Van den Hoogenband es una bala
El holand¨¦s reedita en la final de los 100 metros libres su triunfo de Sidney
Una irremediable sensaci¨®n de vac¨ªo presidi¨® la final de los 100 metros libres. No era para menos. Faltaba Alexander Popov. Hay gente que marca una ¨¦poca y provoca la nostalgia. Popov no s¨®lo ten¨ªa r¨¦cords y t¨ªtulos. Tambi¨¦n, el patrimonio del estilo. Durante 12 a?os su nombre se ha asociado a los 100 metros como ning¨²n otro. Ni siquiera como el de Pieter van den Hoogenband, el invencible campe¨®n actual. El holand¨¦s repiti¨® su victoria de Sidney 2000. Su hinchada organiz¨® una buena jarana en las gradas. Para ellos, es patrimonio nacional, el h¨¦roe que hace cuatro a?os derrot¨® a Ian Thorpe en los 200 libres, el campe¨®n de la velocidad, con un r¨¦cord al que nadie se aproxima. Es un gigante de la nataci¨®n. Pero la final se defini¨® por la ausencia de Popov. Algunos nadadores hacen m¨¢s paisaje que otros. Popov pertenece a esa raza.
Schoeman no era Beamon en ba?ador. Tras el giro, se hizo plomo
Van den Hoogenband no tiene la elegancia del ruso ni su desd¨¦n ante los acontecimientos. El imperturbable Popov produc¨ªa el entusiasmo de los artistas que miran al pueblo desde el pedestal. Esa fascinaci¨®n por el h¨¦roe distante no se corresponde con Van den Hoogenband, simp¨¢tico, accesible, m¨¢s querido que admirado. Quiz¨¢ con el tiempo, cuando se acerque su declive, los aficionados caer¨¢n en la cuenta de su excepcional hoja de servicios. Tambi¨¦n le ocurre que no cultiva el misterio como Popov, un n¨®mada que pas¨® largos a?os en Australia antes de instalarse en Suiza. Van den Hoogenband pertenece el democr¨¢tico mundo holand¨¦s, siempre abierto al debate. A su entrenador, Jako Haerens, se le ve cada d¨ªa dando explicaciones a los periodistas. Lo hace con una gorra y unas bermudas, apoyado en una barandilla. Pasa la gente, pega la oreja y aquello termina en una c¨¢tedra improvisada.
Sin Popov, Van den Hoogeband s¨®lo pod¨ªa temer al impetuoso Roland Schoeman, un surafricano todo adrenalina. Impresion¨® en la final de los 4x100, en la que Sur¨¢frica arroll¨® a Holanda y Estados Unidos. Impresion¨® despu¨¦s en la semifinal de los 100. Consigui¨® el mejor tiempo y abri¨® algunas dudas sobre la victoria de Van den Hoogenband, el velocista perfecto, el nadador de la extra?a concavidad en el pecho, lo que algunos consideran una ventaja morfol¨®gica en el agua. No ser¨¢ cierto, pero a los campeones les convienen ciertas leyendas.
Van den Hoogenband funciona como un reloj en los Juegos. Es donde despliega su imponente capacidad. Con 18 a?os fue cuarto en Atlanta 96. Era el m¨¢s prometedor velocista de Europa, la ¨²nica alternativa a Popov y al norteamericano Gary Hall. En Sidney se consagr¨®. Atenas no ha sido diferente. Ya se ha colgado un oro (100) y dos platas (200 y 4x100).
En la calle central, el gigantesco Schoeman se lanz¨® como si estuviera peleado con el mundo o huyera de alguien. Casi instant¨¢neamente abri¨® una brecha significativa sobre el holand¨¦s. Era un torbellino hacia el suicidio. Pas¨® por los 50 metros con un registro desconcertante: 22,60 segundos, medio segundo por debajo del parcial del r¨¦cord mundial de Van den Hoogenband. ?Era Beamon en ba?ador o un delirante? La respuesta se conocer¨ªa enseguida. Cuesti¨®n de 50 metros.
Fue entonces cuando surgi¨® Thorpe, que acudi¨® a la final como si no perteneciera a la cofrad¨ªa de los velocistas. Probablemente no lo es, pero poco importa. Es un espect¨¢culo. Thorpe nad¨® por la octava calle, sin referencias, un exiliado. Tiene que ser muy extra?o para ¨¦l, acostumbrado a dominar desde el centro de las piscinas. Su respuesta fue magn¨ªfica. Pas¨® por los 50 metros en la sexta posici¨®n, pero su ¨²ltimo largo result¨® prodigioso, s¨®lo superado por Van den Hoogenband, un cuchillo en el agua.
Schoeman no era Beamon en ba?ador. No estaba en disposici¨®n de lograr un r¨¦cord sideral como apuntaba su parcial en los 50 metros. Tras el giro, se hizo plomo. Van den Hoogenband le atac¨® sin descanso y le rebas¨® a falta de 10 metros. A Schoeman no le falt¨® valor, pero necesitaba algo m¨¢s para derrotar al mejor especialista del mundo. Al holand¨¦s nunca le venci¨® el p¨¢nico. Es su distancia. No es la de Thorpe, que se ajusta con incomodidad a un traje que le viene peque?o. As¨ª y todo, logr¨® el tercer puesto y su mejor marca personal: 48,56 segundos. De nuevo, dos fen¨®menos del deporte protagonizaron el d¨ªa.
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