Cartucho de plata
Mar¨ªa Quintanal logra en el tiro al plato la primera medalla del deporte espa?ol
Pocos pod¨ªan imaginar, cuando la ve¨ªan ganar concursos de tiro -al plato, al pich¨®n o a lo que fuera- en las fiestas patronales de los pueblos riojanos a las que acud¨ªa junto a su padre, que a aquella joven de Bilbao le iba a corrsponder el honor de inaugurar el medallero espa?ol en los Juegos de Atenas. Mar¨ªa Quintanal, de 34 a?os, cambi¨® ayer el rumbo ol¨ªmpico de un pa¨ªs incapaz de hacerse un hueco entre las 29 naciones que, en dos d¨ªas de competici¨®n, hab¨ªan ganado una medalla.
Quintanal toc¨® ayer el cielo y, de paso, se convirti¨® en la primera mujer espa?ola en ganar una medalla ol¨ªmpica de tiro. Fue de plata y la consigui¨® en un d¨ªa intempestivo, con un viento racheado que provoc¨® muchos fallos y dej¨® el duelo irresoluto hasta el ¨²ltimo plato. Hasta los ¨²ltimos diez, la espa?ola tuvo tantas opciones de ganar el oro como de no ganar nada. Su acierto en la primera serie de 25 no se repiti¨® en las ¨²ltimas tres. Atenazada por los nervios, impresionada ante la noci¨®n de lo que estaba por conseguir, de los ocho ¨²ltimos platos de la prueba dej¨® escapar tres intactos: el 93, el 96 y el 98. Cedi¨® terreno ante la estadounidense Loper y, sobre todo, ante la coreana Lee. Le comieron terreno, s¨ª, pero no el suficiente. Mar¨ªa Quintanal acert¨® con los ¨²ltimos dos cartuchos que dispar¨®. Cuando el plato n¨²mero 100 sali¨® de la lanzadera, la australiana Suzane Balogh ya ten¨ªa el oro asegurado. S¨®lo se ten¨ªa que decidir la plata o el bronce. El ¨²ltimo plato sali¨® a 140 kil¨®metros por hora y no alcanz¨® a volar 30 metros. Quintanal lo sigui¨® con el ca?¨®n, y el vuelo y el gesto parecieron formar parte de un mismo movimiento. La explosi¨®n p¨²rpura levant¨® una ovaci¨®n del p¨²blico. Los trocitos del disco se dispersaron por la hierba y la plata fue para Espa?a.
Super¨® a sus rivales tras dos horas de lucha y 200 disparos a platos que volaban a 140 por hora
Ni siquiera una ligera disfunci¨®n en la vista ha torcido su extraordinaria carrera deportiva
Mar¨ªa Quintanal gan¨® la primera medalla ol¨ªmpica espa?ola en la modalidad de foso y rescat¨® al tiro de una sequ¨ªa que se prolongaba desde 1988, cuando Jorge Guardiola logr¨® el bronce en skeet, otra prueba de escopeta, en los Juegos de Se¨²l. Para la otra medalla ol¨ªmpica espa?ola hay que remontarse a la posguerra, a Helsinki, en 1952, cuando ?ngel Le¨®n de Gozalo se hizo con el oro en la prueba de pistola, en 50 metros.
Campeona del mundo en otra modalidad, la de doble trap, prueba en la que realmente s¨ª aspiraba a medalla, aquel t¨ªtulo no tuvo, ni de lejos, la trascendencia del logrado ayer. Bien se dio cuenta de ello Mar¨ªa cuando se vio rodeada de los periodistas espa?oles poco antes de recibir la felicitaci¨®n telef¨®nica de la reina do?a Sof¨ªa. Lejos quedan los tiempos en los que Quintanal levantaba murmullos de admiraci¨®n por su punter¨ªa en las peque?as poblaciones a las que acud¨ªa a divertirse y, por qu¨¦ no, a practicar. Ni siquiera una peque?a disfunci¨®n en la vista, lo que com¨²nmente se denomina ojo vago -y por lo que lleva una lente correctora-, ha torcido su carrera, que ayer lleg¨® a lo m¨¢ximo, el premio al trabajo de una mujer que promedia 15.000 disparos al a?o.
Y eso que Atenas amaneci¨® con viento. Fue un mal signo para Quintanal, que lo primero que hizo al levantarse fue mirar la punta de los ¨¢rboles. La vizca¨ªna es una tiradora que necesita un tiempo para apuntar antes de hacer el disparo. En los d¨ªas ventosos, los tiradores que menos acusan la inestabilidad en el vuelo de los platos son los r¨¢pidos, los menos apuntones, como se dice en la jerga de los escopeteros. Se trata de gente que responde m¨¢s a la intuici¨®n que al an¨¢lisis. No dejan volar al plato y as¨ª reducen los efectos del viento. Quintanal no encaja en ese modelo pero, por suerte para ella, tampoco es una apuntona. Ayer procur¨® actuar con rapidez y cuando fall¨® con el primer cartucho tuvo la suerte, o la pericia, de acertar con el segundo en muchas ocasiones. Su primera serie de 25 fue espectacular. Inalterable ante los golpes de viento, se puso primera en la prueba con 24 puntos y 24 platos pulverizados. Como dijo el t¨¦cnico de la federaci¨®n espa?ola, el efusivo polaco Cesary Staniszewski: "Cuando los platos bailan con el viento la primera decisi¨®n es la que vale. ??sa es la que vale! ?Y si se falla no importa!".
Los 24 puntos de la primera serie de Quintanal cayeron a 19 en la segunda, pasaron a 22 en la tercera y volvieron a caer a 19 en la ¨²ltima. La oscilaci¨®n vino marcada menos por aspectos meteorol¨®gicos, o t¨¦cnicos, que por los puramente emocionales. La tiradora espa?ola compiti¨® contra s¨ª misma en primer lugar, haciendo un esfuerzo tit¨¢nico por no dejarse llevar por la ansiedad. Si la prueba se hubiera celebrado hace unos a?os, probablemente no lo habr¨ªa soportado. Pero la experiencia, que ayuda a hacer de tripas coraz¨®n, le sirvi¨® para concentrarse. Cargar el arma, mirar las se?ales que le hac¨ªa su entrenador, Jos¨¦ Luis P¨¦rez Sanz, ponerse la culata en la cadera, luego llev¨¢rsela a la mejilla, acomodarla entre ¨¦sta y la clav¨ªcula y pedir el lanzamiento con el ojo en la mira: "?Ya!".
Mar¨ªa Quintanal no pudo evitar que el miedo la arrastrara, pero tuvo el valor suficiente para autocontrolarse. En eso consiste el gancho de este deporte. En convivir con el miedo a fallar y no fallar. La espa?ola no err¨®. Despreocupada ante la australiana, la vencedora, Quintanal defendi¨® su puesto en un mano a mano que dej¨® a sus perseguidoras, Bo Na Lee y Whitly Loper, hechas jirones. Con m¨¢s angustia en el cuerpo y un escal¨®n por debajo en una lucha psicol¨®gica que dur¨® dos horas, cien platos y doscientos cartuchos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.