Viejo y sabio

Rudolf Barshai (Labinskaia, 1924) es uno de esos hombres viejos y sabios. Retirados Giulini y Sanderling, hoy el maestro ruso-israel¨ª es el ejemplo m¨¢s claro de un pasado lleno de gloria y de drama, que se va irremisiblemente y que nos dejar¨¢ un poco hu¨¦rfanos.

Era m¨¢s l¨®gico esperarle en Shostak¨®vich, pero el formato de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el razonable deseo de ponerse a prueba en la dif¨ªcil -por aparentemente f¨¢cil- pareja Haydn-Schubert explican su programa. El concierto fue una suma de peque?as lecciones m¨¢s que una impresionante demostraci¨®n de sabidur¨ªa. Las obras se fueron construyendo poco a poco, sobre una marcha tranquila y sin agobios. Quiz¨¢ por eso los mejores momentos pertenecen al coraz¨®n de cada una de las dos sinfon¨ªas escuchadas, cuando se hab¨ªa alcanzado la velocidad de crucero: el Minueto de la 86 de Haydn y el Scherzo de La Grande de Schubert. En aqu¨¦lla, primorosamente cantado el tr¨ªo; en ¨¦sta, dicho todo mirando m¨¢s a una felicidad deseada que a una frustraci¨®n evidente. Detalles preciosos, ejemplos de eso que se predica de los directores "muy musicales" los hubo a docenas y primaron sobre la visi¨®n de conjunto.

Para la orquesta, se trataba de una sesi¨®n importante que salv¨® con buena nota. El p¨²blico fue consciente del maestro que ten¨ªa delante y le despidi¨® con el cari?o que se reserva a los m¨¢s grandes cuando, adem¨¢s, nos hacen felices.