"Bush deleg¨® las torturas en Rumsfeld"
Scott Horton, 49 a?os, abogado, es miembro de la firma Patterson, Belkap, Webb and Tyler, de Nueva York. Conocido por haber llevado la defensa del cient¨ªfico disidente ruso Andrei Saj¨¢rov, Horton era en mayo de 2003 presidente del Comit¨¦ de Derechos Humanos de la Asociaci¨®n de Abogados de Nueva York. En esas fechas, varios abogados militares en activo de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos le llamaron para comentar un tema: la posible violaci¨®n de tratados internacionales como la Convenci¨®n de Ginebra para detenidos y prisioneros de guerra y el Convenio contra la Tortura, ambos firmados por EE UU, en Afganist¨¢n. Horton se interes¨® por el asunto y comenz¨® a hacer gestiones. Mientras tanto, el caso inicial se extendi¨® a la situaci¨®n en Irak. El 27 de mayo de 2004, un a?o despu¨¦s de sus primeros contactos, visit¨® a la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, junto con otros abogados de derechos humanos. "Nunca en mi vida profesional he visto en Washington un caso como el de las torturas, donde las pruebas comprometen directamente al presidente George W. Bush y al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld", sostiene Horton. "Aqu¨ª no hablamos de encubrimiento o falta de supervisi¨®n, sino de responsabilidad directa". De vacaciones en Europa, Horton, que ahora es presidente de la Comisi¨®n de Derecho Internacional en la Asociaci¨®n de Abogados de Nueva York, concedi¨® una amplia entrevista a EL PAIS. He aqu¨ª algunos tramos del di¨¢logo:
"Los medios de comunicaci¨®n jugaron un papel relevante en la preparaci¨®n de la guerra"
Pregunta. Usted tuvo contacto con varios abogados de las Fuerzas Armadas hace ahora m¨¢s de un a?o, ?por qu¨¦ fueron a verle?
Respuesta. Todo comenz¨® en mayo de 2003. Yo era presidente del Comit¨¦ de Derechos Humanos de la Asociaci¨®n de Abogados de Nueva York. Varios abogados militares del departamento legal de las Fuerzas Armadas estaban muy preocupados por lo que llamaban el clima de ambig¨¹edad legal en el cual se mov¨ªan los altos cargos del Pent¨¢gono y del Departamento de Defensa respecto al tratamiento de prisioneros. Se refer¨ªan a Afganist¨¢n y a Guant¨¢namo. Me expusieron los datos. Intent¨¦ ponerme en contacto con el Pent¨¢gono y tambi¨¦n nos dirigimos al fiscal general del Reino Unido, lord Goldsmith.
P. ?A qu¨¦ se refer¨ªan los abogados militares con un clima de ambig¨¹edad legal?
R. Dijeron que el subsecretario para Pol¨ªtica del Departamento de Defensa, Douglas Feith, y el asesor legal del Departamento de Defensa, William J. Haynes II, hab¨ªan tejido ese clima siguiendo indicaciones del secretario de Estado, Donald Rumsfeld. Por ejemplo, explicaron que se hab¨ªa dejado sin efecto el sistema de vigilancia para prevenir abusos y torturas de detenidos. Entre otras medidas, ese sistema prev¨¦ la observaci¨®n rutinaria de los interrogatorios por un oficial del departamento legal que se sit¨²a detr¨¢s de un espejo transparente. Tambi¨¦n informaron que hab¨ªa un n¨²mero sin precedentes de interrogadores destacados por contratistas privados. Les preocupaba porque, dijeron, ¨¦stos ¨²ltimos estaban fuera del alcance del C¨®digo Uniforme de Justicia Militar.
P. ?Qu¨¦ hizo usted con esta informaci¨®n?
R. Lo primero fue escribir a William Haynes. No logramos nada y golpeamos la puerta del Senado. Nada serio. En el verano de 2003, lord Goldsmith hizo un viaje a Washington para hablar sobre estos temas con el Departamento de Defensa y el ministro de Justicia. Le preocupaba la situaci¨®n de detenidos de nacionalidad brit¨¢nica en Guant¨¢namo. Durante su visita, lord Goldsmith nos concedi¨® una entrevista.
P. Mientras tanto, las pr¨¢cticas de Afganist¨¢n y Guant¨¢namo comenzaron a ser aplicadas en Irak ?Por qu¨¦ el caso de Abu Ghraib tard¨® en salir a la superficie?
R. Los medios de comunicaci¨®n jugaron un papel relevante en la preparaci¨®n de la guerra por parte de la Administraci¨®n Bush. Todav¨ªa sobrevive en los medios el concepto de que EE UU est¨¢ en guerra y que, por tanto, se debe ahorrar informaci¨®n que pueda afectar a la moral de las tropas en Irak. Un gran peri¨®dico norteamericano fue el primero que obtuvo las fotograf¨ªas de Abu Ghraib, no la cadena de televisi¨®n CBS. Prefiri¨® pues no asumir el liderazgo en la publicaci¨®n de las fotos porque ello supondr¨ªa, a su modo de ver, un golpe a la moral de los soldados norteamericanos y dar armas a los enemigos. Pero ahora, la veda se ha levantado.
P. La Casa Blanca ha desclasificado documentos sobre las torturas, ?pretenden salvar la cara del presidente a¨²n a costa de presentar a Rusmfeld como el malo de esta pel¨ªcula?
R. El Partido Republicano bloque¨® el jueves 17 la formaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n y la Casa Blanca rechaz¨® al principio entregar todo el material. Bush y sus asesores eran conscientes de que el asunto pod¨ªa salpicarle en la campa?a de las elecciones presidenciales. Porque Bush se presenta no s¨®lo como un l¨ªder pol¨ªtico. En todo acto invoca su fe religiosa y vincula sus acciones a la voluntad de Dios. Institucionalizar la tortura no pod¨ªa ser, pues, aceptable. Ahora bien, la t¨¢ctica de negar result¨® in¨²til. ?Por qu¨¦? Porque los abogados militares en el Pent¨¢gono estaban contra Rumsfeld. Y comenzaron a filtrar documentos, dict¨¢menes y m¨¦todos de tortura aprobados por la Administraci¨®n Bush. La filtraci¨®n comenz¨® a ser un torrente. Por ello, la Casa Blanca ha cambiado de estrategia: desclasificar una serie de documentos. Entre ellos hay uno, de febrero de 2002, en el que el presidente Bush afirma estar de acuerdo con la idea de sus asesores legales, en el sentido de que ¨¦l, dentro de sus atribuciones, puede suspender la aplicaci¨®n de la Convenci¨®n de Ginebra, pero se propone que los prisioneros deben ser tratados de forma humana.
P. Entre los documentos desclasificado no hay uno solo que se refiera, por ejemplo, a Irak, ?por qu¨¦?
R. Eso es. Los abogados militares me dicen que es muy parcial. Bush, seg¨²n todos los indicios de que disponemos, deleg¨® su autoridad en Rumsfeld para llevar adelante el tema de las torturas en Irak.
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