La misa del tripartito
El Gobierno de izquierdas contin¨²a la tradici¨®n pujolista de iniciar el D¨ªa de Sant Jordi con un acto lit¨²rgico cat¨®lico
Sant Jordi ha servido para medir la fe del Gobierno tripartito. Finalmente, despu¨¦s de amagos her¨¦ticos y paganos por parte de algunos consejeros y de debates en el seno del Ejecutivo, hubo misa cat¨®lica en el Palau de la Generalitat. Ayer, la tradici¨®n sostenida a lo largo de 23 a?os de pujolismo decay¨® en cuanto al fervor -hubo pocos comulgantes-, pero logr¨® sobrevivir al primer a?o de un Gobierno que encarna, al menos sobre la letra, a los tres grandes enemigos del alma aznariana: independentismo, socialismo y comunismo.
Con todo, nadie hubiera dicho ayer que algo de esa ponzo?a pecaminosa anidara en esos consejeros y destacados dirigentes de los partidos del bloque gubernamental que acud¨ªan a la misa en la capilla de Sant Jordi, con la excepci¨®n de Iniciativa per Catalunya-Esquerra Unida i Alternativa.
Con la democracia, la izquierda mayoritaria catalana parece apuntarse a la solidez de lo consuetudinario. Bajo el pretexto de preservar la tradici¨®n, el GEC, el Govern d'Esquerres i Catalanista, ha decidido conservar la misa cat¨®lica. Por gracia del tripartito, lo que en un Estado democr¨¢tico es una manifestaci¨®n de fe pas¨® a ser ayer el acto protocolario que daba el pistoletazo de salida a la Diada de Sant Jordi. La Catalu?a multicultural, la Barcelona del F¨°rum 2004, inici¨® el 23 de abril con su Gobierno de izquierdas en una misa de rito cat¨®lico. Mientras, para los ciudadanos de otras confesiones o descre¨ªdos quedaba la posibilidad de asistir a la chocolatada o de vender rosas como hac¨ªa ayer alguna entidad isl¨¢mica en el Palau. Tambi¨¦n cab¨ªa esperar pacientemente a que acabara la ceremonia religiosa cat¨®lica en el Pati dels Tarongers, como el venerable Lama Jamyang Tashi Dorje y su acompa?ante, que respond¨ªa al m¨¢s pragm¨¢tico nombre de Andreu. Ambos, monjes del monasterio budista del Garraf, hab¨ªan sido convocados por error a las nueve de la ma?ana en el Palau. Esa no era una buena hora para que los budistas catalanes anduviesen por ah¨ª. Era el momento de inicio de la tradicional celebraci¨®n cat¨®lica, que bati¨® r¨¦cords de inasistencia de consejeros, al contrario de lo que suced¨ªa bajo la ¨¦gida pujolista. Un destacado convergente aseguraba a la salida: "Hemos estado m¨¢s anchos que nunca en la capilla". Los miembros del Gobierno que participaron de la celebraci¨®n eucar¨ªstica fueron los socialistas Antoni Castells, Antoni Siurana, Joaquim Nadal, Marina Geli y Caterina Mieras, encabezados por el presidente Pasqual Maragall. La representaci¨®n de Esquerra la portaban en solitario el presidente del Parlament, Ernest Benach, y el diputado Josep Huguet. Los mandos militares, policiales y la delegada del Gobierno central, Susanna Bouis, tuvieron una asistencia a la altura de lo esperado. Tampoco defraud¨® la delegaci¨®n de CiU, que cont¨® con Jordi Pujol, Artur Mas y Felip Puig y los democristianos Joan Rigol y Josep Antoni Duran.
?Y la primera dama? Diana Garrigosa s¨ª rompi¨® la tradici¨®n y no asisti¨® a la misa. Ella ofreci¨® la imagen ins¨®lita del d¨ªa: la de la esposa de un presidente de la Generalitat contemplando desde el exterior de la capilla la salida de la misa del Dia de Sant Jordi. Garrigosa opina que entre el totalitario papa Gregorio XVI y el razonable Lammenais hay que optar por la coherencia ciudadana y cristiana del redactor del L'Avenir. Ella misma confes¨® que la decisi¨®n de no asistir a la misa la tom¨® despu¨¦s leer un art¨ªculo de Gregorio Peces-Barba en EL PA?S, en el que este socialista hist¨®rico apostaba por mantener el m¨¢ximo respeto entre el Estado y la Iglesia cat¨®lica. Y eso pasa, como apuntaba el propio Peces-Barba, por denunciar los Acuerdos suscritos entre el Estado espa?ol y la Santa Sede.
Mientras Diana Garrigosa razonaba en la l¨ªnea de poner fin a ese maridaje propio de otras ¨¦pocas y los monjes budistas aguardaban en el patio, dentro de la capilla y ante los pol¨ªticos devotos, el cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, aprovechaba la ocasi¨®n para leer la cartilla a las autoridades. "En esta sociedad laica y pluralista, no tenemos ninguna ansia de poder; acogemos con toda sinceridad la separaci¨®n entre la Iglesia y el poder pol¨ªtico; no tenemos nostalgia de privilegios ni de poderes que, si en el pasado tuvieron una funci¨®n social, ahora no son necesarios", dijo Carles en la homil¨ªa. El cardenal no abund¨® m¨¢s en esa "funci¨®n social" de los poderes y privilegios eclesiales, pero quiso recordar que no hay que confundir "laicidad con laicismo". Y ah¨ª, su Ilustr¨ªsima fue m¨¢s claro: "La separaci¨®n de poderes no puede convertirse en antagonismo; la autonom¨ªa de la pol¨ªtica con respecto a la religi¨®n -como nos ense?a el concilio Vaticano II, sobre todo en la Constituci¨®n Gaudium et Spes- no creemos que se deba convertir en una pol¨ªtica de marginaci¨®n de la religi¨®n en la vida social y en la vida p¨²blica, como si la fe fuese ¨²nicamente una cuesti¨®n privada sin ninguna manifestaci¨®n p¨²blica y social, cosa que atentar¨ªa contra el principio de libertad religiosa". Pero Carles puede estar tranquilo. De momento, nada parece augurar separaciones, por lo menos este a?o. Y para avalarlo ah¨ª est¨¢ ese retrato de la devota familia tripartita en el interior de la capilla de Sant Jordi.
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