La ley del mercado llega al espacio
Una nave financiada con capital privado logra superar los 100 kil¨®metros de altura
Misi¨®n cumplida. El avi¨®n espacial SpaceShipOne se convirti¨® ayer, poco despu¨¦s de las cinco de la tarde (hora peninsular espa?ola), en el primer veh¨ªculo privado y tripulado en situarse a m¨¢s de 100 kil¨®metros de distancia de la Tierra y franquear as¨ª la frontera del espacio, seg¨²n fuentes de Scaled Composites, la empresa responsable del lanzamiento. De confirmarse, este ¨¦xito supondr¨¢, dicen los expertos, el pistoletazo de salida en la carrera por controlar el mercado del turismo espacial.
"Queremos que nuestros hijos puedan hacer viajes planetarios", declar¨® a Reuters antes del despegue Burt Rutan, dise?ador de una nave que ha costado m¨¢s de 20 millones de d¨®lares (16,6 millones de euros), ¨ªntegramente abonados por Paul G. Allen, cofundador de la multinacional inform¨¢tica Microsoft junto a Bill Gates.
El veh¨ªculo espacial, una especie de h¨ªbrido entre un ultraligero y un transbordador, fue aupado hasta unos 15 kil¨®metros de altura por el White Knight, un avi¨®n futurista dise?ado por el mismo Rutan, que despeg¨® a las 15.45 horas del centro de lanzamiento que la empresa Scaled Composites tiene en el desierto de Mojave, en California (EE UU). En los ¨²ltimos d¨ªas, esa zona se hab¨ªa ido llenando de tiendas de campa?a de centenares de curiosos que no han querido perderse un acontecimiento -ofrecido en directo por la cadena planetaria de televisi¨®n CNN- que para muchos es comparable con la haza?a de Charles Lindbergh, quien en 1927 cruz¨® el Atl¨¢ntico a los mandos del Spirit of St. Louis.
Alcanzada la cota de 15 kil¨®metros de altitud, una hora despu¨¦s del despegue, el SpaceShipOne se solt¨® del avi¨®n acompa?ante y el piloto Mike Melvill, de 62 a?os, encendi¨® el cohete de propulsi¨®n -un destello sobre el cielo azul- para ascender durante 80 segundos a m¨¢s de 3.000 kil¨®metros por hora (m¨¢s de tres veces la velocidad del sonido).
A unos 103 kil¨®metros de la Tierra, distancia m¨¢xima a la que lleg¨® la nave, la fuerza de gravedad apenas se nota. El piloto permaneci¨® algo m¨¢s de tres minutos flotando, al igual que unos caramelos que solt¨® en la cabina, antes de iniciar la maniobra de reentrada. El regreso a la Tierra, el momento m¨¢s peligroso de la misi¨®n, dur¨® una media hora. A las 17 horas y 17 minutos, una hora y 32 minutos despu¨¦s del despegue, el SpaceShipOne aterriz¨® exactamente en la misma pista desde la que hab¨ªa despegado.
"All¨ª arriba los colores son asombrosos; ha sido casi como una experiencia religiosa", dijo Melvill exultante. Este sexagenario piloto, con m¨¢s de 6.400 horas de experiencia en el aire, a los mandos de 123 ingenios voladores distintos, es oficialmente, desde ayer, astronauta. No en vano ha conseguido superar con creces los 80,4 kil¨®metros que la NASA considera debe alcanzar un piloto para poder lucir las alas de astronauta.
En virtud de un concurso, el X Prize, el mecenas Paul G. Allen, podr¨¢ recuperar parte del dinero invertido si dentro de 14 d¨ªas se repite la proeza.
Dotado con 10 millones de d¨®lares (8,3 millones de euros), el X Prize fue convocado en 1996 por un grupo de empresarios de la ciudad de Saint Louis para incentivar la investigaci¨®n con miras al turismo espacial. Y lo ha logrado. M¨¢s de una veintena de equipos de siete pa¨ªses se han inscrito a un concurso en el que el favorito era, y sigue siendo, el SpaceShipOne.
Para llevar seres humanos al espacio hace falta una preparaci¨®n y una financiaci¨®n que muy pocos equipos se pueden permitir. Hace falta la tecnolog¨ªa, las instalaciones para la construcci¨®n... y una pista de lanzamiento, y todo pagado con dinero de particulares. Scaled Composites cuenta con los millones de Allen y el cerebro de Rutan (quien dise?¨® el Voyager, el primer avi¨®n que, en 1986, logr¨® dar la vuelta al mundo sin necesidad de repostar).
Poco se sabe de las caracter¨ªsticas t¨¦cnicas del SpaceShipOne: lleva un motor-cohete de propulsi¨®n h¨ªbrida, patentado por Rutan, que utiliza una mezcla de combustible s¨®lido (una especie de caucho) y gaseoso (¨®xido nitroso, tambi¨¦n conocido como gas de la risa). Igual de sorprendente es el hecho de que Melvill haya podido sacar una mano por una de las escotillas poco despu¨¦s de aterrizar. El SpaceShipOne tiene varias de estas peque?as ventanillas (son peque?as para que no pesen) repartidas por el fuselaje. Sus cristales son dobles, y deben estar preparados para soportar las elevad¨ªsimas temperaturas y presiones que se producen durante la reentrada.
La nave se parece bastante al X-15, un veh¨ªculo con el que la NASA efectu¨® pruebas en los a?os sesenta y que fue tripulado por Neil Armstrong, antes de que pisara la Luna, y Joe Engle. El X-15 tambi¨¦n utilizaba un avi¨®n, en este caso un bombardero B 52 modificado, para despegar. Lleg¨® a alcanzar los 107 kil¨®metros de altura.
Pero detr¨¢s del X-15 hab¨ªa un Gobierno en plena guerra fr¨ªa, financiando a una agencia espacial, la NASA, que pod¨ªa situar sat¨¦lites en ¨®rbita para los m¨¢s diversos fines, entre otros el espionaje. Quiz¨¢ con el sentimiento de pertenecer a otra ¨¦poca, la NASA felicit¨® ayer escuetamente en un comunicado a los protagonistas del SpaceShipOne "por abrir la puerta de un mercado que ofrecer¨¢ al p¨²blico la experiencia de la ingravidez y de los vuelos espaciales".
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