La autobiograf¨ªa de un canalla
EL PA?S ofrece ma?ana, lunes, por 1 euro, 'Por el pasado llorar¨¢s', de Chester Himes
Chester Himes, que denunci¨® en los a?os treinta por igual el estalinismo y el sindicalismo yanqui, era de esos tipos que arremeten contra nazis y jud¨ªos, contra bolcheviques y mencheviques. Contra dem¨®cratas y republicanos. Contra blancos y negros. Contra todo bicho viviente. Un presidiario progre que gracias a la literatura escap¨® de la c¨¢rcel, lleg¨® a Paris-Gallimard, donde dej¨® de ser negro americano para hacerse negro europeo y acab¨® muriendo junto al Mediterr¨¢neo, lo menos parecido a un penal, cuando ya Himes no era negro, sino alicantino.
Autor de muy estimables novelas del g¨¦nero, tambi¨¦n es responsable de esta rareza: Por el pasado llorar¨¢s, que naci¨® como un especial libro de memorias de un preso durante los a?os treinta. La autobiograf¨ªa de un canalla, rechazada por los editores de su tiempo, aparentemente por su tama?o -en realidad, por su moral transgresora-, es hoy una extra?a, desmesurada y fascinante novela. Una brutal confesi¨®n, de un romanticismo delirante, a la que se podr¨ªan buscar parentescos con Dante, con Kafka, con Genet.
Despu¨¦s se har¨ªa un c¨ªnico, pero en esta confesi¨®n palpita toda la tristeza del cautiverio
Una brutal confesi¨®n de un romanticismo delirante cercano a Dante y Kafka
Pero esto es otra cosa que el paseo del Dante por los infiernos: es el diario de un demonio instalado en el infierno a perpetuidad. Sin justificaciones ni Beatrices, ni un Virgilio acompa?ante, porque el preso se enamorar¨ªa de ¨¦l. Cuando el protagonista, el presidiario Jimmy, se refiere a su vida anterior, contagiado por la instituci¨®n en la que vive, no evoca su pasado, expone sus antecedentes. Sin m¨¢s, sin florituras.
Es kafkiano el relato, pero en este caso, el ciudadano K o Samsa resulta ser un sentimental que se inventa un amor caprichoso a unos padres impresentables... o se jacta del menosprecio a un hermano ciego... o el desd¨¦n a una enamorada... o enloquece por un compa?ero de celda... Es una historia de instintos que se quieren disfrazar de sentimientos. De todas las peripecias amorosas, de los muchos galanteos entre presos no te queda nunca un juicio moral... Y lo m¨¢s kafkiano que se pueda imaginar: el que cuenta su vida es un escarabajo, rodeado de escarabajos. Parecen microbios a los que mirases a trav¨¦s del microscopio de un narrador prodigioso, sin precedentes literarios. Ni siquiera Kafka.
Tampoco Genet: en Por el pasado llorar¨¢s, Chester Himes deja que su protagonista se nutra de su propio sufrimiento. Pero no hay el orgullo de la transgresi¨®n, sino una autocompasi¨®n especial, resignada. Supongo que el pobre Himes, un negro presidiario que un d¨ªa descubri¨® la literatura como pomada para mitigar sus ¨²lceras, no estaba nada orgulloso de su expediente. Despu¨¦s se har¨ªa un c¨ªnico, pero en esta confesi¨®n palpita toda la tristeza del cautiverio.
Al final de la lectura te queda una sensaci¨®n desasosegante, como despu¨¦s de haber hecho un mal viaje: cansado, pero con la cabeza llena de escenas reales, escenas repletas de vida. Un incendio en el que se pisotean cad¨¢veres humeantes, un tiroteo donde vuelan restos de masa encef¨¢lica que manchan los naipes carcelarios, una misa cat¨®lica como marco amoroso para las contiendas celosas de Jimmy...
Una de las condiciones para incluir un texto en las listas de las mejores novelas negras, suele ser la proximidad entre ese relato literario y el cine. Generalmente el parentesco se establece con el g¨¦nero cinematogr¨¢fico tambi¨¦n etiquetado como negro, con patente norteamericana y origen alem¨¢n, en blanco y negro, con fotograf¨ªa muy contrastada... Los di¨¢logos, los actores, los decorados del cine negro suelen ser tan literarios como cinematogr¨¢ficos los personajes, los decorados o la acci¨®n de la novela negra.
Del texto de Por el pasado llorar¨¢s dif¨ªcilmente se podr¨ªa extraer un documental, o una pel¨ªcula de autor. Si me obligaran a dar el nombre de un director espa?ol para llevarla al cine, dudar¨ªa mucho entre Eloy de la Iglesia o Julio Medem, por ejemplo.
Tan distinta es Por el pasado llorar¨¢s a las dem¨¢s novelas negras, que no es negra, sino rosa: unos ejercicios espirituales para presidiarios, un delirante poema en prosa, un canto homosexual pudoros¨ªsimo, con un salvaje y soterrado sentido del humor, escrito por un personaje de una izquierda norteamericana que nunca pudo existir. Una izquierda a la izquierda de la izquierda.
Si quieren vivir un tiempo encerrados en una prisi¨®n, sentir el lent¨ªsimo paso de las horas in¨²tiles, de los d¨ªas muertos, de los meses sin sentido... lean este extraordinario libro.
Si tienen prisa, o buscan una novela de enredo, huyan en direcci¨®n contraria. En Por el pasado llorar¨¢s no hay sospechosos, ni detectives, ni intrigas... No hay pistas falsas, ni huellas dactilares, ni billetes falsos. No hay suspense ni persecuciones. Hay literatura.
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