Una obra de arte

?Qu¨¦ bien torea El Cid! ?Qu¨¦ bonito es el buen toreo! ?Qu¨¦ maravilla cuando un toro noble y encastado se encuentra con un artista valiente y entre ambos firman una obra para la historia!

La plaza qued¨® conmocionada con el toreo de El Cid. La emoci¨®n primera dej¨® paso a la vibraci¨®n y al entusiasmo, porque fue una labor de menos a m¨¢s, salpicada de pasajes gloriosos con la derecha, sobre todo, y con la izquierda. Nadie daba un duro por el toro, blando y renqueante en el caballo, protestado por parte del p¨²blico, pero se vino arriba en banderillas, como casi todos los dem¨¢s, y lleg¨® a la muleta encastado y con noble recorrido.

Perdi¨® las manos al primer muletazo. Comenz¨® El Cid de uno en uno hasta meterlo en la muleta, lo encel¨® y lig¨® los muletazos como por arte de magia. Encontr¨® la distancia y ah¨ª comenz¨® su gesta. Perfectamente colocado siempre y muy cruzado, los redondos surgieron templados y bell¨ªsimos. Tom¨® la izquierda y dibuj¨® unos naturales extraordinarios, con el toro embebido, en un arrebato de inspiraci¨®n. La tanda siguiente result¨® igualmente ligada y exquisita. La plaza estaba, por aquel entonces, absolutamente entusiasmada. Unos ayudados por bajo y dos pases de la firma culminaron la obra.

No hace falta decir que El Cid pinch¨®, algo consustancial a este torero, pero la oreja ganada supo a gran triunfo; a un torero que dijo lo emocionante y bello que es el arte del toreo.

Ah¨ª acab¨® la corrida. Ya nada fue igual. El propio Cid sali¨® decidido a triunfar, pero el cuarto no colabor¨®. Aun as¨ª, consigui¨® algunos naturales muy estimables, pero el toro se parti¨® una mano y tuvo que ser apuntillado en el ruedo.

Ni Mar¨ªn ni Tejela supieron reaccionar tras la faena de El Cid. Sus primeros toros acudieron con casta a la muleta, pero ninguno de los dos encontr¨® ni el sitio ni la distancia. Muy acelerado Mar¨ªn, no lleg¨® a acoplarse con su oponente en una labor de m¨¢s a menos, en la que el ¨²nico que mand¨® fue el toro. El quinto fue un inv¨¢lido muy protestado por el p¨²blico que el presidente se empe?¨® en mantener en el ruedo, lo que provoc¨® una gran protesta e impidi¨® cualquier atisbo de faena.

Mat¨ªas Tejela tuvo enfrente a otro toro encastado en tercer lugar y tampoco consigui¨® hacerse con ¨¦l ni demostrar nada. Sorprendentemente, sus tandas resultaron aceleradas, muy destempladas y superficiales. El toro se com¨ªa la muleta y lo desbord¨® en cada tanda. Tampoco estuvo bien en el sexto, con la tarde muy cuesta arriba tras la bronca al presidente en el quinto, y naufrag¨® con pocas ideas ante otro toro que se dej¨® torear, pero con el que estuvo torpe. Valga en descargo de ambos que una faena como la de El Cid anula la capacidad de reacci¨®n de cualquiera.