El reto econ¨®mico del nuevo Gobierno: la productividad
El aumento de la productividad, seg¨²n el autor, reduce los costes laborales unitarios y, por tanto, aumenta la competitividad y las ventas de las empresas e incentiva
El crecimiento de una econom¨ªa se basa, fundamentalmente, en la acumulaci¨®n y utilizaci¨®n de los factores de producci¨®n (trabajo, capital f¨ªsico y humano y tecnolog¨ªa o, mejor dicho, progreso t¨¦cnico) y en su productividad conjunta, que se suele medir por la productividad del trabajo, tanto por persona empleada como por hora trabajada.
Ahora bien, la experiencia de muchos episodios de crecimiento ha demostrado que un crecimiento basado en la mera acumulaci¨®n y utilizaci¨®n de factores de producci¨®n no es suficiente ni sostenible a largo plazo si no est¨¢ basado en la productividad de dichos factores. Naturalmente, lo ¨®ptimo es crecer a trav¨¦s de un aumento tanto de la utilizaci¨®n de los factores de producci¨®n como de su productividad, puesto que no son modelos de crecimiento sustitutivos, sino complementarios, como demuestra actualmente la econom¨ªa de EE UU, que mantiene una elevada tasa de empleo, de utilizaci¨®n del capital y de la tecnolog¨ªa, y de la productividad del trabajo al mismo tiempo.
La productividad por hora trabajada ha ido cayendo en Espa?a a una tasa promedio del 2,27%
Un 25% de los j¨®venes est¨¢ parado y un 65% tiene contratos precarios
Tenemos un grave problema de empleo y de productividad por hora trabajada
Si ha habido una caracter¨ªstica del crecimiento espa?ol desde 1973 hasta 1995, ha sido que se ha sustentado en una utilizaci¨®n muy intensiva del capital a costa de una menor utilizaci¨®n del trabajo. La tasa de empleo era anormalmente baja, pero se compensaba por una mayor relaci¨®n capital-trabajo y, por tanto, por un mayor crecimiento de la producci¨®n por persona y por hora trabajada. Por el contrario, a partir de mediados de los a?os noventa, la econom¨ªa espa?ola ha empezado a crecer sobre la base de aumentar el empleo, pero, desgraciadamente, a costa de reducir la tasa de crecimiento de la productividad, y ¨¦ste es el modelo que todav¨ªa est¨¢ vigente hoy.
Los tres periodos de mayor crecimiento del empleo han sido: entre 1960 y 1970, la "d¨¦cada de oro" del crecimiento europeo y espa?ol en la que crecieron, al mismo tiempo, el empleo y la productividad; entre 1986 y 1991, debido a la accesi¨®n espa?ola a la UE, que gener¨® unas entradas masivas de inversi¨®n extranjera, y entre 1997 y 2001, debido a nuestra incorporaci¨®n a la Uni¨®n Monetaria, que produjo una fuerte ca¨ªda de la inflaci¨®n y de los tipos de inter¨¦s. Dos elementos microecon¨®micos fundamentales han jugado tambi¨¦n favorablemente en ambos periodos. En el primero fueron la reforma laboral de 1984 y la moderaci¨®n salarial mantenida hasta la huelga general de finales de 1988. En el segundo fueron las sucesivas reformas laborales unidas, asimismo, a una persistente moderaci¨®n salarial por parte de los sindicatos.
Por el contrario, la tasa de crecimiento de productividad laboral, medida en t¨¦rminos de PIB por persona empleada, ha ido decreciendo en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Aument¨®, entre 1961 y 1970, a una tasa anual del 6,7% (frente al 4,5% de la UE), al 4,2% entre 1970 y 1980 (frente al 2,6% en la UE), al 1,9% entre 1980 y 1990 (frente al 1,7% en la UE) y luego, desde 1991 a 1994, sigui¨® creciendo a la misma tasa de la UE (2,1%), pero a costa de una fuerte reducci¨®n del empleo. Sin embargo, desde 1996 hasta 2002, la tasa anual media de crecimiento de la productividad espa?ola por persona empleada ha sido del 0,5%, frente al 1,2% de la media de la UE. S¨®lo la tasa de crecimiento de la productividad italiana ha sido m¨¢s baja que la espa?ola. Si la medimos por hora trabajada, la productividad espa?ola ha crecido entre 1996 y 2002 a una tasa promedio del -0,4%, frente al 1,2% de la UE.
A pesar del fuerte crecimiento de la productividad por persona empleada hasta 1994, el nivel de PIB por persona empleada a finales de 2003 era todav¨ªa en Espa?a alrededor de un 90% de la media de la UE. A pesar del fuerte crecimiento del empleo entre 1995 y 2002, el nivel de empleo, es decir, el n¨²mero de personas que est¨¢n empleadas en porcentaje del n¨²mero de personas en edad de trabajar (entre 15 y 64), es en Espa?a s¨®lo un 78,5% de la media de la UE. En lo ¨²nico que superamos con creces a la media de la UE es en el n¨²mero de horas anuales efectivamente trabajadas, que es de 1.807, frente a s¨®lo 1.623 de la UE, es decir, un 11% m¨¢s. Este mayor n¨²mero de horas trabajadas permite compensar, parcialmente, tanto nuestra menor tasa de empleo como nuestra menor productividad por hora trabajada, que todav¨ªa es del 81% de la media comunitaria. Es decir, nuestro PIB por habitante, que era, en 2003, en el 85% de la media de la UE, reflejaba, exactamente, estos niveles anteriores que muestran que tenemos todav¨ªa un grave problema de empleo y de productividad por hora trabajada, y un problema menos grave de productividad por persona empleada.
En definitiva, en el periodo 1995-2002, el crecimiento anual medio del PIB por habitante en Espa?a ha sido del 2,7%, gracias a la aportaci¨®n del crecimiento del empleo, que ha aportado, en promedio, el 1,5%; al crecimiento de la poblaci¨®n en edad de trabajar, que ha aportado 0,25%, y al crecimiento del n¨²mero de horas trabajadas, que ha aportado el 0,1%. En total, la acumulaci¨®n y utilizaci¨®n del factor trabajo ha aportado el 1,85%, el 68,5% del crecimiento promedio; el restante 0,85% (el 31,5% del crecimiento total promedio) ha sido aportado por la productividad.
No hay que olvidar que una parte del crecimiento del empleo ha sido debida al sector p¨²blico, otra parte al afloramiento del empleo sumergido, otra a modificaciones estad¨ªsticas y otra, la mayor, a nuevo empleo del sector privado. Si se mide la aportaci¨®n relativa al crecimiento del PIB, tanto de la utilizaci¨®n del trabajo como de la productividad, medida en t¨¦rminos de productividad por hora trabajada y no por persona empleada, en el periodo 1996-2002, la utilizaci¨®n del trabajo ha aportado el 79% del crecimiento del periodo, frente al 21% de la productividad horaria, que ha ido descendiendo, anualmente, a lo largo del periodo.
?Qu¨¦ hay que hacer ahora para aumentar la tasa de crecimiento y continuar convergiendo en t¨¦rminos de PIB por habitante con la Uni¨®n Europea?
Lo primero que hay que hacer es seguir intentando crear empleo. Naturalmente, para lograr un nivel de empleo m¨¢s elevado, es fundamental que las tendencias demogr¨¢ficas sean favorables, por la sencilla raz¨®n de que la tasa de empleo depende de que, por un lado, la poblaci¨®n en edad de trabajar sea elevada y de que la poblaci¨®n que busca activamente empleo como porcentaje de la anterior, tambi¨¦n lo sea. En este punto existen serias debilidades, debido, por un lado, a que la poblaci¨®n en edad de trabajar empieza a estancarse, y, por otro lado, a que las tasas femeninas (y de los j¨®venes) de actividad y de empleo son todav¨ªa muy bajas.
Mientras que nuestra tasa de actividad o participaci¨®n masculina, es decir, el n¨²mero de personas que buscan activamente empleo en porcentaje de la poblaci¨®n en edad de trabajar, era, en 2002, del 69% (frente al 77% de la UE), la tasa de empleo femenina era del 43,2% (frente al 60% de la UE). La tasa espa?ola es relativamente m¨¢s baja en las mujeres entre 55 y 64 a?os de edad (24,4%), pero, aunque menos, tambi¨¦n lo es la masculina (62,2%).
Tambi¨¦n es todav¨ªa baja la tasa de empleo de los j¨®venes entre 15 y 24 a?os, tanto masculina (52,4%) como femenina (41,4%). Por otro lado, la tasa de empleo femenina tambi¨¦n es muy baja. Es del 30% en las mujeres de edad entre 15 y 24 a?os, del 54,2% en edades comprendidas entre 25 y 54 a?os, y de s¨®lo el 22% en edades entre 55 y 64 a?os.
El problema del empleo juvenil en Espa?a es muy serio, ya que un 25% de los j¨®venes est¨¢ parado y un 65% tiene contratos precarios, rotando cada a?o de un empleo a otro y de una empresa a otra, lo que tiende a disminuir su productividad, que est¨¢ altamente correlacionada con la experiencia en la empresa o en el empleo.
La otra forma complementaria y ahora fundamental de aumentar la convergencia real es, l¨®gicamente, aumentar la productividad del trabajo que ha tenido un crecimiento m¨ªnimo en los ¨²ltimos a?os. Tambi¨¦n en este aspecto la econom¨ªa espa?ola muestra importantes debilidades. La productividad por hora trabajada que ha ido cayendo en Espa?a, de una tasa anual promedio del 2,27% en el periodo 1990-1995 a otra cercana a cero en el periodo 1996-2002, ha sido la mayor desaceleraci¨®n de todos los pa¨ªses miembros de la UE. Una buena parte de la misma se debe a una ca¨ªda del crecimiento, entre ambos periodos, de la productividad total de los factores del -1,3% (la mayor de toda la UE), que, a su vez, se compone de un aumento de la inversi¨®n en las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y comunicaci¨®n del 0,03%, y una ca¨ªda del resto de la inversi¨®n del -1,44%. Este comportamiento de ambas inversiones ha provocado una desaceleraci¨®n de la productividad por hora trabajada del -2,7%, tambi¨¦n la mayor de los pa¨ªses miembros de la UE.
Un sencillo c¨¢lculo muestra que, dado que nuestra productividad, en estos ¨²ltimos ocho a?os, ha aumentado, en promedio, entre un tercio y la mitad que en la UE y que nuestra tasa de inflaci¨®n ha aumentado, en promedio, un punto porcentual m¨¢s que la media de la UE, la competitividad de nuestras empresas ha sufrido un fuerte deterioro que tiene que estar afectando gravemente al menos al 60% del total de nuestras exportaciones, que se dirigen a la zona euro.
Estos datos son realmente preocupantes por dos razones b¨¢sicas. La primera es que el fuerte crecimiento en el empleo y la ligera ca¨ªda del n¨²mero de horas trabajadas se ha conseguido a costa de una importante desaceleraci¨®n de la productividad por hora trabajada, que ha sido tambi¨¦n la t¨®nica general de la UE, pero en el caso de Espa?a ha sido la m¨¢s importante de todos sus pa¨ªses miembros. La segunda es que en el futuro, la forma b¨¢sica de crecer que va a tener la econom¨ªa espa?ola es a trav¨¦s del aumento de la productividad, ya que, dentro de unos a?os, la poblaci¨®n en edad de trabajar va a descender muy r¨¢pidamente, y va a hacer cada vez m¨¢s dif¨ªcil aumentar la actividad y el empleo, ya que las cohortes de j¨®venes van a ser mucho menores, por lo que Espa?a, que cada vez se muestra m¨¢s reacia a la inmigraci¨®n, conforme aumenta su nivel, va a tener que cambiar dr¨¢sticamente su "modelo" actual de crecimiento.
El crecimiento de la productividad tiende, por definici¨®n, a aumentar y mejorar el empleo, en contra de la percepci¨®n convencional europea. Un mayor crecimiento de la productividad reduce los costes laborales unitarios y, por lo tanto, aumenta la competitividad y las ventas de las empresas e incentiva su contrataci¨®n laboral. Si esto no ocurre, como en Espa?a y en Europa en general, es porque existen todav¨ªa fuertes una elevada rigidez, tanto en los mercados de bienes y servicios como en sus mercados laborales que aumentan el coste del empleo e impiden su contrataci¨®n, lo que indica que el aumento del empleo y de la productividad debe venir acompa?ado de reformas en ambos mercados, para incentivar el empleo, y de un fuerte fomento del progreso tecnol¨®gico para aumentar la productividad. Son, por lo tanto, dos pol¨ªticas diferentes, pero que son complementarias y no sustitutivas, como algunos, poco informados, todav¨ªa creen.
Las recetas para conseguir un aumento de la productividad son conocidas. Un mayor nivel de inversi¨®n, especialmente en innovaci¨®n, en investigaci¨®n y desarrollo, favoreciendo la conexi¨®n entre la investigaci¨®n universitaria y la empresa, y en la mejora de la calidad de la educaci¨®n y de la formaci¨®n, por un lado, y un importante esfuerzo en crear una mayor mentalidad empresarial, en favorecer la creaci¨®n de empresas, reduciendo sus barreras de entrada y de salida, y en atraer la inversi¨®n extranjera, por otro, deben ser los ejes b¨¢sicos de dicha pol¨ªtica.
En resumen, aunque la convergencia real con la UE ha aumentado notablemente en Espa?a en los ¨²ltimos a?os, gracias al elevado crecimiento del empleo, los rendimientos de esta estrategia van a ser decrecientes en el futuro y s¨®lo pueden ser compensados por aumentos de la productividad. ?ste es el gran reto del nuevo Gobierno, al que deseo ¨¦xito en este dif¨ªcil empe?o.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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