Un barrio pele¨®n y humilde
El Pozo del T¨ªo Raimundo naci¨® hace m¨¢s de medio siglo como un poblado chabolista de vecinos muy reivindicativos
En 1955, el Pozo del T¨ªo Raimundo consist¨ªa en un poblado chabolista de 2.000 inmigrantes situado m¨¢s all¨¢ de Vallecas. Aunque en vez de proceder de los rincones m¨¢s pobres de Sierra Leona o Marruecos, como ahora, los inmigrantes proven¨ªan de los rincones m¨¢s miserables de Extremadura o de Andaluc¨ªa. Cuando llegaban, armaban una chabola por la noche, se met¨ªan dentro, y rezaban para que al amanecer no les echara la polic¨ªa, los grises de entonces.
En los a?os 60, la parroquia de este barrio se convirti¨® en el nido del incipiente sindicato CCOO. Al frente de esta iglesia tan especial se encontraba uno de los personajes clave de este barrio humilde y particular: el Padre Llanos, que fue confesor de Franco en la Guerra Civil, pero que se convirti¨® en cura militante y rojo en cuanto vio de cerca la pobreza y las necesidades que se pasaban en el cintur¨®n sur de Madrid.
Las chabolas dejaron de existir hace a?os. Se levantaron bloques de pisos y colegios
El apeadero que salt¨® ayer por los aires de dos bombazos fue inaugurado en 1996
El padre Llanos ayud¨® a que el barrio adquiriera su propia personalidad: vecinos peleones, luchadores, que exig¨ªan a base de manifestaciones y protestas lo que otros residentes de la capital ten¨ªan desde el principio: alcantarillas, calles asfaltadas, casas decentes. Poco a poco, el perfil del barrio fue cambiando: las chabolas dejaron de existir. Se construyeron plazas, bloques de pisos, colegios, un centro c¨ªvico y carreteras que enlazan con otras partes de la ciudad. Y el Pozo del T¨ªo Raimundo, que con otros barrios de Entrev¨ªas agrupa ya a m¨¢s de 30.000 personas, entr¨® a formar parte del distrito de Vallecas.
"Ahora mismo, el Pozo del T¨ªo Raimundo es un barrio obrero m¨¢s de Madrid, con los mismos problemas que cualquier otro barrio obrero: la carest¨ªa de la vivienda, la falta de expectativas para los j¨®venes etc", explica Juan Barranco, ex alcalde de Madrid y candidato al Senado por el PSOE.
Adem¨¢s de los nuevos pisos y de la desaparici¨®n de las chabolas y las casas bajas, el barrio ha vivido en los ¨²ltimos a?os una aut¨¦ntica revoluci¨®n urban¨ªstica: la construcci¨®n de Madrid Sur, una nueva barriada re¨²ne a decenas de miles de personas, o la de la autov¨ªa M-45, el tercer anillo que rodea la capital, ya pasa cerca del barrio.
Sin embargo, a pesar de los cambios, y como recuerda Barranco, el Pozo del T¨ªo Raimundo sigue habitado por "gente de clase obrera, j¨®venes e inmigrantes". En las casas situadas cerca del apeadero del Pozo del T¨ªo Raimundo viven camareros, panaderos, empleados del Ayuntamiento, jardineros.... Tambi¨¦n muchas personas de etnia gitana que han sido realojados en viviendas de protecci¨®n oficial.
A pesar del paso de los a?os, el barrio no ha perdido su garra reivindicativa: llevan 30 a?os reclamando al Ayuntamiento que cubra las v¨ªas del tren, precisamente la l¨ªnea de cercan¨ªas que ayer sirvi¨® a los terroristas para colocar sus mochilas bomba. El Ayuntamiento se lo ha prometido en parte: soterrar¨¢ s¨®lo 500 de los 3.300 metros de v¨ªas que parten en dos el barrio (de ah¨ª otro de los nombres de la zona: Entrev¨ªas).
Cerca del Pozo estuvo localizado uno de los hipermercados de la droga m¨¢s da?inos de la capital: la Celsa.Los vecinos tambi¨¦n pidieron a las autoridades su desmantelamiento. ?ste s¨®lo lleg¨® en 1999, tras varios a?os de protesta.
En 1994, miles de personas se congregaron en la Plaza Del Centro C¨ªvico para homenajear al Padre Llanos. El por entonces presidente de la asociaci¨®n de vecinos reclam¨® a la Comunidad de Madrid algo que los residentes de la zona ven¨ªan pidiendo desde los a?os cincuenta: que el tren parase all¨ª.
Y ocurri¨®: el 2 de octubre de 1996, se inauguraba el flamante apeadero del tren de cercan¨ªas del pozo del T¨ªo Raimundo. Muchos de los vecinos celebraron entonces que s¨®lo iban a tardar a partir de ese d¨ªa 10 minutos en llegar a Atocha. Algunos de ellos, los m¨¢s viejos, recordaban cuando empleaban una hora.
Esa misma estaci¨®n, enclavado en el coraz¨®n de uno de los barrios con m¨¢s personalidad de Madrid, fue el que ayer salt¨® por los aires de dos bombazos.
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