Una reflexi¨®n pol¨ªtica y una soluci¨®n tecnol¨®gica
Si alguien busca en Internet el Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca que contiene los llamados papeles de Salamanca no podr¨¢ consultar ning¨²n documento en texto completo de los que reclaman como suyos particulares, partidos pol¨ªticos y gobiernos como el de la Generalitat de Catalu?a. Estos documentos, una vez m¨¢s, se van a pedir desde Catalu?a al nuevo Gobierno constituido recientemente. Esta demanda ya hist¨®rica no se ha resuelto a¨²n porque se han esgrimido demasiadas veces razones e intereses pol¨ªticos adobados con todo tipo de argumentos hist¨®ricos y archiv¨ªsticos, como la ya famosa unidad de archivo. Es hora, pues, de solucionar el problema y para ello es necesaria una reflexi¨®n pol¨ªtica que cierre el problema y una soluci¨®n tecnol¨®gica que la acompa?e.
Respecto a la reflexi¨®n pol¨ªtica hay una raz¨®n poderosa que prevalece por encima de todos los argumentos esgrimidos: Es justo que se devuelva a las personas, organizaciones o instituciones pol¨ªticas y sindicales los documentos que les fueron sustra¨ªdos violentamente durante y despu¨¦s de la Guerra Civil espa?ola. Documentos, considerados por los vencedores de aquella funesta contienda como bot¨ªn de guerra o de conquista con el objetivo de organizar un sistema de represi¨®n contra las personas e instituciones que la perdieron. Esta devoluci¨®n debe hacerse ahora, pues vivimos en un Estado plenamente democr¨¢tico y con las libertades plenamente consolidadas. Es el momento adecuado, aunque es tambi¨¦n cierto que deber¨ªa haberse realizado el primer d¨ªa de convivencia democr¨¢tica.
Pero en la devoluci¨®n de los papeles de Salamanca hay adem¨¢s un elemento que tener en cuenta. Muchas de las personas propietarias de estos documentos a¨²n viven y reclaman un poco de luz, una explicaci¨®n, a ese momento tan oscuro de sus vidas. Hay miles de personas que est¨¢n a nuestro lado que a¨²n no pueden tener una paz individual y familiar, justamente porque no tienen informaci¨®n real de familiares desaparecidos o no han recuperado sus pertenencias. Es, pues, ahora el momento para que se haga un gesto grande de paz, de pedagog¨ªa y generosidad pol¨ªtica y se devuelva a los que lo deseen sus pertenencias. Nadie en su sano juicio quiere, por ejemplo, que una escritora como Teresa P¨¤mies no pueda tener las cartas que su marido le escribi¨® durante aquellos a?os. Apelar a razones t¨¦cnicas como la unidad de archivo no tiene ning¨²n sentido ante la raz¨®n pol¨ªtica en pro de la paz de los ciudadanos.
Otros gobiernos europeos que vivieron guerras mundiales han emprendido acciones de reparaci¨®n de las v¨ªctimas en aras de potenciar la reconciliaci¨®n de sus ciudadanos. Este es el camino. La devoluci¨®n debe venir acompa?ada, pues, por una declaraci¨®n solemne y conjunta del pleno del Parlamento y, paralelamente, por un procedimiento que prevea la donaci¨®n al archivo de los documentos de aquellas personas e instituciones que lo as¨ª lo deseen.
Claro que tambi¨¦n debe haber una soluci¨®n tecnol¨®gica y ¨¦sta es la siguiente: en una primera fase los documentos originales que se devuelvan a sus leg¨ªtimos propietarios deber¨ªan digitalizarse y ser depositados, clasificados y organizados en un gran servidor si los propietarios leg¨ªtimos lo autorizasen.
En una segunda fase se deber¨ªan digitalizar y depositar en ese mismo servidor los documentos restantes que queden en soporte papel en el archivo. La soluci¨®n tecnol¨®gica es digitalizar todos los documentos y disponerlos en un sistema abierto en Internet.
Crear el Archivo Virtual de la Guerra Civil es realmente lo m¨¢s importante y es la mejor soluci¨®n para futuros investigadores e historiadores. Los grandes archivos, museos y bibliotecas de medio mundo est¨¢n favoreciendo, gracias a Internet, proyectos de digitalizaci¨®n de sus fondos documentales. Internet facilita el acceso a los documentos a cualquier investigador y desde cualquier lugar del mundo sin tener que desplazarse. Qu¨¦ importante ser¨ªa que profesores e historiadores de universidades o instituciones, especialmente de Am¨¦rica Latina, pudieran acceder a estos documentos sin tener que moverse de su universidad. Y no s¨®lo estudiosos, sino tambi¨¦n familiares o exiliados de aquella contienda, podr¨ªan, mediante Internet, conocer su existencia.
La digitalizaci¨®n facilita no s¨®lo el acceso de muchas personas a la vez y desde otros lugares, sino que preserva los documentos. No hace falta tocar y oler el papel; los documentos digitalizados pueden utilizarse por muchas personas y cuantas veces se quiera sin la incomodidad de tener el documento f¨ªsico delante. Las copias son exactas, los contenidos son los mismos.
Los documentos electr¨®nicos en el formato que sea aportan incluso beneficios incalculables para la investigaci¨®n, impensables hasta ahora. La manipulaci¨®n del documento es extraordinaria: los documentos digitales se pueden gestionar, ordenar, clasificar y relacionar mejor en infinidad de maneras seg¨²n el inter¨¦s y objetivo del investigador. Incluso diversos investigadores en diferentes lugares del mundo pueden trabajar sobre el mismo documento digital, comunicarse en tiempo real y discutir e intercambiar sus impresiones sobre el texto aunque no est¨¦n f¨ªsicamente delante de ¨¦l. La nueva tecnolog¨ªa permite esta real interrelaci¨®n, y esa es la verdadera y real unidad de archivo que interesa al investigador. Los archivos, y m¨¢s ¨¦ste, es y ser¨¢ siempre incompleto, ya existen muchos otros documentos en archivos y bibliotecas. Es gracias a Internet que se puede hacer una exhaustiva b¨²squeda y encontrar resultados significativos.
Desplazarse a Salamanca para visitar la ciudad, pasear por sus calles, entrar en sus museos y conocer a su gente va a ser siempre muy recomendable; no tanto, desde ahora, consultar archivos si se puede hacer desde la propia casa de uno mediante un ordenador port¨¢til conectado a la red de Internet.
D¨ªdac Mart¨ªnez es director del Servicio de Bibliotecas y Documentaci¨®n de la UPC.
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