La partici¨®n del S¨¢hara Occidental, ?por qu¨¦ no?
El conflicto del S¨¢hara Occidental lleva ya 29 a?os enquistado. El Gobierno espa?ol hizo mal en 1975 el proceso de descolonizaci¨®n, m¨¢s preocupado entonces por resolver sus propios problemas internos y temeroso de una desestabilizaci¨®n que pudiera poner en peligro el fr¨¢gil equilibrio pol¨ªtico del momento.
En realidad, era cierto que el franquismo intentaba dejar todo "atado y bien atado", pero nadie hab¨ªa previsto que el rey de Marruecos fuese a aprovechar la debilidad del r¨¦gimen franquista en sus ¨²ltimos d¨ªas para tomar posiciones de fuerza con vistas a hacer inevitable la anexi¨®n del territorio del S¨¢hara Occidental. Mientras tanto, las relaciones entre Espa?a y el Frente Polisario continuaban siendo p¨¦simas, ya que las acciones armadas de ¨¦ste le hab¨ªan convertido en un enemigo a eliminar.
La descolonizaci¨®n se hizo a toda prisa y mal, de forma vergonzosa. Espa?a hizo o¨ªdos sordos a la exigencia de la ONU, del Tribunal Internacional de La Haya y de Argelia de que se celebrase un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Fue el rey Hassan II quien marc¨® el ritmo de los acontecimientos, con su fuerte presi¨®n anexionista (la famosa Marcha Verde), y el Gobierno espa?ol s¨®lo tuvo dos obsesiones: evitar nuevos enfrentamientos armados sobre el terreno y no ceder la soberan¨ªa al Polisario para no aparecer como perdedor. Al final, puede que con la cesi¨®n del territorio a Marruecos y Mauritania, en el Acuerdo de Madrid, Espa?a no apareciese exactamente como perdedora, pero el reparto origin¨® un problema mayor y dej¨® a los saharauis a merced de otra potencia colonizadora, dispuesta ¨¦sta a iniciar una larga guerra de desgaste, con el fin de anexionarse todo el territorio, a cualquier precio.
Tras a?os de guerra valerosa por parte del Polisario, apoyado por Argelia y por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se lleg¨® a una situaci¨®n sin salida, desde el punto de vista estrictamente militar. La URSS desapareci¨® del mapa tras su propio hundimiento como superpotencia; Argelia ha tenido y sigue teniendo demasiados problemas internos para mantener su apoyo econ¨®mico o log¨ªstico a la autodenominada Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica (RASD), y los refugiados saharauis de Tinduf (uno de los lugares m¨¢s inh¨®spitos de la Tierra) hace a?os que est¨¢n a merced de la ayuda humanitaria internacional y de su encomiable voluntad de superaci¨®n de todos los contratiempos. Los casi 30 a?os de vida en los campos de refugiados les han debilitado enormemente, por m¨¢s que se empe?en los l¨ªderes del Frente Polisario en aparentar lo contrario. En los campos de Tinduf hay des¨¢nimo, existe mercado negro producto de la aparici¨®n de diferencias econ¨®micas entre unos refugiados y otros y se han producido fugas de personas relevantes hacia Marruecos. Las t¨ªmidas demostraciones militares en las pocas ocasiones en que hab¨ªa algo que celebrar no han hecho sino poner en evidencia la escasez de recursos para vivir y no digamos ya para reabrir una hipot¨¦tica lucha armada.
Todo ello no resta valor, sino todo lo contrario, al combate del pueblo saharaui por la dignidad y por la independencia, que ha sido m¨¢s que leg¨ªtimo y ha tenido momentos verdaderamente ¨¦picos. Tampoco resta m¨¦rito ni valor al apoyo moral y humanitario que, desde el exterior y muy especialmente desde Espa?a, ha mantenido viva la llama de la esperanza de un pueblo que en su momento se sinti¨® traicionado y abandonado por su antigua metr¨®polis y que ha vivido durante d¨¦cadas casi olvidado por la comunidad internacional.
En cualquier caso, el tiempo juega indudablemente a favor de Marruecos. Por eso, los t¨ªmidos intentos de la ONU de obligar a las partes a llegar a acuerdos han sido siempre papel mojado. A Marruecos s¨®lo le ha interesado y le sigue interesando demorar la soluci¨®n final, y no ha aceptado, ni aceptar¨¢ jam¨¢s, un acuerdo que suponga una rebaja en sus pretensiones de anexi¨®n del territorio y de asimilaci¨®n por la fuerza de la poblaci¨®n saharaui.
La ONU ha desempe?ado un papel relativamente digno, en el sentido de no permitir hasta hoy que Marruecos actuara unilateralmente e impusiera su raz¨®n por la fuerza. Se han destinado medios econ¨®micos y humanos a realizar un censo de la poblaci¨®n y se ha defendido la voluntad de celebrar un refer¨¦ndum. M¨¢s tarde, el llamado Plan Baker 2003 propuso la elecci¨®n de una autoridad auton¨®mica para el S¨¢hara antes de organizar, al cabo de un periodo m¨¢ximo de cinco a?os, un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, pero con un censo te¨®ricamente favorable a Rabat. Aun as¨ª, ¨¦ste descart¨® esta soluci¨®n que s¨ª era aceptada, en principio, por Argelia y el Frente Polisario.
Personalmente, hace a?os que vengo planteando con toda humildad en diversos seminarios de trabajo y en conversaciones con expertos, la pregunta ingenua de por qu¨¦ no es posible ni deseable la partici¨®n del territorio del S¨¢hara Occidental para dar una soluci¨®n al problema. Verdaderamente, tengo que decir que nunca he o¨ªdo respuestas convincentes. Al principio, simplemente porque los expertos parec¨ªan confiar en una soluci¨®n negociada (en la que yo nunca he cre¨ªdo, por pensar que a la mayor¨ªa de actores de peso no les interesaba, y no s¨®lo a Marruecos). He tenido que soportar, adem¨¢s, por parte de alg¨²n miembro del Polisario y de muchos de sus partidarios, la acusaci¨®n de que mi propuesta era una traici¨®n a su causa y a la memoria de los m¨¢rtires de la lucha armada de un pueblo que ha sufrido mucho por defender su dignidad.
Para los marroqu¨ªes con los que he dialogado, mi propuesta era una simple provocaci¨®n, ya que me he atrevido a cuestionar la supuesta legitimidad hist¨®rica secular del reino alauita sobre ese territorio, sin que me hayan podido aclarar nunca por qu¨¦ motivo ese reino tiene m¨¢s derechos sobre el S¨¢hara Occidental que los que puedan tener Mauritania o Argelia.
Al final, para m¨ª, lo ¨²nico cierto es que, si la comunidad internacional no lo impide, una vez m¨¢s el pez grande est¨¢ a punto de comerse al chico. Por muchos seminarios que se celebren sobre la cuesti¨®n y por muchos planes Baker o similares que se vayan poniendo sobre la mesa. Y no desprecio en absoluto la actuaci¨®n de la ONU en el S¨¢hara. Muy al contrario, sin esa presencia, la anexi¨®n por parte de Marruecos har¨ªa tiempo que se habr¨ªa consumado. La dimisi¨®n de James Baker simplemente puede tener la virtualidad de acelerar todo el proceso y de que ¨¦ste se lleve a cabo de forma precipitada y desordenada, lo cual no favorecer¨ªa precisamente la adopci¨®n de una decisi¨®n medianamente justa y equitativa.
Por eso insisto en la necesidad de poner sobre la mesa nuevos escenarios posibles. Uno de ellos, la partici¨®n del territorio del S¨¢hara Occidental. En el Acuerdo de Madrid, la parte asignada a Mauritania ven¨ªa a ser un tercio de los aproximadamente 226.000 kil¨®metros cuadrados del total del territorio. No es la mejor parte ni, hoy por hoy, tampoco la m¨¢s rica (aunque puede albergar riquezas por descubrir). Pero es mejor, sin duda alguna, que la zona de Tinduf donde han sobrevivido durante todos estos a?os los refugiados saharauis, a la espera de poder volver alg¨²n d¨ªa a su tierra prometida.
Se podr¨ªa discutir si la divisi¨®n deber¨ªa ser exactamente esa misma, con una correspondencia al 100% con la asignaci¨®n de 1975. Se podr¨ªa hacer un reparto que garantizase m¨¢s seguridad por ser de m¨¢s f¨¢cil gesti¨®n y control e incluso algo m¨¢s favorable para el Polisario. Otra frontera posible (en mi opini¨®n, m¨¢s justa) pasar¨ªa por el paralelo 24. En ese caso, el territorio asignado a los independentistas saharauis ser¨ªa un poco m¨¢s extenso y tendr¨ªa la virtud de incluir la ciudad de Dajla y su peque?a pen¨ªnsula. As¨ª se dar¨ªa mayor valor a la zona saharaui pero, sobre todo, permitir¨ªa prevenir posteriores conflictos, al evitar que hubiese un enclave marroqu¨ª pr¨¢cticamente dentro del territorio de la RASD.
Soy consciente de que estoy hablando de una operaci¨®n enormemente compleja, que deber¨ªa ir precedida de nuevas conversaciones, discusiones, acuerdos, traslados masivos de poblaci¨®n, intercambios de prisioneros y migraciones de personas en un sentido y en el otro. Esta soluci¨®n deber¨ªa comportar tambi¨¦n la aceptaci¨®n y el reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, de la creaci¨®n de un nuevo Estado en el Magreb, y el compromiso de la ONU de acompa?ar durante un tiempo todo este proceso para asegurar que se llevase a cabo cumpliendo la legalidad internacional.
No estoy proponiendo un invento de f¨¢cil ejecuci¨®n y ni siquiera es seguro que a ninguna de las partes le parezca de entrada una buena soluci¨®n. Puede apuntar, eso s¨ª, una salida posible y realista a medio plazo, aunque no exenta de interrogantes. Ponerla sobre la mesa de negociaciones bien pudiera tener la virtualidad de desatascar la aparente falta de salida a una situaci¨®n que da toda la impresi¨®n de haber entrado en fase terminal. Si la ONU dedicara a negociar esta soluci¨®n una d¨¦cima parte del tiempo y del dinero que ha gastado hasta ahora en el conflicto, y si otras potencias, como la Uni¨®n Europea y Estados Unidos, presionaran tambi¨¦n en esa direcci¨®n, a lo mejor podr¨ªamos ver algunos resultados positivos, incluso antes de lo que los pesimistas de siempre pueden llegar a imaginar.
?lex Masllorens es diputado de Ciutadans pel Canvi en el Parlament de Catalunya y fue vicepresidente de Justicia y Paz.
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