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1. El s¨®lo hecho de que cualquiera de las dos opciones -ETA o Al Qaeda- nos pueda parecer veros¨ªmil es de por s¨ª significativo. Da cuenta de que hemos integrado en nuestros razonamientos la expansi¨®n de la violencia nihilista, como un fen¨®meno capital de este principio de siglo. La destrucci¨®n como fin en s¨ª, como demostraci¨®n, por parte del que la ejerce, de que todo le est¨¢ permitido. Y que, por tanto, no hay ning¨²n l¨ªmite, ninguna idea de pudor, que act¨²e como cord¨®n de seguridad. Como gesto de omnipotencia que se agota en s¨ª mismo: el terrorista alcanza en este gesto su plenitud. De ah¨ª que el terrorismo suicida sea una consecuencia natural de la violencia nihilista. Al Qaeda ha hecho el salto al terrorismo de destrucci¨®n masiva. Siempre que alguien sube el list¨®n de la violencia, inmediatamente otro empieza a so?ar en superarlo. Y en los siniestros caminos subterr¨¢neos del terrorismo internacional circulan armas, dinero, pero tambi¨¦n emulaci¨®n y mimetismo. Aunque la magnitud de la masacre remitiera inmediatamente al estilo Al Qaeda no hay ninguna raz¨®n "a priori" para que ETA no hubiese podido hacerlo. En realidad, lo hab¨ªa querido en otras ocasiones. La autor¨ªa, por tanto, s¨®lo la pueden dar de forma definitiva las pruebas. Por eso hay que ser muy exigente con los gobernantes que tienen que aportarlas. Porque no ser¨ªa admisible convertir una hip¨®tesis en versi¨®n definitiva por el s¨®lo hecho de ser veros¨ªmil.
2. Que tanto Al Qaeda como ETA hayan podido hacerlo no quiere decir que no sea relevante que lo haya hecho una u otra. Aznar se equivoca al descalificar -seg¨²n su estilo- a todos aquellos que negamos que todos los terrorismos sean una misma cosa. No lo son. Y esta amalgama es un error de an¨¢lisis que condiciona las pol¨ªticas de respuesta al terrorismo. ETA es una organizaci¨®n terrorista de ¨¢mbito fundamentalmente espa?ol, vinculado a una cuesti¨®n concreta: la independencia del Pa¨ªs Vasco. Al Qaeda es una red internacional en forma de franquicia que ampara a una serie de grupos m¨¢s o menos aut¨®nomos. Si el atentado fuera obra de ETA estar¨ªamos en una nueva fase de un problema que concierna principalmente a Espa?a. Una fase que se caracterizar¨ªa por un mayor aislamiento de la organizaci¨®n terrorista, porque -como entendi¨® enseguida Otegui- ni el propio entorno abertzale podr¨ªa asumir tal masacre; y por una mayor colaboraci¨®n internacional. Si el atentado ha sido obra de Al Qaeda este pa¨ªs entra en una dimensi¨®n desconocida. El marco espa?ol quedar¨ªa desbordado por la dimensi¨®n global del problema. Y as¨ª lo entendieron los pa¨ªses europeos que mandaron ayer a representantes de m¨¢ximo nivel. Sobre la unidad antiterrorista planear¨ªa la tremenda sombra de una guerra a la que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n no quer¨ªa ir. La angustia ciudadana se multiplicar¨ªa al saber que una organizaci¨®n de este tipo ha penetrado en nuestras ciudades. Y no podemos olvidar que hay bases para ello porque que aqu¨ª se tomaron las ¨²ltimas decisiones antes del 11-S. El pa¨ªs deber¨ªa asumir decisiones nada f¨¢ciles de convertir en consenso activo.
3. Me resulta especialmente inc¨®modo estos d¨ªas la sensaci¨®n, en los discursos pol¨ªticos, en los medios de comunicaci¨®n e incluso en las conversaciones con amigos y conocidos, de que cada cual tiene su autor favorito. La b¨²squeda del autor tiene siempre una funci¨®n expiatoria. Saber quien lo ha hecho ayuda a desdramatizar la situaci¨®n. Pero en este caso los argumentos de principios pueden m¨¢s que las pruebas y asistimos a la pat¨¦tica situaci¨®n en que por razones esp¨²reas unos quieren que sea ETA y otros que sea Al Qaeda. Bajo el impacto del terror es dif¨ªcil adivinar como se traducir¨¢ en votos la reacci¨®n emocional de los ciudadanos. Pero el gobierno parece empe?ado en que sea ETA (y con ¨¦l su entorno medi¨¢tico) mientras que en algunos sectores de la oposici¨®n parece como si se deseara que fuera Al Qaeda, en unos c¨¢lculos ventajistas que est¨¢n lejos de ser demostrados.
Es cierto que este hecho puede tener una lecci¨®n positiva: la gente que as¨ª reacciona, los progres que con toda seguridad te dicen que no hay ninguna duda de que es Al Qaeda o las gentes pr¨®ximas al gobierno que hacen caso omiso a cualquier signo que descarte ETA, est¨¢n pensando ya en la normalidad, en que las elecciones se desarrollen como se hab¨ªan desarrollado, en que el pa¨ªs siga adelante sin dejarse amedrentar. Y las peque?as miserias forman parte de la cotidianeidad humana. Aunque en d¨ªas de luto la codicia resulte obscena.
4. Al Gobierno corresponde llevar la investigaci¨®n. Entiendo perfectamente la dificultad de la tarea. Y no podemos olvidar el factor humano. El tremendo impacto emocional que el gobierno, como todo el pa¨ªs, acaba de sufrir. En algunas de sus intervenciones se les percibe claramente aturdidos y desbordados. Y es perfectamente natural. Para Aznar el impacto psicol¨®gico ha de ser terrible. Ocho a?os preparando minuciosamente su salida. Y, a tres d¨ªas de que se conozca su sustituto, el terrorismo -la prioridad absoluta de su per¨ªodo de gobierno- lo arruina todo. El gobierno merece comprensi¨®n, pero al mismo tiempo exigencia. A los medios de comunicaci¨®n corresponde la dura tarea de marcar estrictamente al gobierno para que no tenga ni la menor tentaci¨®n ventajista. Es una responsabilidad desagradable pero ineludible. En estos momentos, la confianza con quienes gobiernan es fundamental. Y s¨®lo el gobierno puede hacerse acreedor a ella. Cualquier sospecha, cualquier indicio de que se entretiene la informaci¨®n por razones electorales ser¨ªa muy grave. Si el gobierno la pr¨®xima semana cambiara el relato que est¨¢ sosteniendo ahora los problemas de gobernabilidad podr¨ªan ser muy serios. Una sombra podr¨ªa acompa?ar al nuevo presidente durante toda la legislatura.
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