Mujer y clase social
"Nada se parece m¨¢s al infierno que un matrimonio feliz", es la primera frase de esta obra: el infierno est¨¢ a la derecha del espectador, donde el marido silencioso (otras veces se ha hecho con un mu?eco: aqu¨ª lo hace el paciente actor Josu Ormaetxe) est¨¢ en una habitaci¨®n de color rojo ardiente, leyendo imperturbablemente un peri¨®dico mientras su mujer le lanza el mon¨®logo, la diatriba, donde se relata su vida com¨²n. Es ella la que est¨¢ en el infierno, y ella misma es el diablo vengador que, al final, prende fuego a la habitaci¨®n siniestra y al marido que no deja de leer por semejante cosa. No es una situaci¨®n nueva. Es la misma de Antes del desayuno, de O'Neill (culpable, la mujer: el marido se deg¨¹ella cuando oye la diatriba de cada d¨ªa), o del Bello indiferente, de Cocteau (culpable, el chulo que lee el peri¨®dico; ella fue Edith Piaf en el estreno), o La voz humana, tambi¨¦n de Cocteau (luego, ¨®pera de Poulenc: la canta Jesse Norman). Pero Garc¨ªa M¨¢rquez est¨¢ en el Caribe y tiene su lenguaje, su fuerza, su emoci¨®n: y todo pasa en el calor de cualquier Macondo, y ella es la chica que reniega del Marqu¨¦s, y tira sus joyas al retrete, y desde?a el abrigo de piel, y le acusa de corruptor de menores, y, en fin, de todo. Se va, se va. Da el portazo que daba hace mil a?os la Nora de Ibsen (Casa de mu?ecas): la primera mujer que sab¨ªa en el teatro que un matrimonio feliz es un infierno.
Ana Bel¨¦n es esta mujer, Gabriela, que lanza el violento discurso, donde est¨¢ metido un problema de clase social -es raro que Garc¨ªa M¨¢rquez haga algo en vano; y es raro que haga algo sin calidad literaria al mismo tiempo- y pone todo los matices de desesperaci¨®n, sarcasmo, desprecio, llanto por s¨ª misma. Pone, o tiene que poner, algo m¨¢s: movimiento, alguna canci¨®n, cambios de vestuario. Es una desconfianza, pienso yo, del eminente director, Jos¨¦ Carlos Plaza, por el mon¨®logo en s¨ª, por lo que s¨®lo es palabra, por teatralizar lo que evidentemente en su origen es literatura escrita. Pienso que no har¨ªa falta: pero tampoco sobra, y el p¨²blico lo acepta as¨ª. M¨¢s que lo acepta, lo aclama. Plaza y Bel¨¦n, que trabajaron juntos hace ya muchos a?os, tienen un p¨²blico fiel que no falta en sus estrenos: y al final de la representaci¨®n todos los invitados estaban en pie, queriendo demostrar que, m¨¢s que amigos y compa?eros, son admiradores. Sali¨® con ellos a las glorias, naturalmente, Gerardo Vera, excelente colaborador, casi protagonista, con el decorado de aterrador rojizo, y del mar donde Ana nada, y de las proyecciones: tambi¨¦n movimiento para a?adir a la sola palabra, y belleza teatral moderna. Teniendo en cuenta que este teatro es demasiado grande para una obra ¨ªntima y realista, y que sobra medio escenario, el ajuste es para otras salas por donde gira.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.