Nos dejaron a medias
Hab¨ªa cierta expectaci¨®n por ver el juego de los toros de Jos¨¦ Miguel Arroyo, y el cierto inter¨¦s no fue del todo correspondido. Hay que decir que nos quedamos a medias, si es menester ponerse optimistas. Pues incluso aquellos que metieron la cara se fueron disipando, desleales ellos.
Salv¨® el honor de la ganader¨ªa, si por tal entendemos el embestir, y, a ser posible, hacerlo con calidad y recorrido, el tercero de la tarde, que lleg¨® hasta las manos de un Rafael de Julia que por momentos estuvo inspirado. Antes hab¨ªa realizado Rafael un buen quite por navarras muy templadas, que rubric¨® con una preciosa media ver¨®nica. El trasteo del torero de Torrej¨®n de Ardoz, sin terminar de abrocharse, o a falta de una reuni¨®n con el toro m¨¢s adecuada, tuvo momentos importantes de toreo en redondo, y en las trincherillas y ayudados en el comienzo y final de faena. En su segundo apret¨® los dientes y le comi¨® terreno al mansurr¨®n de buidas defensas.
Arranz / Mora, Roble?o, De Julia
Toros de Mart¨ªn Arranz y J. Miguel Arroyo, desiguales, serios, mansos; 3? noble y con calidad. Eugenio de Mora: silencio y silencio. Fernando Roble?o: aviso y palmas; aviso y silencio. Rafael de Julia: aviso y silencio; leves palmas. Plaza de Las Ventas, 4 de abril. Dos tercios de entrada.
Fernando Roble?o salud¨® de capa con enjundia y bellos lances en su primero, al que enjaret¨® tres chicuelinas en los medios muy barridas, que el p¨²blico jale¨® como se merec¨ªan. Llev¨® muy toreramente, artista y sutil, al caballo, para lucir bonitos recortes, o esa tijerilla tan marchosa en el remate de las suertes. La faena de muleta tuvo instantes de fuerza y plasticidad, que no cuajaron por las mermadas condiciones del toro. En su segundo, rajado y un algo montaraz, se peg¨® el arrim¨®n, consinti¨®, se la jug¨®, y termin¨® manejando mal la espada, su gran asignatura pendiente.
Eugenio de Mora, voluntarioso en su lote, fr¨ªo y un tanto opaco, tuvo el m¨¦rito de pasar de muleta a la mole mansurrona de 638 kilos, que solt¨® al ruedo en cuarto lugar. Un buque de perezoso motor, al que no era nada f¨¢cil sujetar en la franela y verlo navegar un tanto a la deriva por el albero.
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