Cien d¨ªas para elegir al hombre m¨¢s fuerte
Kerry y Bush abordan la fase decisiva de la campa?a en un terreno com¨²n: la seguridad de EE UU
Aunque a¨²n es pronto para saber si su mensaje va a calar entre los electores que todav¨ªa no saben muy bien qui¨¦n es ni qu¨¦ opina, John Kerry cumpli¨® su misi¨®n en Boston: galvaniz¨® a los dem¨®cratas, se present¨® como un l¨ªder fuerte con ideas aceptablemente claras -aunque sigue sin precisar la mayor parte de sus propuestas y mantiene calculadas ambig¨¹edades- y, sin salirse de lo correcto, no tuvo piedad con George W. Bush, porque sabe que el presidente irrita a medio pa¨ªs, y ¨¦l debe capitalizar ese sentimiento como condici¨®n necesaria -aunque no suficiente- para ganar. Pero Bush, asesorado por su equipo, no esper¨® ni 24 horas para responder, anticipando de esta forma una batalla que deber¨ªa darse desde septiembre.
Kerry sabe que Bush irrita a medio pa¨ªs y ¨¦l debe capitalizar ese sentimiento
El presidente va a contestar d¨ªa a d¨ªa a la gira de dos semanas que ha iniciado Kerry
"Mi adversario tiene buenas intenciones, pero las intenciones no siempre suponen resultados. Despu¨¦s de 19 a?os en el Senado, mi adversario ha votado miles de veces, pero ha firmado pocos logros", dijo el presidente en Misuri, uno de los Estados decisivos en las elecciones. "Cuando se trata de elegir a un presidente, los resultados importan", a?adi¨® Bush, celebrando lo conseguido por su Gobierno en econom¨ªa y lucha contra el terrorismo y reiterando que su adversario (nunca llama a Kerry por su nombre) es d¨¦bil, contradictorio y titubeante.
As¨ª, despu¨¦s de una semana de descanso en el rancho de Tejas -cortes¨ªa habitual en el momento de la convenci¨®n del adversario-, el presidente sali¨® en tromba desde el viernes contra la ofensiva dem¨®crata y as¨ª va a contestar d¨ªa a d¨ªa la gira de dos semanas abierta tras Boston por Kerry y Edwards en 40 ciudades y 21 Estados. El presidente y su segundo, Dick Cheney, se concentrar¨¢n en los Estados en los que hay empate, como Misuri, Ohio, Michigan y Pensilvania. A pesar de que dos sondeos (Zogby y MSNBC, hechos antes y durante la convenci¨®n de Boston) dan a Kerry una ventaja de cinco puntos sobre Bush, la distancia es insuficiente.
Para devolver otro doloroso golpe asestado por el dem¨®crata en su discurso del jueves por la noche ("los aliados que no han enviado tropas a Irak no lo har¨¢n mientras que no haya otro presidente en la Casa Blanca"), Bush se busc¨® una respuesta que hace mucho da?o a Kerry: "Seguir¨¦ trabajando con nuestros amigos y aliados, pero jam¨¢s ceder¨¦ las decisiones sobre la seguridad nacional de EE UU a los dirigentes de otros pa¨ªses". Y lo mismo en econom¨ªa. "Os van a subir los impuestos; nosotros, no", dijo Bush, para rematar de esta forma: "Creen que el coraz¨®n y la mente de Am¨¦rica se encuentra en Hollywood".
Kerry, que fue directo a por Bush el jueves por la noche, al decir en su discurso que el presidente enga?¨® a los norteamericanos y que EE UU necesita que se recupere la confianza y la credibilidad de la Casa Blanca, mantuvo ayer la misma energ¨ªa y empez¨® la gira afirmando a los que le aplaud¨ªan en Pensilvania que "vivimos en un mundo que ha cambiado dr¨¢sticamente con respecto al de hace cuatro a?os y merecemos un l¨ªder que diga la verdad a los norteamericanos y que haga que Am¨¦rica sea un faro para el mundo".
La intensidad del debate y el calendario impuesto indican que se abre un verano sin tregua en la perspectiva de una de las elecciones m¨¢s re?idas de la historia reciente de EE UU. Los pr¨®ximos d¨ªas van a dar el tono de los tres pr¨®ximos meses, porque Kerry y su compa?ero de cartel, John Edwards, tienen que rentabilizar al m¨¢ximo el efecto de la convenci¨®n, y Bush y Cheney deben tratar de frenarlo y construir al mismo tiempo el impulso necesario para llegar a su reuni¨®n de Nueva York, a finales de este mes, en la mejor forma posible. Cuando la campa?a est¨¦ en su fase final y m¨¢s intensa, despu¨¦s de este largo pr¨®logo, ser¨¢n especialmente atractivos los tres debates entre Bush y Kerry, programados para finales de septiembre y mediados de octubre.
La situaci¨®n de Bush ser¨ªa muy delicada si se mantuvieran dentro de un mes los datos que indican que solamente el 43% de los norteamericanos cree que merece ser reelegido; su popularidad est¨¢ muy por debajo del 50% y soporta una cr¨ªtica generalizada sobre sus decisiones b¨¦licas. El presidente depende de que no pasen m¨¢s cosas en Irak y de que se afiance la impresi¨®n de que la econom¨ªa va bien, y, aun as¨ª, debe luchar contra la marea de la opini¨®n p¨²blica. A ello dedicar¨¢, adem¨¢s del esfuerzo de las apariciones personales, una campa?a de anuncios en televisi¨®n a partir de este fin de semana.
Los apuros del presidente -que contempla ahora como una posibilidad real la pesadilla de perder en las urnas, como su padre, despu¨¦s de haber ganado una guerra- no significan que la situaci¨®n de Kerry sea f¨¢cil. A Kerry le ayudar¨ªa a ganar el sentimiento anti-Bush, pero necesita algo m¨¢s: llegar al coraz¨®n y a la cabeza del norteamericano medio. Pasado el momento del fervor en Boston, tiene que analizar por qu¨¦ no se ha despegado de Bush en los peores meses del presidente (abril y mayo, con Irak y la investigaci¨®n de la comisi¨®n del 11-S) y tiene que ofrecer a los votantes indecisos algo m¨¢s que las cr¨ªticas a la Casa Blanca.
La decisi¨®n de los indecisos
"Pase lo que pase en las convenciones, en la campa?a, en los debates, y pase lo que pase con la publicidad en televisi¨®n, el 45% de los norteamericanos votar¨¢ a Bush y el 45%, a Kerry. Hay un 10% en el medio que es por el que estamos luchando". La reflexi¨®n de Tom Chorlton, observador invitado a la convenci¨®n de Boston, refleja la opini¨®n m¨¢s generalizada entre los expertos: los indecisos no superan m¨¢s del 10% del electorado, cuando hace unos a?os se les atribu¨ªa hasta un 20%. Como el trozo de pastel es menor, la pelea es mayor. Y no interesa cualquier indeciso: interesan aquellos que viven en la docena de Estados en los que los sondeos indican que existe un empate.
De su voto y de aquellos que se abstienen habitualmente depende la presidencia. A convertir indecisos se ha ido John Kerry desde Boston, y lo mismo est¨¢ haciendo el presidente Bush, que trata de sacar la ventaja que da el poder y de plantear su reelecci¨®n como un refer¨¦ndum, aunque es un planteamiento muy arriesgado si la mayor¨ªa hubiera decidido -y ¨¦sa es la gran inc¨®gnita- que no merece otra oportunidad.
?A qui¨¦n har¨¢n caso los indecisos? Seg¨²n el analista Charles Cook, la mayor parte de ellos comparte la oleada anti-Bush que se vive desde hace meses, pero eso no quiere decir que est¨¦n enamorados de Kerry. "El aut¨¦ntico reto del candidato dem¨®crata es ser aceptable para esos votantes indecisos", escribe en The Nacional Journal. Bush lo tiene algo m¨¢s complicado, en su opini¨®n, con los que a¨²n no saben qu¨¦ van a votar: "El presidente tiene que convencer a gente que est¨¢ disgustada por la direcci¨®n que ha tomado el pa¨ªs y por la econom¨ªa de que le renueve su contrato por otros cuatro a?os". Pero Gerald Seib, en The Wall Street Journal, cita al estratega republicano Scott Reed, que ofrece esta explicaci¨®n: "Despu¨¦s de lo que le ha pasado a Bush en los ¨²ltimos meses, si uno es todav¨ªa un votante indeciso es que no puede aguantar a Kerry". Hist¨®ricamente, los votantes que no han tomado una decisi¨®n en agosto votan en un 75% a favor del aspirante, no del titular de la Casa Blanca, aunque en estas elecciones la experiencia del pasado tiene un valor relativo, porque hay muchos elementos -polarizaci¨®n, papel de Internet, factores de pol¨ªtica exterior- que ponen en cuesti¨®n la historia electoral.
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