La mirada di¨¢fana de la sabidur¨ªa

Ermanno Olmi es uno de los grandes de su arte, un arist¨®crata del cine italiano, que desde hace m¨¢s de medio siglo nos viene dando los altibajos de su eminente obra en un goteo cada vez m¨¢s espaciado, arrancado de un retiro totalmente silencioso, que raras veces vulnera y del que, cuando sale, lo hace con una pel¨ªcula inimitable, de especie ¨²nica, bajo el brazo, un monumento de originalidad y de sabidur¨ªa.

La ¨²ltima de estas gotas-joyas tiene por t¨ªtulo El oficio de las armas y es una especie (como todo en la obra de Olmi) incatalogable de lecci¨®n de historia. No tiene el genio de Il posto o El ¨¢rbol de los zuecos, que son milagros del genio del cine, pero est¨¢n en ella impresas las huellas de la luminosa mirada de este hombre callado y apartado, que de cuando en cuando rompe los muros de la fortaleza de la industria del cine y ofrece a las pantallas algo -mejor o peor conseguido, pero algo- de lo que el cine tiene de imperecedero.

Construye Olmi esta vez un fresco hist¨®rico lejano, pero apasionante. Es el relato de una de las expediciones que en 1927, poco antes del Saqueo de Roma, orden¨® el emperador Carlos V contra los Estados Vaticanos, entonces gobernados por el papa Clemente VII, un miembro de la rama de Padua de la familia Medicis, que encontr¨® en un pariente suyo, Giovanni de Medicis, tambi¨¦n de Padua, el principal organizador resistencial de la lucha contra el ej¨¦rcito de mercenarios alemanes enviado por Carlos.

De nuevo la transparencia y la sabidur¨ªa de Olmi se apodera de esta obra exquisita, minoritaria, pero que no debieran pasar por alto quienes buscan en el cine, adem¨¢s de un juego y un espect¨¢culo, una forma viva, todav¨ªa irreemplazable de conocimiento.