"Ya s¨®lo nos falta la verdad"
Los familiares visitan en Turqu¨ªa el escenario de la cat¨¢strofe
"Ahora s¨®lo nos falta la verdad", declar¨® ayer Carlos Ripoll¨¦s en el lugar donde muri¨® su hermano. Ripoll¨¦s preside de la asociaci¨®n que agrupa a la mayor¨ªa de las familias de los 62 militares fallecidos en el accidente del Yak-42. Como hace un a?o, la niebla y el barro cubr¨ªan por la ma?ana la cima del monte Pilav, en Ma?ka (Turqu¨ªa).
Muchos de los 152 familiares tuvieron que recorrer a pie el ¨²ltimo tramo de pista que conduce a la estaci¨®n m¨¢s dolorosa de su particular v¨ªa crucis, la ladera, a unos 1.200 metros de altitud, contra la que se estrell¨® el avi¨®n. Todav¨ªa ayer, Diego, de 16 a?os, hijo del comandante Novo, pudo recoger algunos objetos personales (la chapa de un reloj Casio, un jir¨®n de uniforme) hasta que soldados turcos le cerraron el paso.
La peregrinaci¨®n al lugar del accidente del avi¨®n fue una dur¨ªsima terapia de choque
Un obelisco de metal, rodeado por un muro de piedra en el que est¨¢n esculpidos los nombres de los 62 militares espa?oles, marca el lugar de la tragedia. Los familiares, ataviados con chubasqueros blancos -el color del luto en algunos pa¨ªses musulmanes- fueron pasando en fila para buscar el nombre de sus seres queridos y depositar una flor, pegar una fotograf¨ªa, dejar una carta o una tarjeta, como la dedicada al cabo primero Feliciano Vega: "Desde hace un a?o eres la estrella m¨¢s brillante del cielo". La firma su hijo Feli, de dos a?os.
La mayor¨ªa de los parientes desfilaron en silencio, con el coraz¨®n encogido y los ojos anegados de l¨¢grimas, pero alguno no pudo contener la pena. La madre de otro cabo primero, Juan Carlos Bohabonay, clamaba: "?Ay, Juan Carlos! ?Dios m¨ªo? P¨ªdeme la vida que yo te la doy otra vez".
Hace un a?o, cuando s¨®lo hab¨ªan pasado cuatro d¨ªas del accidente, intent¨® sin ¨¦xito que la invitaran a la celebraci¨®n del D¨ªa de las Fuerzas Armadas en Gran Canaria. El pr¨®ximo domingo, las familias de las v¨ªctimas del Yak-42 tienen un lugar reservado para la misma conmemoraci¨®n en Almer¨ªa.
La comitiva, de una decena de veh¨ªculos, incluy¨® dos ambulancias, por si la intensidad de la emoci¨®n quebraba a los m¨¢s mayores, pero no fueron necesarias. Hubo momentos de tensi¨®n con las protestas de algunos familiares, cuya furgoneta qued¨® atascada en el barro y llegaron al acto cuando ya hab¨ªa concluido. La ceremonia -un responso, una ofrenda floral y una salva de fusiler¨ªa- apenas dur¨® 10 minutos.
Junto al monumento hab¨ªa una pancarta escrita en castellano y colocada por las autoridades turcas ("Comparto vuestro sufrimiento", rezaba). Decenas de campesinos de las aldeas cercanas, especialmente mujeres, se acercaron para expresar su condolencia a los espa?oles.
La peregrinaci¨®n al lugar de la cat¨¢strofe fue una dur¨ªsima terapia de choque. Los familiares volvieron a revivir el dolor que experimentaron hace un a?o en el funeral de Torrej¨®n, del que el entonces presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, salieron en medio de una lluvia de insultos. Pero ayer a los familiares se les ve¨ªa reconfortados, como si este ritual -aunque celebrado a miles de kil¨®metros y con 12 meses de retraso- les ayudara a reconciliarse con la muerte del marido, el padre o el hijo. "Hay algo de ¨¦l aqu¨ª", explicaban los hermanos del capit¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Mu?oz. Una sensaci¨®n que la mayor¨ªa no tiene cuando visita el cementerio, en el que no sabe exactamente a qui¨¦n ha enterrado.
A primera hora de la ma?ana, 12 kil¨®metros monta?a abajo se inaugur¨® un primer monumento (un representaci¨®n en bronce de un soldado turco llevando a un espa?ol), con discursos oficiales de los ministros de Defensa de los dos pa¨ªses, Jos¨¦ Bono y Vecdi Gonul. El primero corrigi¨® la tradicional oraci¨®n f¨²nebre de los militares. "No es verdad que no quisieran morir de otra manera; lo que no quer¨ªan era vivir de otro modo que no fuera sirviendo a Espa?a", afirm¨®.
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