La noche de los secundarios
El Madrid elimina al Bayern con el protagonismo de los jugadores menos reconocidos y M¨ªchel Salgado a la cabeza
M¨ªchel Salgado, uno que desde luego no figura entre las estrellas del Madrid, decidi¨® a su manera el partido frente al Bayern. Pele¨® con la fe de los iluminados un bal¨®n irrelevante, se lo llev¨® frente a un central y permiti¨® el gol de Zidane en un encuentro extremadamente dif¨ªcil para el Madrid, privado de Roberto Carlos y Ronaldo, con Ra¨²l disminuido y con la sensaci¨®n de que vendr¨ªa una noche sufriente. As¨ª fue. El Bayern no hizo nada especial, pero eso no impidi¨® pensar en cualquier resultado, porque el juego fue racheado, sin ninguno de los equipos en condiciones de manejar las operaciones con claridad. Salgado represent¨® por elevaci¨®n a los poco tradiciones h¨¦roes del equipo, a Mej¨ªa, Ra¨²l Bravo, Helguera, a los defensas que se encargaron de preservar un resultado que coloca al Madrid en los cuartos de final.
REAL MADRID 1 - BAYERN M?NICH 0
Real Madrid: Casillas; M¨ªchel Salgado, Mej¨ªa, Helguera, Ra¨²l Bravo; Beckham, Guti (Borja, m. 95); Figo, Zidane, Solari (Cambiasso, m. 92); y Ra¨²l.
Bayern M¨²nich: Kahn; Sagnol (Salihamidzic, m. 66), Kuffour, Kovac, Lizarazu; Hargreaves (Schweinsteiger, m. 46), Demichelis, Ballack, Z¨¦ Roberto; Makaay y Pizarro (Santa Cruz, m. 67).
Goles: 1-0. M. 31. Salgado cabecea un bal¨®n bombeado en el v¨¦rtice derecho del ¨¢rea peque?a que Zidane, sin dejarlo caer, empalma con la zurda a la red.
?rbitro: Urs Meier (Suiza). Amonest¨® a Z¨¦ Roberto, Salgado y Lizarazu.
Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernab¨¦u.
Tenso y ¨¢spero, sin un gran f¨²tbol, el partido se jug¨® entre incertidumbres hasta el final, sin ning¨²n equipo en plan autoritario. El Madrid se emple¨® con la determinaci¨®n de las grandes noches. Nadie se borr¨®, pero se le ve¨ªa hu¨¦rfano. Las bajas de Roberto Carlos y Ronaldo pesaron durante todo el encuentro: por su jerarqu¨ªa como futbolistas y por las enormes posibilidades que permiten al juego del Madrid. Roberto Carlos es el ventilador del equipo, la garant¨ªa de velocidad y sorpresa. Ronaldo es la seguridad del gol, su car¨¢cter disuasorio frente a todas las defensas del mundo y el contragolpe, que el Madrid tuvo vetado durante toda la noche. El vac¨ªo de los dos astros brasile?os le quit¨® mucho vuelo al equipo, que compens¨® algunas de sus carencias con m¨¢s orden del habitual y con una energ¨ªa conmovedora. La precariedad f¨ªsica de Ra¨²l, que apenas pod¨ªa mantenerse sobre sus da?ados tobillos, a?adi¨® la ¨²ltima dificultad a un equipo que pas¨® algunas fases del encuentro en el alambre.
Con las limitaciones futbol¨ªsticas que se quieran, el encuentro tuvo el aire emotivo de las grandes noches europeas. La hinchada vivi¨® el partido con gran agitaci¨®n, convencida de la trascendencia de la eliminatoria, que de alguna manera puso a prueba la parte menos probada del modelo Florentino. Fue el momento de medir el espesor de jugadores como Ra¨²l Bravo y Mej¨ªa, la consistencia defensiva de Guti y Beckham en un duelo de gran exigencia, la capacidad, en definitiva, para superar a un rival m¨¢s que prestigioso en el f¨²tbol mundial. Fuera de Zidane, que siempre pareci¨® un futbolista superior, el Madrid se volc¨® m¨¢s el despliegue f¨ªsico, en la determinaci¨®n de sus jugadores, en su capacidad competitiva para sacar adelante el encuentro, que finalmente fue decidido por Salgado, el jugador que representa punto por punto todas esas cualidades.
Salgado, que no se distingue por su poder¨ªo en el juego alto, pero que jam¨¢s desde?a un bal¨®n dividido, pele¨® una jugada insignificante, aquella pelota que sali¨® rebotada sobre el ¨¢rea, frente al central Kovac, m¨¢s alto, m¨¢s fuerte, m¨¢s potente que Salgado. Pero Kovac perdi¨® en el salto. Salgado cabece¨® la pelota, que sali¨® hacia el segundo palo, ante la mirada del perplejo Kahn, un poco corto de reflejos para adelantarse a la jugada. Y en el segundo palo apareci¨® Zidane, para enganchar el bal¨®n a media altura y dejarlo en la red. Estall¨® de entusiasmo el Bernab¨¦u porque ese gol ten¨ªa un valor incalculable en las circunstancias en las que se mov¨ªa el Madrid.
Antes del gol, hubo mucho c¨¢lculo. El Bayern especulaba y el Madrid no adelantaba a nadie un metro de sus posiciones naturales. Una excelente volea de Ze Roberto fue desviada con los reflejos de costumbre por Casillas, que se reserv¨® todo el protagonismo en el ¨²ltimo minuto del primer tiempo, en un contragolpe ingenuamente permitido por el Madrid. Convirti¨® un c¨®rner favorable en un contragolpe mortal del Bayern, con dos jugadores frente al desprotegido Mej¨ªa. Sonaba a gol, pero Casillas se hizo goma para rechazar el tiro de Makaay. El Bernab¨¦u se levant¨® en masa para ovacionar al portero y corear su nombre. A Casillas le ocurre como a los actores de ley: quiere el centro del escenario en los momentos m¨¢s grandes.
Un muchacho de 19 a?os, rubio, en la l¨ªnea de los excelente jugadores que tiempo atr¨¢s produjo el f¨²tbol alem¨¢n, estuvo a punto de cambiar el signo del encuentro en la segunda parte. Schweinsteiger se llama y tiene futuro. Sali¨® en el segundo tiempo y le dio toda clase de problemas a la defensa del Madrid. Lo hizo por rapidez y habilidad. Comenz¨® en la derecha, pero luego barri¨® todo el frente del ataque, donde no encontr¨® demasiada compa?¨ªa. Ballack pareci¨® deprimido, Makaay apenas apareci¨® y el Bayern termin¨® por despreciar toda la sensaci¨®n de dominio que produc¨ªa su juego. Defensivamente no atraves¨® demasiados problemas. Lizarazu domin¨® con autoridad a Figo, al menos hasta que un tir¨®n le dej¨® casi fuera de combate. Los centrales se impusieron a Ra¨²l por razones evidentes: el delantero se doli¨® de los tobillos muy pronto y adem¨¢s se sinti¨® muy aislado en la punta.
Fue un partido para los jugadores menos reconocidos en un equipo de estrellas. Fue un partido para gente como Salgado, Helguera, Mej¨ªa. Se jugaron la vida en una noche crucial para el Madrid, que dif¨ªcilmente se encontrar¨¢ en una situaci¨®n de tanta precariedad, sin la protecci¨®n de la mayor¨ªa de sus grandes jugadores. A ellos se debe esta eliminatoria que ha visto a un Madrid menor, sufriente en muchos momentos, pero con la capacidad competitiva que le caracteriza en la Copa de Europa, el torneo que manifiesta las virtudes de sus mejores jugadores y tambi¨¦n las de aquellos que suelen pasar desapercibidos en la galaxia blanca.
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