'Le Monde' y los diarios de referencia
El saber de las ciencias sociales y en particular el de la comunicaci¨®n es un saber infuso que, al parecer, llega a los humanos por el solo hecho de estar en el mundo. Sobre todo, si se trata de celebridades de la literatura y el ensayo que no necesitan conocer el mecanismo del "two-step flow", la circularidad de los efectos de la "agenda-setting", o cualesquiera otras caracter¨ªsticas del espacio medi¨¢tico, para pronunciarse, con arrogancia, sobre todos los procesos de comunicaci¨®n.
Esto es lo que explica el c¨²mulo de banalidades y de disparates que nos han prodigado algunos de los m¨¢s conocidos intelectuales franceses a prop¨®sito de la publicaci¨®n de varios libros sobre Le Monde, la p¨¦rdida de prestigio atribuible a los mismos y su descalificaci¨®n como diario de calidad.
Pretender invalidar su funci¨®n por tener preferencias ideol¨®gicas es incongruente
La masificaci¨®n televisiva ha convertido a la prensa escrita en instrumento de referencia
Apoyar los efectos de dicha publicaci¨®n en el hecho de que la venta de ejemplares haya disminuido en 2003 en 4 puntos, exige precisar la parte de dicha disminuci¨®n imputable a la aparici¨®n del libro de Pierre P¨¦an y Philippe Cohen "La face cach¨¦e du Monde", al de Bernard Poulet "Le pouvoir du Monde" y a los otros textos cr¨ªticos, y la que debe atribuirse a la regresi¨®n general del mercado period¨ªstico que se sit¨²a en Europa, para dicho periodo, entre el 3 y el 5%. Lo que s¨ª puede sostenerse es que la posici¨®n central que Le Monde ocupa en el paisaje medi¨¢tico franc¨¦s no se ha visto sensiblemente afectada. Por lo dem¨¢s, si s¨®lo se destruye lo que se sustituye, es significativo que ning¨²n otro diario haya decidido aprovechar la oportunidad que exist¨ªa de disputar a Le Monde su estatuto de referencia informativa dominante.
En 1980, el Comit¨¦ Internacional de Comunicaci¨®n, Conocimiento y Cultura, que yo entonces presid¨ªa, lanz¨® una investigaci¨®n sobre "Diarios y producci¨®n de la Realidad", que puso de relieve la importancia decisiva que los llamados peri¨®dicos de elite, prestigio o calidad, ten¨ªan en la creaci¨®n de la opini¨®n y de los estereotipos dominantes. El examen de este tipo de categor¨ªas, tal y como hab¨ªan sido elaboradas por John C. Merril -"The Elite Press", Putman 1968-, por Ithiel de Sola Pool -"The Prestige Papers", MIT Press, 1979-, por Colin Seymour-Ure, en sus diversos textos sobre los diarios de calidad, mostr¨® sus limitaciones para proporcionar un cuadro de variables operativas que permitiera objetivar el an¨¢lisis. Ello nos llev¨® a proponer un nuevo marco conceptual que designamos como "diario de referencia" y que aplicamos a 15 diarios de 12 pa¨ªses distintos, entre ellos Le Monde y EL PA?S. Los resultados de esta investigaci¨®n se dieron a conocer con el t¨ªtulo de "Producci¨®n de la realidad y Diarios de referencia dominante" -Instituto Oficial de Radio y Televisi¨®n, Madrid 1982- e inclu¨ªan un excelente art¨ªculo de Maurice Mouillaud sobre Le Monde y otro de Claudio Aguirre-Bianchi, Jan Ekencrantz y Carina Kjellstr?m sobre los diarios Dagens Nyheter y Svenska Dagbladet. En Espa?a, conjuntamente con G¨¦rard Imbert publicamos "EL PA?S o la referencia dominante", Editorial Mitre, 1986.
Los diarios de referencia deben esencialmente esa condici¨®n a su identificaci¨®n con "un proceso fundador" de la comunidad nacional a la que pertenecen. En el caso de EL PA?S, la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola; en el caso de Le Monde, la voluntad de modernizaci¨®n de Francia despu¨¦s de la segunda guerra mundial; en el caso del Frankfurter Allgemeine Zeitung, fue la reivindicaci¨®n de la alta cultura alemana en un pa¨ªs acusado de barbarie, y para acreditarla, se recurri¨® en los primeros a?os a imprimir una parte del FAZ en caracteres g¨®ticos; en Polonia la Gazeta Wyborcza funcion¨® como expresi¨®n y portaestandarte de la nueva democracia, etc¨¦tera. A esta raz¨®n fundadora correspond¨ªa una vocaci¨®n de excelencia tanto en la forma como en el contenido. Todos los diarios de referencia privilegiaron en sus inicios una cierta austeridad en su administraci¨®n y en sus modos formales: limitaci¨®n de la publicidad, tipograf¨ªa discreta sin recurrir nunca a los grandes caracteres, ausencia total o presencia reducida de ilustraciones, renuncia al color, preferencia, a partir de los a?os 70, por el formato tabloide, etc¨¦tera. A la austeridad en la presentaci¨®n se a?ad¨ªa el rigor en el contenido, que deb¨ªa autentificarse en la contrastaci¨®n de las fuentes, en el pluralismo de las opiniones, en el rechazo de lo sensacional y en la voluntad de estilo. Estas caracter¨ªsticas, agregadas a la prioridad concedida a lo internacional y a los temas culturales, apuntaron, desde el principio, a un p¨²blico minoritario y dibujaron en consecuencia un lectorado de ¨¢mbito restringido.
Dos prop¨®sitos caracterizan este tipo de publicaciones. Por una parte, separar la propiedad y la administraci¨®n de la actividad propiamente period¨ªstica; y, por otra, desubjetivizar al m¨¢ximo la pr¨¢ctica informativa. El primero se ha traducido en el establecimiento de reglas de conducta, formalizadas o informales, para ambos ¨¢mbitos y en la creaci¨®n, en paralelo al Consejo de Administraci¨®n, de una sociedad de redactores; en cuanto al segundo, se busca la objetivaci¨®n recurriendo al uso de cuatro pautas: neutralidad, pluralidad, exhaustividad y referentes tecnocient¨ªficos. La mayor especificidad de los diarios de referencia reside con todo en las funciones que cumplen: a) servir de base, por identificaci¨®n o por antagonismo, a todos los otros medios, escritos o audiovisuales, para su producci¨®n informativa; b) constituir el instrumento preferido de comunicaci¨®n de las organizaciones pol¨ªticas y de sus dirigentes, as¨ª como de los grandes actores de la sociedad civil, organizaciones y personalidades; c) ser para las embajadas y los gobiernos extranjeros la fuente imprescindible de toda informaci¨®n relativa al pa¨ªs concernido.
Ahora bien, la audiovisualizaci¨®n de la esfera de la comunicaci¨®n, la mercantilizaci¨®n de todos sus procesos y la concentraci¨®n de sus empresas, con la inevitable oligopolizaci¨®n del poder de informar, han transformado profundamente el mundo de los medios. Conservar la autonom¨ªa y la independencia de un ¨®rgano de expresi¨®n escrita se ha convertido en una haza?a excepcional porque el estancamiento del n¨²mero de lectores y el trasvase de la publicidad hacia la televisi¨®n han hecho muy dif¨ªcil su supervivencia econ¨®mica, obligando a los diarios de referencia a modificar sus estrategias y sus principales comportamientos. El recurso a la publicidad al igual que la expansi¨®n del lectorado han aparecido como necesidades insoslayables, lo que los ha llevado a hacerse m¨¢s atractivos e impactantes, utilizando tipograf¨ªas llamativas con color incluido, acerc¨¢ndose al sensacionalismo y sirvi¨¦ndose de argumentos de venta no period¨ªsticos, como la oferta de libros y de DVD junto con el diario, etc¨¦tera. Lo que se ha traducido en que este tipo de diarios hayan ganado cuotas importantes del lectores, situ¨¢ndose en algunos casos, como en el de EL PA?S, en cabeza. Las empresas propietarias de estos diarios se han visto obligadas, por su parte, a integrarse en macrogrupos de comunicaci¨®n o a intentar autotransformarse en grupos mediante la asociaci¨®n, la compra o la promoci¨®n de otros Medios.
Todas estas consideraciones delatan la deriva de los diarios de referencia respecto del modelo original y, en consecuencia, hacen que las acusaciones b¨¢sicas que se dirigen contra Le Monde y sus cong¨¦neres, m¨¢s all¨¢ de la denuncia de determinadas intervenciones concretas en procesos espec¨ªficos, que se han zanjado, por lo dem¨¢s, mediante un acuerdo entre los denunciantes y el diario denunciado, responden a las condiciones efectivas de su funcionamiento actual. Hoy el imperialismo audiovisual y la masificaci¨®n televisiva han convertido a toda la prensa escrita, sobre todo en los pa¨ªses que como los latinos no sufren la plaga del amarillismo informativo, en instrumento de referencia, en soporte de la legitimaci¨®n comunicativa. En dicho contexto, ?siguen teniendo un espacio propio los diarios de referencia? El juicio casi un¨¢nime de los expertos es que este tipo de publicaciones constituye una de las ¨²ltimas barreras defensivas frente a la producci¨®n de la falsedad de masa y a la hiperinformaci¨®n desinformadora, resultado de la l¨®gica econ¨®mica imperante y de una voluntad pol¨ªtica de ocultamiento. Es decir, que los diarios de referencia siguen representando el pilar principal del espacio p¨²blico en el sentido de la ?ffentlichkeit habermasiana, sin el cual ni la opini¨®n p¨²blica ni la democracia tienen sentido.
Pretender invalidar su funci¨®n acus¨¢ndoles, y en este caso a Le Monde, de tener preferencias ideol¨®gicas, es incongruente ya que, obviamente, como todo ¨®rgano de expresi¨®n, y de manera m¨¢s general como todo grupo, se articulan en torno de un conjunto de principios, de predilecciones y de rechazos que condicionan, de cierta manera, sus comportamientos y m¨¢s b¨¢sicamente su percepci¨®n de la realidad. Los estudios de que disponemos sobre este tema coinciden en que la ideolog¨ªa de los diarios de referencia tiene como n¨²cleos duros los valores y pr¨¢cticas dominantes en la sociedad a la que pertenecen. En la Europa actual, se trata del corpus ideol¨®gico conocido como "pensamiento ¨²nico", cuyos componentes esenciales son el capitalismo de mercado, la democracia parlamentaria de partidos el pluralismo limitado por la unanimidad de los medios y la opci¨®n social-liberal aplicada a los ¨¢mbitos social y de vida cotidiana.
Este corpus se declina de diversas maneras, seg¨²n pa¨ªses y momentos, y asume modalidades distintas, incluso en el interior de un mismo diario, en funci¨®n de la secci¨®n de que se trate. Y as¨ª, si comparamos Le Monde con EL PA?S, que son, tal vez, entre los diarios europeos de referencia, los que est¨¢n m¨¢s pr¨®ximos, comprobamos que la r¨²brica "Econom¨ªa" est¨¢ presidida en ambos casos por la concepci¨®n liberal y por su identificaci¨®n con el protagonismo de las empresas, pero sin olvidar al mundo de trabajo del que EL PA?S se ocupa en las secciones Econom¨ªa y Trabajo, mientras que Le Monde lo aborda exclusivamente en esta ¨²ltima conjuntamente con los temas de sociedad y los sucesos. En los dos diarios lo laboral se presenta desde un prisma m¨¢s bien socialdemocr¨¢tico. En Pol¨ªtica Internacional, ambos tienen una posici¨®n favorable a la versi¨®n institucional de la construcci¨®n europea y son de un atlantismo moderado, discontinuo y, en ocasiones, cr¨ªtico, m¨¢s acentuado en EL PA?S que en Le Monde. En Pol¨ªtica Interior, prevalecen las opciones de centro izquierda / centro derecha, aunque en el diario franc¨¦s sean m¨¢s fluctuantes y se identifiquen con mayor frecuencia con determinadas tendencias y personas, mientras que el espa?ol se alinea m¨¢s globalmente con las orientaciones del PSOE. La ¨²nica gran diferencia se encuentra en las cuestiones de la vida cotidiana, en las que EL PA?S ha adoptado posiciones avanzadas en ruptura con el orden burgu¨¦s tradicional, defendiendo la legalizaci¨®n del consumo de la droga blanda, el matrimonio homosexual, el r¨¦gimen patrimonial de las parejas de hecho, etc¨¦tera.
Todas estas tendencias preferentes no cancelan necesariamente la neutralidad de la informaci¨®n sino que la sit¨²an. La pretendida objetividad del credo informativo convencional es casi siempre una coartada tras la que se esconden las parcialidades del informador, que debe al contrario enunciarlas y velar para que no modifiquen, o lo hagan m¨ªnimamente, su conocimiento y comunicaci¨®n de la realidad. En cualquier caso, los diarios de referencia anclan sus polos referenciales en la interacci¨®n entre opini¨®n p¨²blica y opini¨®n de los p¨²blicos, entre opini¨®n institucional y opini¨®n medi¨¢tica, entre opini¨®n cultivada y opini¨®n popular. Esa m¨²ltiple interacci¨®n funda y organiza la ideolog¨ªa dominante, a la que el diario tiene siempre que preceder y superar, pero sin alejarse demasiado del pelot¨®n, como sucede en el ciclismo, si quiere cumplir su cometido de gu¨ªa. Que le lleva a asumir, hoy m¨¢s que nunca, la funci¨®n de bolet¨ªn oficial, un poco del Estado, un mucho de la sociedad civil.
El autor hace un repaso de las razones que
llevaron a constituir los diarios de referencia
y analiza el papel que desempe?an
y los problemas que afrontan en la actualidad.
Jos¨¦ Vidal-Beneyto es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense y secretario general de la Agencia Europea de la Cultura.
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