A Berlusconi se le hunde el 'calcio'
La impunidad de los ultras, que el pasado domingo lograron que se suspendiera el Lazio-Roma, y el hecho de que al menos 9 clubes est¨¦n al borde de la disoluci¨®n levantan una enorme polvareda pol¨ªtica en un pa¨ªs donde el f¨²tbol es excesivo
M¨¢s de la mitad de los clubes en quiebra t¨¦cnica, una deuda con Hacienda superior a los 500 millones de euros, estadios sometidos a mafias violentas... El f¨²tbol italiano estaba al borde del abismo. Y el domingo 21 de marzo, en el Ol¨ªmpico de Roma, dio el definitivo paso adelante. Tras el fantasmag¨®rico derby Lazio-Roma, que los ultras de ambos bandos obligaron a suspender como exhibici¨®n de fuerza, el calcio se precipita en el abismo. Sobre cinco sociedades de Primera Divisi¨®n, entre ellas las dos romanas, y sobre cuatro de Segunda pesa la amenaza de no competir el a?o pr¨®ximo. El vicepresidente del Gobierno, Giancarlo Fini, teme un estallido de violencia: "En Roma puede desencadenarse el fin del mundo".
"Hay que evitar como sea la crisis del f¨²tbol: a?adir¨ªa un factor muy grave en la tensi¨®n social del pa¨ªs"
Los acontecimientos del Ol¨ªmpico fueron un ensayo general. Los ultras (mafias de presuntos seguidores, vinculadas a la extrema derecha) reclamaban desde hac¨ªa a?os la "autogesti¨®n de la seguridad" en el estadio, es decir, la rendici¨®n total de la polic¨ªa, para desarrollar sin interferencias su negocio: venta ilegal de camisetas y banderas, extorsiones a los clubes (obligados a pagar las "coreograf¨ªas de animaci¨®n desde la grada") y organizaci¨®n de viajes en los desplazamientos. Los Irreductibles del Lazio facturan anualmente m¨¢s de un mill¨®n de euros, y la mitad, seg¨²n estimaciones policiales, es beneficio neto a repartir entre un pu?ado de capos. Los Servicios de Informaci¨®n del Ministerio del Interior calculan que hay en Italia unos 60.000 ultras unidos en el prop¨®sito de adue?arse del calcio.
El 21 de marzo les bast¨® lanzar un rumor falso. Desde la curva sur del estadio, dominada por los romanistas, se lanz¨® la noticia de que la polic¨ªa hab¨ªa matado a un muchacho de 16 a?os. En el cuarto de hora del descanso el rumor se difundi¨® por la grada, y al principio del segundo tiempo todas las pancartas y banderas laziales y romanistas fueron retiradas. Esa fue la se?al. Una delegaci¨®n de tres capos descendi¨® al c¨¦sped y orden¨® al capit¨¢n de la Roma, Francesco Totti, que se negara a jugar "por respeto al chico muerto". Fue in¨²til que el Prefecto de Roma (delegado del Ministerio del Interior en la ciudad) afirmara por los altavoces que nadie hab¨ªa fallecido y explicara personalmente a los jugadores que todo era un invento: nadie le crey¨®. En cualquier caso, la amenaza era clara. O suspensi¨®n, o invasi¨®n de campo. "?stos nos matan", dijo Totti al ¨¢rbitro. Y el ¨¢rbitro, tras intentar sin ¨¦xito que se reanudara el juego, opt¨® por lavarse las manos y comunicar por tel¨¦fono con el presidente de la Liga, Adriano Galliani. ?ste, vicepresidente del Milan y hombre de confianza de Silvio Berlusconi, contact¨® con el gran jefe. Y despu¨¦s autoriz¨® la suspensi¨®n.
Lo que ocurri¨® a partir de ese momento demostr¨® que alguien hab¨ªa planeado las cosas. Mientras los 80.000 espectadores, consternados y desorientados por una muerte que no hab¨ªa ocurrido, se convert¨ªan sin saberlo en rehenes de los violentos, ¨¦stos tomaban posiciones alrededor del estadio y cargaban contra la polic¨ªa. Los disturbios impidieron la evacuaci¨®n. Miles de personas vivieron momentos de p¨¢nico, entre gases lacrim¨®genos y bandas armadas con palos y navajas. Al final de los enfrentamientos, 153 polic¨ªas necesitaron atenci¨®n hospitalaria.
A¨²n no se sabe, quiz¨¢ no se sepa nunca, qui¨¦n organiz¨® la exhibici¨®n de fuerza de los ultras. Los tres delegados que bajaron al c¨¦sped fueron detenidos pero ya est¨¢n en libertad, sin otra sanci¨®n que tres a?os de alejamiento de los estadios. Stefano Carriero, 29 a?os, c¨¢mara de televisi¨®n y miembro de Tradici¨®n y distinci¨®n; Stefano Sordina, 34 a?os, asesor financiero, miembro de AS Roma Ultras; y Roberto Morelli, 27 a?os, sin profesi¨®n conocida, alegaron que s¨®lo quer¨ªan "impedir un estallido de violencia". Mintieron (Carriero le dijo a Totti que hab¨ªa hablado personalmente con los padres del muchacho fallecido) y hablaron, de forma muy significativa, en nombre de los ultras de ambos bandos, pero no se ha podido probar que formaran parte de una conspiraci¨®n.
Para el vicepresidente del Gobierno, Giancarlo Fini, de Alianza Nacional, ex neofascista y buen conocedor de las tramas negras del f¨²tbol, consider¨® que los sucesos constitu¨ªan una advertencia. Los ultras hab¨ªan querido hacer una peque?a demostraci¨®n de lo que podr¨ªa ocurrir si Lazio y Roma fueran disueltos y relegados a la categor¨ªa regional. "No quiero ni pensar en que esos dos clubes fueran excluidos de la competici¨®n el a?o pr¨®ximo; ya hemos visto lo ocurrido en el derby", dijo. "En Roma podr¨ªa desencadenarse el fin del mundo". El alcalde de Roma, Walter Veltroni, de los Dem¨®cratas de Izquierda (ex comunistas) fue m¨¢s gen¨¦rico: "Hay que evitar como sea que el f¨²tbol entre en crisis, porque eso a?adir¨ªa un factor muy grave en la tensi¨®n social del pa¨ªs". Es imposible exagerar sobre la importancia del calcio en Italia, sobre sus ramificaciones pol¨ªticas y su impacto en la vida cotidiana.
?C¨®mo evitar la quiebra de Roma y Lazio? Esa es la pregunta sin respuesta. Cada uno de los clubes tiene una deuda cercana a los 400 millones de euros. La Lazio debe a Hacienda 113 millones; la Roma, 108. En teor¨ªa, no podr¨ªan participar en las competiciones europeas del pr¨®ximo a?o, porque la UEFA, que cierra el plazo de inscripci¨®n el pr¨®ximo d¨ªa 31, no acepta sociedades con deudas fiscales. Pero la trampa ya est¨¢ preparada: les bastar¨¢ presentar un recurso ante Hacienda, con lo que, al menos durante 60 d¨ªas, su situaci¨®n quedar¨¢ en suspenso. Para despu¨¦s, cuentan con que habr¨¢ ocurrido el milagro de cada a?o y el gobierno les habr¨¢ salvado, de una forma u otra.
Esta vez, sin embargo, Silvio Berlusconi lo tiene dif¨ªcil. Pens¨® en un nuevo decreto salvacalcio que cancelara las deudas con cargo al contribuyente, pero la Comisi¨®n Europea le hizo saber que nunca aceptar¨ªa tal cosa. Ahora baraja la opci¨®n de presionar sobre los bancos, especialmente Capitalia, para que participen en ampliaciones de capital de los clubes afectados y aporten dinero fresco suficiente para pagar las deudas m¨¢s urgentes.
Roma y Lazio no son las ¨²nicas sociedades en peligro de desaparici¨®n. En situaci¨®n similar se encuentran Perugia, Ancona y Chievo, en Primera, y N¨¢poles, Como, G¨¦nova y Salernitana, en Segunda.
Hoy se celebrar¨¢, en Mil¨¢n, una cumbre del f¨²tbol italiano con los m¨¢ximos dirigentes de las Ligas profesionales, la Federaci¨®n y los sindicatos de futbolistas y entrenadores. Los clubes han preparado un esbozo de plan de saneamiento que incluye reducir las plantillas a 25 jugadores, establecer techos salariales y una reducci¨®n autom¨¢tica de los sueldos en un 40% en caso de descenso de categor¨ªa. La Assocalciatori, el sindicato de futbolistas, exige a su vez que las cuentas de los clubes sean controladas trimestralmente (los auditores de Thornton, que daban por buenas las cuentas falsas de Parmalat, se niegan a firmar el balance de 2003 de la Roma por considerarlo pura fantas¨ªa) y que se sancione con p¨¦rdida de puntos a las sociedades que no paguen puntualmente los salarios.
El de hoy ser¨¢, en cualquier caso, s¨®lo un primer paso. Resultar¨¢ muy dif¨ªcil salir del abismo sin soluciones dr¨¢sticas. Y el gobierno, en cuyas manos est¨¢n tanto las decisiones finales como la gesti¨®n de cualquier consecuencia violenta, no sabe qu¨¦ hacer. "Yo no ser¨¦ quien hunda el f¨²tbol italiano", afirma Silvio Berlusconi. El problema es que el calcio ya est¨¢ hundido.
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