Rubio Llorente ser¨¢ el nuevo presidente del Consejo de Estado
Fue vicepresidente del Constitucional y catedr¨¢tico de la Complutense
El virtual presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ha ofrecido a Francisco Rubio Llorente, seg¨²n fuentes socialistas, la presidencia del Consejo de Estado, el m¨¢ximo ¨®rgano consultivo del Ejecutivo. Rubio Llorente, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional, es vicepresidente em¨¦rito del Tribunal Constitucional. Rodr¨ªguez Zapatero anunci¨® ayer que pedir¨¢ al Consejo de Estado un informe previo sobre la reforma constitucional.
El l¨ªder del PSOE anunci¨® ayer en el debate de investidura que "en los pr¨®ximos d¨ªas, el Gobierno proceder¨¢ al nombramiento de un nuevo presidente del Consejo de Estado, de reconocido prestigio y probada independencia, para que dirija ese trabajo". Rodr¨ªguez Zapatero anunci¨® tambi¨¦n una r¨¢pida reforma legal para que todos los ex presidentes del Gobierno se incorporen de forma autom¨¢tica al ¨®rgano consultivo. La reforma convertir¨ªa a Adolfo Su¨¢rez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en miembros permanentes.
El actual presidente del Consejo de Estado es Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa, ex ministro de Sanidad, que sustituy¨® a ??igo Cavero tras el fallecimiento de ¨¦ste en diciembre de 2002. El cargo es de libre designaci¨®n por el Gobierno. El Consejo lo componen en la actualidad ocho miembros permanentes, ocho natos en funci¨®n de su cargo y otros 10 de libre designaci¨®n.
Rubio Llorente naci¨® en Berlanga de San Fernando (Badajoz) el 25 de febrero de 1930. Es doctor en Derecho y diplomado del Instituto de Sociolog¨ªa y Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Colonia (Alemania) y del Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs. Es letrado de las Cortes Generales y catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid. Antes de obtener la c¨¢tedra hab¨ªa ejercido la docencia como profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Entre julio de 1977 y abril de 1979 ocup¨® la secretar¨ªa general del Congreso de los Diputados y fue uno de los tres letrados que asesoraron a la ponencia que elabor¨® la Constituci¨®n de 1978. Desde el Congreso pas¨® a la direcci¨®n del Centro de Estudios Constitucionales, que desempe?¨® hasta comienzos de 1980.
En febrero de 1980 fue designado magistrado del Tribunal Constitucional, a propuesta del Congreso de los Diputados. El 6 de marzo de 1989 fue elegido por mayor¨ªa vicepresidente del alto Tribunal, en sustituci¨®n de Gloria Begu¨¦. Abandon¨® la vicepresidencia del Constitucional en julio de 1992.
Rubio Llorente ha mantenido una posici¨®n muy cr¨ªtica hacia la actuaci¨®n del Gobierno frente al plan Ibarretxe. Seg¨²n declar¨® en diciembre pasado en Pamplona, durante unas jornadas de conmemoraci¨®n del 25 aniversario del texto constitucional, judicializar el proyecto de nuevo estatuto vasco "es una v¨ªa equivocada". Se refer¨ªa a la impugnaci¨®n del texto ante el Tribunal Constitucional.
En el mismo acto, Rubio Llorente se manifest¨® "sin ninguna duda" contra el plan Ibarretxe, porque, seg¨²n asegur¨®, "tal y como se ha presentado es inaceptable". Pero el terreno para combatirlo, a su juicio, "no es el de los tribunales".
Pasividad e hiperactividad
Ha denunciado tambi¨¦n el "retraso, escandaloso, de hasta ocho o diez a?os" que mantiene la justicia contencioso-administrativa, lo que la convierte en ineficaz, con muchos miles de recursos acumulados. En su opini¨®n, los jueces muestran a veces una pasividad excesiva y otras una hiperactividad. "Tan arriesgada es una como otra", sentenci¨® en una intervenci¨®n p¨²blica.
Rubio Llorente se ha referido tambi¨¦n en ocasiones a la politizaci¨®n de la justicia y ha sostenido que la elecci¨®n de la mayor¨ªa de los vocales del Consejo General del Poder Judicial por los propios jueces y magistrados la paliar¨ªa. Tambi¨¦n calific¨® de "funesta" la colocaci¨®n de jueces en cargos pol¨ªticos.
Rubio Llorente es colaborador habitual de EL PA?S. En un art¨ªculo titulado La reforma de la Constituci¨®n, publicado el 10 de septiembre de 1998, dec¨ªa lo siguiente: "La flexibilidad de los textos constitucionales es grande, pero no ilimitada, y no se puede forzar hasta convertirlos en papel mojado. Y si la reforma ha de hacerse, se ha de partir de lo que hay. La afirmaci¨®n (art¨ªculo 2?) de que la Constituci¨®n se fundamenta en la unidad de la naci¨®n espa?ola es un ejemplo t¨ªpico de enunciado performativo; no describe la realidad, sino que la crea".
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