s precisi¨®n que a los meteor¨®logos, con menos datos objetivos y m¨¢s tiempo de antelaci¨®n", asegura una profesional
Por el momento, las grandes encuestas dan al Partido Popular entre el 42,5% y el 44,3% de los votos, y al Partido Socialista, entre el 34,8% y el 38,6%.
Pero esto son s¨®lo sondeos de opini¨®n (intenci¨®n de voto). Si se quiere anticipar qui¨¦n ser¨¢ el presidente del Gobierno hay que convertir esos porcentajes en esca?os de las Cortes. Josefina El¨ªas, directora general del Instituto Opina, considera que "la encuesta electoral estricta deber¨ªa ser un porcentaje de voto, sin m¨¢s". Sin embargo, "se nos exige que de esa opini¨®n extrapolemos una intenci¨®n y adem¨¢s aseguremos su realizaci¨®n [en el voto]", explica. Instituto Opina hace el Puls¨®metro de la cadena SER y las encuestas de EL PA?S.
La dificultad est¨¢ entonces en adivinar todo lo que puede pasar entre el d¨ªa en que alguien asegura en una encuesta que votar¨ªa a un partido y el d¨ªa que tiene que hacerlo. "La opini¨®n responde a la realidad", contin¨²a El¨ªas, "es una fotograf¨ªa de un momento". Es muy dif¨ªcil sacar de ah¨ª votos reales. Pero hay que hacerlo: "El cliente quiere saber los esca?os".
Josefina El¨ªas explica as¨ª su situaci¨®n: "Es m¨¢s f¨¢cil para un meteor¨®logo hacer su predicci¨®n que para nosotros. Ellos tienen m¨¦todos cient¨ªficos para hacerlo. Nosotros nos arriesgamos a partir de una respuesta a una pregunta. Y se nos exige m¨¢s precisi¨®n que a ellos, con menos datos objetivos y con m¨¢s tiempo de antelaci¨®n".
El actual presidente del CIS, Ricardo Montoro, tambi¨¦n recomienda que el lector no le d¨¦ mucha importancia a los esca?os. "La estimaci¨®n de voto es un c¨¢lculo de lo que puede ocurrir, y cada uno lo hace con sus medios. No debe mirarse s¨®lo la estimaci¨®n, sino toda la riqueza de la encuesta. Hay mucha informaci¨®n en este tipo de trabajos".
Toda encuesta empieza con una muestra: un trozo de poblaci¨®n que ser¨¢ representativo del total. "El objetivo de toda encuesta es lograr una muestra aleatoria", explica Jos¨¦ Miguel de El¨ªas, director general de Sigma Dos. "Eso significa que todo el mundo tiene las mismas posibilidades de ser entrevistado", a?ade. Sigma Dos trabaja para Antena 3 TV y El Mundo.
Esto se consigue buscando que el perfil de la muestra sea proporcional al perfil de toda la poblaci¨®n. El encuestador tiene como objetivo una especie de lista de la compra que debe rellenar: sabe que necesita tantos hombres, tantas mujeres, de tal edad, de una provincia dada y de un h¨¢bitat determinado (rural o urbano).
Cada empresa, seg¨²n sus t¨¦cnicas, a?ade categor¨ªas a esa divisi¨®n para acercarse lo m¨¢s posible a la aleatoriedad. Por ejemplo, el Instituto Opina divide su muestra por cuotas de votantes seg¨²n el recuerdo de voto. Es decir, pregunta a qui¨¦n vot¨® hace cuatro a?os y hace que su muestra sea proporcional a los resultados de las ¨²ltimas elecciones.
Otras empresas rechazan esta t¨¦cnica. El recuerdo de voto es una respuesta a la pregunta: ?a qui¨¦n vot¨® usted en las ¨²ltimas elecciones generales? Pero es un dato menos objetivo de lo que puede parecer. "La gente lo modifica con el paso del tiempo, recuerda haber votado lo mismo que va a votar ahora, o miente porque no le gusta a qui¨¦n vot¨®", opina Antonio Vera, director de Ipsos Opini¨®n (Eco Consulting).
Normalmente, los estudios usan el dato del recuerdo de voto para comprobar si est¨¢ bien proporcionada la muestra. Por ejemplo, si en las ¨²ltimas generales el PP sac¨® 10 puntos al PSOE, y la encuesta actual sale empatada en recuerdo de voto, la muestra est¨¢ sesgada a favor del PSOE.
Cuando esto ocurre, lo que se hace es corregir esa muestra. Se reasignan votantes seg¨²n su perfil. A esto se le llama la cocina de los datos. Tambi¨¦n se reasignan los votos sobrantes (que no saben o no contestan) entre los partidos. Joaqu¨ªn Arango, ex presidente del CIS, lo explica as¨ª: "En una encuesta hay indecisos y opacos. Pero no pueden ser ignorados porque luego votan. Hay que reagrupar a los indecisos y asignarlos a los distintos partidos o la abstenci¨®n. El d¨ªa de las elecciones no hay indecisos: hay votantes o abstencionistas".
Experiencia hist¨®rica
Esta cocina "no es una operaci¨®n cient¨ªfica", explica Arango, "y nunca es exacta". Se hace de acuerdo con f¨®rmulas y la experiencia hist¨®rica, que son el capital de cada empresa. ?Qu¨¦ datos del entrevistado se tienen en cuenta? ?Qu¨¦ operaci¨®n matem¨¢tica puede corregir respuestas aparentemente honestas de los ciudadanos? ?sa es, por decirlo as¨ª, la f¨®rmula de la coca-cola de cada profesional.
Sobre el tama?o de la muestra, para una empresa privada "1.000 entrevistas son el m¨ªnimo y 2.000 entrevistas es una muestra aceptable", explica Antonio Vera. Pero "para sacar esca?os por provincias hace falta m¨¢s". Unas elecciones generales son la suma de 52 elecciones distintas (una por provincia). As¨ª que, para saber los esca?os que va a sacar cada partido, ser¨ªa necesario tener 52 muestras distintas. Pero eso es algo que s¨®lo est¨¢ al alcance del CIS, con sus m¨¢s de 24.000 entrevistas.
El CIS realiza entrevistas a domicilio, y sus trabajos pueden costar hasta 300.000 euros. Pero en los institutos privados son generalmente telef¨®nicas. "La entrevista personal dejaba demasiada discreci¨®n al encuestador", opina Vera. Todos coinciden en que acceder a viviendas de cierto nivel econ¨®mico es muy dif¨ªcil, por lo que la muestra queda sesgada.
Los tel¨¦fonos a los que llaman los centros de estudios para preguntar por el voto salen de la gu¨ªa telef¨®nica. No hay otra fuente. De acuerdo con los criterios que se hayan elegido para elegir la muestra, "hay programas que te hacen una selecci¨®n autom¨¢tica y hasta llaman y se lo pasan a la operadora", explica Vera.
Una encuesta electoral deja muy expuestas a las empresas de estudios en comparaci¨®n con lo que ganan. Un trabajo de 1.000 entrevistas telef¨®nicas cuesta entre 12.000 y 18.000 euros. "Hacer unas elecciones no es rentable", concluye Jos¨¦ Miguel de El¨ªas.
Partidos pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n son los ¨²nicos interesados en encargar trabajos electorales. Los partidos incluso encargan encuestas a empresas distintas a la vez. "En realidad, con lo que se gana dinero es con los estudios de mercado", concluye De El¨ªas. Las elecciones, adem¨¢s de costosas, resultan muy desagradecidas: "Es un test muy duro para nosotros, porque es una comprobaci¨®n inmediata de nuestro trabajo". Y tanto. Un a?o m¨¢s, un pa¨ªs entero se dispone a juzgarlos.
?Qu¨¦ pas¨® en el a?o 2000?
ANTONIO VERA, director de Ipsos Opini¨®n, recuerda con iron¨ªa que tras las ¨²ltimas elecciones generales le invitaron a varias conferencias. "Todas se titulaban igual: ?Por qu¨¦ fallan las encuestas?". Fue un vapuleo generalizado al sector de los estudios sociol¨®gicos, opina Vera. Todos los profesionales pronosticaron la victoria del PP, pero fallaron en la cantidad de esca?os y no pudieron predecir la mayor¨ªa absoluta. Su respuesta a lo que sucedi¨® entonces la resume as¨ª: "Por un lado, un sector del PSOE dej¨® de votar. Otros votantes del PSOE, un sector muy peque?o, se pasaron al PP. Por ¨²ltimo, hubo votos para el PP de gente que no hab¨ªa votado nunca antes". Son tres factores sutiles, "y no los detect¨® nadie". Consuelo Perera, directora de estudios de Demoscopia, tiene una explicaci¨®n m¨¢s matem¨¢tica. "Lo que sucedi¨® fue que todos los restos de votos fueron al PP". En muchas circunscripiciones el ¨²ltimo diputado se decide, literalmente, por un pu?ado de votos. "Esos restos, que hist¨®ricamente hab¨ªan beneficiado al PSOE, fueron para el PP y nadie lo detect¨®".
Cuanto m¨¢s se acerca el d¨ªa de la votaci¨®n m¨¢s gente tiene decidido no s¨®lo el voto, sino su decisi¨®n de votar o no. Por eso el ex presidente del CIS Joaqu¨ªn Arango opina que "es absurdo no poder publicar encuestas en los cinco ¨²ltimos d¨ªas de campa?a [desde el martes a las 0:00]". Arango explica que "para sacar los datos a tiempo, hay que hacer el trabajo de campo entre el jueves y el viernes anterior". Por tanto, "la ¨²ltima encuesta que se publica tiene datos de 10 d¨ªas antes de la votaci¨®n, que es una barbaridad". En ese tiempo, como ocurri¨® en 2000, se deciden hasta mayor¨ªas absolutas. "Entre un 10% y un 15% de la gente decide su voto en las ¨²ltimas 48 horas de campa?a", explica Antonio Vera. "De ¨¦sos, un 3% lo decide en la misma jornada de reflexi¨®n", a?ade. "Si adem¨¢s a?adimos que un 15% no te contesta, la predicci¨®n queda muy tocada". En definitiva, "lo que no se puede saber nunca es la participaci¨®n", que es lo que inclina las votaciones ajustadas.
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