Los resultados
Todos decimos que los resultados de las europeas nos son significativos, que las motivaciones para el voto fueron confusas y que el alto nivel de abstenci¨®n apenas permite sacar conclusiones. Todos los pol¨ªticos entienden que lo que estaba en juego en esos comicios es muy diferente a lo que se dirime en unas elecciones generales, auton¨®micas o locales. Todos, sin embargo, echan cuentas de c¨®mo ha quedado lo suyo. En Madrid, el escrutinio constat¨® la fortaleza creciente del PSOE, a costa del hundimiento de IU, y la notable resistencia del Partido Popular, hasta el punto de mantener inc¨®lume su mayor¨ªa absoluta. Esto ¨²ltimo tiene una especial relevancia en las actuales circunstancias por la gran autoridad moral que el triunfo otorga a Esperanza Aguirre y a Alberto Ruiz-Gallard¨®n ante su maltrecho partido. Ambos son conscientes de su cr¨¦dito en una organizaci¨®n donde la trama que mantiene cautivo a Rajoy se resiste a perder el momio. Una y otro aplican, sin embargo, estrategias muy distintas. Mientras el alcalde de Madrid, escarmentado de experiencias pasadas, mantiene el tono discreto a la espera de acontecimientos, la presidenta regional no pierde ocasi¨®n de saltar a la palestra. Esta misma semana se fue a Valencia para negociar con el presidente de la Generalitat un acuerdo entre ambas regiones. As¨ª al menos lo visti¨® haci¨¦ndose acompa?ar de algunos consejeros.
Pero por debajo de esas florituras se encuentra una maniobra que puede resultar determinante para el futuro del PP. Un acuerdo pol¨ªtico entre los dos grandes bastiones que los populares mantienen indemnes har¨ªa del eje Madrid-Valencia una potencia decisiva dentro de la organizaci¨®n. No hay que olvidar que Camps aguanta heroicamente el pulso con su antecesor, Eduardo Zaplana, a quien los que manejan el PP necesitan vivo, aunque de vez en cuando le escondan bajo la alfombra, como hac¨ªan las sirvientas de anta?o con la basurilla. Pactar con Camps, por mucho que lo envuelva de institucionalismo, equivale a meterle el dedo en el ojo a Zaplana, lo que quiere decir que do?a Esperanza va a por todas. Quien la crea enemiga peque?a est¨¢ en un error. Es capaz de dar mucha guerra, y a¨²n m¨¢s si lograra despegarse de los rasputines que se empe?an en abducirla y equivocarla.
A escala regional, las elecciones europeas han servido adem¨¢s para testar algunas fortalezas y debilidades notables. Es el caso del municipio de Alcobendas, que el PSOE gobierna desde que su alcalde, Jos¨¦ Caballero, era un chaval. En las municipales ya anduvo justo y ahora el PP ha cruzado all¨ª la l¨ªnea de la mitad m¨¢s uno. Tornar en municipio de lujo lo que antes fue un pueblo-dormitorio trae parad¨®jicamente malas consecuencias para un gobernante de izquierdas porque incrementa el electorado pudiente, m¨¢s proclive a los conservadores. Fen¨®meno distinto es el acontecido en M¨®stoles, donde el PP perdi¨® virtualmente en las europeas la mayor¨ªa absoluta que conquist¨® en las municipales. Al no haber en la gesti¨®n de su alcalde, Esteban Parro, errores de bulto que justifiquen un giro tan marcado en apenas un a?o, hay que pensar que la inercia de M¨®stoles a favor de la izquierda s¨®lo se rompe cuando ¨¦sta muestra s¨ªntomas de ineficacia o conflictividad interna. Un caso muy similar es el de Alcal¨¢ de Henares, que tambi¨¦n cambi¨® de color el a?o pasado y el domingo vot¨® de nuevo socialista. En cualquier caso, lo mejor para el PSOE estuvo en los grandes municipios sure?os, donde ha consolidado su preponderancia de forma categ¨®rica. En Getafe ha barrido y otro tanto ocurre en Fuenlabrada y Parla. Si los populares acarician la esperanza de recuperar Alcorc¨®n, municipio que perdieron tras la desastrosa y oscura gesti¨®n de Pablo Z¨²?iga, mucho tendr¨¢n que esmerarse, y a¨²n m¨¢s deber¨¢n hacerlo en Legan¨¦s, donde los socialistas han invertido la tendencia bajista poni¨¦ndose a m¨¢s de 20 puntos del PP.
Por el contrario, la izquierda no parece tener siquiera opciones en los grandes municipios del corredor noroeste de Madrid. En Pozuelo, Majadahonda, Las Rozas y Boadilla el Partido Popular cosecha porcentajes por encima del 60%, realmente desalentadores para el PSOE. De todas formas, que nadie se conf¨ªe. Los ciudadanos votan con m¨¢s sentido com¨²n de lo que muchos imaginan y, al final, por encima de los partidos est¨¢n las personas, que son en realidad las que ganan o pierden elecciones.
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