'Revival' de s¨ª mismo
Llenazo y ¨¦xito los hubo. Los seguidores madrile?os de Lenny Kravitz pasaron del calor, de las elecciones europeas y de la Eurocopa y se dejaron sus buenos cuartos en taquilla para ver y o¨ªr en directo a este guapet¨®n de color, con rizos sustituidos por melena lisa y pantalones de campana con remaches. El p¨²blico quer¨ªa ¨¦xtasis y lo tuvo.
Ahora bien, el estadounidense Lenny Kravitz dio ante el p¨²blico madrile?o una aut¨¦ntica lecci¨®n de lo que podr¨ªa denominarse "revival de uno mismo". Es decir, habiendo nacido musicalmente para vampirizar a h¨¦roes del pasado como John Lennon, Jimi Hendrix, Led Zeppelin, Curtis Mayfield o Stevie Wonder y habiendo pasado ya tanto tiempo que es poco probable que el p¨²blico de a pie se entretenga en establecer comparaciones con los artistas citados, la estrella ha optado, quiz¨¢ demasiado pronto, por homenajearse a s¨ª mismo, dando a entender que fue ¨¦l quien tuvo tantas y tan buenas ideas musicales.
Lenny Kravitz
Lenny Kravitz (voz, guitarra, teclados, bajo y bater¨ªa), Craig Ross (guitarra), Jack Daley (bajo), Zoro (bater¨ªa), George Laks (teclados), Michael Hunter y Michael Leohart (trompetas), Harold Todd (saxo), Allen Sovory, Tawatha Agee y Khadijah Mohammed (coros). Palacio Vistalegre. Madrid, 13 de junio.
A muchos asistentes pudo convencerles, pero, lamentablemente y pese al despliegue musical y esc¨¦nico, las carreras, los sudores y los retorcimientos fruto de sus impulsos r¨ªtmicos, Kravitz son¨® escandalosamente a pl¨¢stico. A m¨²sica concebida a trav¨¦s de un plan de marketing. A producto dise?ado para copar listas de ¨¦xito o morir en el intento. Tan cerca y, sin embargo, tan lejos del rock o el funk de verdad.
Con Where are we runnin'?, el primer corte de su ¨²ltimo ¨¢lbum, Baptism, arrancaba ante el delirio de los asistentes. Hay que decir que poco m¨¢s toc¨® de este disco, limit¨¢ndose a hacer un concierto de "Grandes ¨¦xitos", en el que sonaron casi todos los singles que le han proporcionado esa fama y ese glamour que atesora: Always on the run, It ain't over 'til it's over, Dig in, American woman, Fly Hawai, Are you gonna go my way o Le love rule, con la que se march¨® sin despedirse.
Lenny Kravitz, excesivo hasta la irritaci¨®n, corri¨® todo el tiempo de un lado a otro del escenario, se sacudi¨® en escena como si fuese la reencarnaci¨®n de Sly Stone, cant¨® en falsete, grit¨® hasta desga?itarse...
Adem¨¢s de la guitarra el¨¦ctrica, que lanzaba contra el suelo sin avisar cada vez que quer¨ªa ir a alguna parte y con el consiguiente porrazo para el instrumento, toc¨® tambi¨¦n el bajo, los teclados y hasta la bater¨ªa. Ofreci¨®, incluso, una insufrible y largu¨ªsima improvisaci¨®n de jazz mientras machacaba sin piedad los parches de la bater¨ªa.
Tambi¨¦n tuvo el detalle de hacer una referencia a los atentados del pasado 11-M y hasta se descolg¨® del escenario, con el consiguiente p¨¢nico por parte de su equipo de seguridad, para dejarse tocar por los extasiados espectadores.
Lenny Kravitz hizo, en definitiva, muy bien de Lenny Kravitz. Pero, a estas alturas de su carrera, es l¨®gico esperar algo m¨¢s de quien, cuando apareci¨®, parec¨ªa la gran esperanza negra del rock con vocaci¨®n comercial.
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