Dentro de 20 a?os
EN SU DISCURSO de clausura del 36? Congreso del PSOE, su secretario general dirigi¨® a los delegados una llamada al optimismo y a la confianza dici¨¦ndoles que dentro de 20 a?os, cuando recuerden todo lo que supuso este congreso, podr¨¢n decir a sus amigos, a sus hijos, a sus familias: "Yo estuve all¨ª". Repet¨ªa Zapatero, aunque no lo mencionara, las palabras que hace algo m¨¢s de dos siglos, el 20 de septiembre de 1792, Goethe, el gran poeta alem¨¢n, testigo de la batalla de Valmy, dirigi¨® a las tropas prusianas: "En este lugar y en este d¨ªa comienza una nueva era en la historia del mundo, y todos vosotros podr¨¦is decir: 'Yo estuve all¨ª".
Resulta dif¨ªcil de creer que las palabras de Goethe sirvieran de consuelo a unos soldados que emprend¨ªan la retirada. Seguramente, la mayor¨ªa s¨®lo percibi¨® aquel d¨ªa y en aquel lugar que su poderoso e imbatible ej¨¦rcito, sin atreverse a entrar en combate, regresaba a sus cuarteles de invierno, paralizado por un grito que lanzaban los soldados franceses, con sus gorros en la punta de los sables y de las bayonetas, y que reson¨® en todo el valle: "Un grito de alegr¨ªa", escribi¨® Michelet, "pero extra?amente prolongado: cuando terminaba, volv¨ªa a comenzar, cada vez con m¨¢s fuerza. La tierra temblaba... Era '?Viva la naci¨®n!". Gritando sin parar: "??a ira, vive la nation!", los franceses consiguieron que los prusianos recogieran sus b¨¢rtulos y volvieran a casa: una nueva era en la historia del mundo comenzaba.
?De qu¨¦ acontecimiento habla Zapatero, qu¨¦ nueva era anuncia este congreso? Sin duda, como tel¨®n de fondo, un triunfo: enfrentados a poco m¨¢s que un "?a ira", los neoprusianos del PP, al mando de alguien que se ten¨ªa por gran estratega de la geopol¨ªtica mundial, se han visto obligados a volver a sus cuarteles, de los que dif¨ªcilmente saldr¨¢n si no se apresuran a licenciar a su antiguo comandante en jefe. Nadie daba un duro por el equipo de voluntarios elegido hace cuatro a?os, que deb¨ªa medirse con un enemigo considerado por todo el mundo muy superior. Pero la palabra hace a veces milagros, y, sin necesidad de griter¨ªo, acompa?ada de cierto talante y de una extra?a seguridad en s¨ª mismo, Zapatero llev¨® a su maltrecho partido a la victoria, menos espectacular que la de Dumouriez sobre Brunswick, pero, en fin, no menos provechosa para sus huestes.
Fue en aquella ocasi¨®n una batalla de ciudadanos frente a s¨²bditos, de una naci¨®n emergente frente a un imperio hist¨®rico, de la rep¨²blica -que se proclamar¨ªa el d¨ªa siguiente- frente a la dinast¨ªa. Y es significativo que haya sido un discurso construido en torno a la idea de ciudadan¨ªa lo que ha dado a Zapatero el primer triunfo dentro de su partido y lo que ha desarbolado por completo a sus adversarios. En 2000 dijo, al despedirse de los delegados: "Empez¨® la etapa del socialismo como ciudadan¨ªa, del socialismo de los ciudadanos". De lo anterior no quiso saber nada: s¨®lo celebrar que 125 a?os de historia los contemplan. Pero lo que importa es lo que vendr¨¢, lo que ha nacido en el congreso anterior y se presenta en este enarbolando un doble triunfo, en el partido y en la pol¨ªtica espa?ola.
De modo que Zapatero comienza a gobernar imbuido de la estimulante convicci¨®n de que una nueva era comienza, no s¨®lo en la centenaria historia del PSOE, sino en Espa?a y quiz¨¢ en el mundo: la era de la ciudadan¨ªa. Otra pol¨ªtica es posible, viene a decir, distinta a la que tradicionalmente hab¨ªa definido al socialismo, siempre basada en la acci¨®n de sujetos colectivos, confiada en la omnipresencia del Estado. Ahora lo que importa es el ciudadano, el respeto a la identidad de las personas y de sus derechos, el imperio de la ley, la igualdad de hombres y mujeres, los valores c¨ªvicos, la deliberaci¨®n, el di¨¢logo y la conversaci¨®n, la pasi¨®n por el conocimiento, la sociedad laica y la cultura, la rebeld¨ªa frente a cualquier dominaci¨®n...
?Es eso pol¨ªtica? No, eso es palabra. Pero ya se ha visto lo que puede un cambio radical de palabra: llevamos tres meses liberados de aquellos broncos discursos que retumbaron hasta el hartazgo en la anterior legislatura. Nadie los echa de menos. El nuevo discurso del PSOE no s¨®lo es que suene bien, y que proceda de alguien convencido de lo que dice y dispuesto a llevarlo a la pr¨¢ctica, sino que marca una clara l¨ªnea de ruptura con el tradicional discurso socialista y abre v¨ªas para el futuro de una izquierda a la que se supon¨ªa agotada en su capacidad de producir ideas. Sin duda, hay que convertir esa palabra en propuestas pol¨ªticas, y s¨®lo los ilusos piensan que es posible gobernar sin perder la inocencia. Cierto, la nueva era anunciada por Zapatero suena, en su nacimiento, inocente; pero, tal vez, qui¨¦n sabe, dentro de veinte a?os los testigos del parto puedan decir a sus hijos que hubo en el socialismo espa?ol un momento de inocencia del que sali¨® una pol¨ªtica de ciudadanos y que ellos estuvieron all¨ª, para contarlo.
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