ZP, de pel¨ªcula
Billy Wilder pens¨® rodar
Por m¨¢s de acuerdo que se est¨¦ con ZP, hay que admitir que a Rajoy le sienta como un guante el papel de frescales simp¨¢tico
una pel¨ªcula sobre las cruzadas con el siguiente argumento: los caballeros part¨ªan hacia tierra santa, las mujeres quedaban prisioneras de sus cinturones de castidad, y en el pueblo quedaba un solo hombre, el cerrajero. El papel hab¨ªa de ser para Cary Grant. El proyecto nunca lleg¨® a realizarse y, cuando muri¨® Grant, la idea fue definitivamente abandonada. "Imposible imaginar a Sylvester Stallone en ese papel", sentenciaba Wilder. (Recojo la historia de Cary Grant. El capricho de las damas, de Llu¨ªs Bonet Mojica, T&B Editores). La importancia del actor para la verosimilitud de un relato se tiene en cuenta en todos los g¨¦neros de ficci¨®n, exceptuando la pol¨ªtica, donde un mismo actor representa papeles opuestos, incluso en la misma pel¨ªcula.
En las sesiones parlamentarias de los mi¨¦rcoles, cuando la oposici¨®n pregunta, los diputados del PP, con Rajoy al frente, acusan al nuevo Gobierno de falta de di¨¢logo, prepotencia y manipulaci¨®n en televisi¨®n. Desde los esca?os del PSOE se replica que los del PP no tienen credibilidad para acusar. Hace unos meses, los mismos actores dec¨ªan las mismas frases, pero en sentido contrario. Hace unos a?os, diferentes actores dec¨ªan las mismas frases en el mismo sentido que hoy, etc¨¦tera.
En uno de estos debates, cuando Rajoy reproch¨® al Gobierno falta de di¨¢logo, el presidente respondi¨® desde la tribuna: "?Qu¨¦ desfachatez!". Por m¨¢s de acuerdo que se est¨¦ con ZP, hay que admitir que a Rajoy le sienta como un guante el papel de frescales simp¨¢tico. Es perfectamente posible imaginar a Rajoy como Louis Renault, el polic¨ªa franc¨¦s de Casablanca, cuando decide cerrar Rick's y Bogart le exige un motivo.
-Es indignante. He descubierto que en este local se juega.
-Sus ganancias de hoy, se?or -dice un empleado de Rick.
-Gracias -dice Rajoy.
En el Gobierno, sin embargo, no est¨¢n claros los papeles. Salvo Solbes, que es un ministro de Econom¨ªa natural, los dem¨¢s son como actores de una teleserie reci¨¦n nacida que a¨²n estuviera asentando el reparto. Bono tuvo un comienzo deslumbrante (Bono, el del bombo, seg¨²n El Jueves), pero su estrella se apag¨® tras el resbal¨®n de la automedalla. El resto a¨²n no se ha encontrado. Ni siquiera el presidente, que representa el papel de bueno con una pel¨ªcula de retraso, porque el malo, Aznar, ha desaparecido de la pantalla.
El mejor aliado de Zapatero en busca de papel es el fabuloso ?ngel Acebes. El ex ministro del Interior, sabiamente desaparecido durante la campa?a electoral europea y felizmente recuperado inmediatamente despu¨¦s, se empe?a en hacer de ZP un personaje redondo. He ido tomando nota de los calificativos que Acebes ha dedicado a Zapatero y su Gobierno desde el d¨ªa de la investidura: d¨¦bil, inestable, vil, miserable, prepotente, engre¨ªdo, desnortado, absolutista, intolerante, torpe, chulo, mentiroso, mentiroso, mentiroso (muchas veces), fracasado, tramposo y falso. Teniendo en cuenta que seguimos en los cien d¨ªas de gracia, no est¨¢ mal. Cuando acabe la cortes¨ªa, que se prepare ZP. ?Y si Acebes tuviera raz¨®n? Podr¨ªa considerarse entonces que el presidente es hasta interesante. Zapatero dir¨ªa, como Mae West: "Cuando soy bueno, soy muy bueno, pero cuando soy malo, soy mucho mejor".
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