No hay palabras
Si un ?bravo! inmisericorde e impaciente no hubiera roto el sortilegio, qui¨¦n sabe si el s¨¢bado por la noche los que escuchamos la Misa en si menor de Bach a Gardiner y sus huestes inglesas nos hubi¨¦ramos quedado calladitos, ido cada cual a donde pudiera rumiar tal experiencia. Semejante demostraci¨®n merec¨ªa la gloria del silencio absoluto, el respeto del recogerse en el rinc¨®n m¨¢s ¨ªntimo, all¨ª donde la belleza act¨²a en el alma o como se llame eso en lo que nos reconocemos a nosotros mismos y lo poca cosa que al final somos. Pero, claro, hab¨ªa que agradecerle a este sir John tanta entrega, tanta inteligencia, tanto cuidado. Agradecerle llevar m¨¢s de veinticinco a?os manteniendo esos dos conjuntos que volvieron a parecernos tan frescos como el primer d¨ªa, pero con la sabidur¨ªa de los a?os. Agradecerle la modestia y la felicidad con la que sus solistas vocales sal¨ªan del Coro Monteverdi -que sigue siendo ¨²nico- para cantar a Bach con la alegr¨ªa de eso que llamamos gracia con min¨²scula y, a la vista de lo escuchado, qui¨¦n sabe si hasta con may¨²scula. De principio a fin se obr¨® el milagro de lo que s¨®lo se escucha una vez en la vida. Y, claro, pues humanos somos, la voz venci¨® al silencio y el delirio a la unci¨®n. Es como esta cr¨ªtica que no puede serlo, a la que bastar¨ªa su t¨ªtulo para decir lo que ocurri¨® en Cuenca la noche del s¨¢bado de Pasi¨®n. Un espectador dec¨ªa al salir que ya se pod¨ªa morir, que hab¨ªa valido la pena vivir para escuchar aquello.
M¨²sica Religiosa de Cuenca
English Baroque Soloists. Coro Monteverdi. Director: John Eliot Gardiner. Bach: Misa en si menor. Auditorio. 3 de abril. Jordi Savall, viola de gamba. Fundaci¨®n Antonio P¨¦rez. 4 de abril.
Jordi Savall se acerc¨® a la Sala Millares dispuesto a demostrar que la hermosura del repertorio para viola de gamba no tiene secretos para ¨¦l. El viernes hab¨ªa dado un concierto con dos caras, una primera parte algo frustrante -Schein, Praetorius, Scheidt- y una estupenda segunda con Charpentier. Ayer por la ma?ana fue otra cosa y el prodigio de su viola de gamba circul¨® por la hermosura alemana y francesa -de Bach y Schenck a los se?ores de Sainte-Colombe o a Marin Marais-, hasta inglesa -el curioso capit¨¢n Tobias Hume- con la familiaridad de lo vivido. Ah¨ª es donde el gran m¨²sico catal¨¢n nunca defrauda.
Babelia
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